Bienvenido 2020: nuevos tiempos, viejos problemas

El año 2019 estuvo marcado por una serie de conflictos preexistentes que marcó de forma significante la política exterior de Estados Unidos. Algunos se han mantenido inmutables, entre ellos cabe destacar la guerra civil en Siria, la inestabilidad política en Irak, el conflicto entre Turquía y varios grupos kurdos armados o inclusive la confrontación entre Israel y Palestina.

Otros, sin embargo, se han agudizado y han acaecido en un estadío de empeoramiento. En estos términos, el cambio de status de estos conflictos representa el principal desafío para el devenir de la política exterior estadounidense en este entrante 2020, considerando que la situación derivada de esta batería de acontecimientos tiene en ciertos términos un impacto crítico en los intereses del país norteamericano.

Uno de los destacados es la guerra en Afganistán: durante el 2019 se dieron varias rondas de conversaciones entre representantes del gobierno estadounidense y los talibanes, que dieron una (falsa) esperanza de inicio de negociaciones de paz. La principal cuestión en disputa era el retiro de las tropas estadounidenses a cambio de evitar que organizaciones terroristas utilicen el territorio afgano como base. Sin embargo, no hubo avances: Estados Unidos continuó con sus ataques aéreos planificados y los grupos talibanes continuaron ganándole territorio a las Fuerzas de Seguridad afganas. Sumado a esto, el establecimiento de parte del Estado Islámico generó una nueva alerta para Estados Unidos.

En este sentido, el interés de Estados Unidos se basa en frustrar los intentos para un nuevo resurgimiento de la insurgencia talibán donde Afganistán podría convertirse en el refugio principal para grupos terroristas. No obstante, la realidad muestra que desde la invasión de Estados Unidos a Afganistán en el 2001, el conflicto no parece tener resolución en el corto plazo.

Otra arista relevante es Corea del Norte. Entre los eventos significantes del 2019 se destaca la Cumbre de Hanoi donde si bien se concretó una reunión celebrada entre Donald Trump y Kim Jong-Un, no se llegó a ningún acuerdo definitivo. En Junio de ese mismo año se llevó a cabo la Cumbre DMZ donde se reunieron los presidentes de Estados Unidos, Corea del Norte y Corea del Sur y así fue como Trump pasó a ser el primer presidente de los Estados Unidos en cruzar la frontera.

Después de tales eventos simbólicos y luego del despido de John Bolton como Asesor de Seguridad Nacional (quien planteaba aplicar el modelo libio a Corea del Norte), comenzó una ronda de conversaciones que, no obstante, al poco tiempo se interrumpieron a partir de la acusación del presidente norcoreano de que Estados Unidos no estaba ofreciendo un trato justo al gobierno en Pyongyang. Aún más, Corea del Norte continuó realizando diversas pruebas nucleares y en los últimos días del 2019 Kim Jong-Un declaró que no sentía necesidad de continuar con una moratoria para efectuar pruebas de misiles nucleares y de largo alcance.

En otros términos, la disputa por la soberanía de China sobre el mar lindante es otro gran que mostró un cierto grado de deterioro. La divergencia existente entre los países reclamantes que se apoyan en la CONVEMAR de Naciones Unidas y China parece no tener arreglo en los tiempos venideros. En el mientras tanto, China continúa militarizando diversas islas y construyendo otras como forma de expandir y justificar su soberanía.

Por su parte, Estados Unidos realizó durante el 2019 varias FONOP (Freedom of Navigation Operations) con el fin de conseguir una retirada de China y cumplir de acuerdo a sus intereses de garantizar la libre navegación y asegurar las líneas de comunicación marítima, que no sólo afectan al comercio sino también al movimiento de las fuerzas navales de Estados Unidos. En paralelo, Estados Unidos posee tratados de defensa con países como Filipinas (uno de los Estados reclamantes) por lo cual una escalada del conflicto podría llevar a la intervención de Estados Unidos a favor de su socio.

Por último, uno de los conflictos que más preocupan es la confrontación con Irán. Si la política de Obama fue en algún término conciliatoria, la de Trump volvió a la vieja confrontación. Desde que Estados Unidos se retiró del JCPOA (Joint Comprehensive Plan of Action) en el 2018, las tensiones entre ambas naciones han aumentado progresivamente.

El año 2019 marcó un entorno de inestabilidad donde, entre los eventos más importantes, Estados Unidos designó al CGRI (Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica) como una organización terrorista, desplegó bombardeos con capacidad nuclear B-52 en Irak y Siria y desplegó misiles del sistema Patriot en Medio Oriente como forma de disuadir a Irán. Otras situaciones a destacar fueron el ataque a los buques petroleros en el estrecho de Ormuz, el derribo del UAV (Unmanned Aerial Vehicle) Global Hawk estadounidense por parte de Irán y el derribo de un avión no tripulado iraní por parte de Estados Unidos. No obstante, el evento más relevante durante el 2019 fue el incumplimiento de los límites de las reservas de uranio por parte de Irán, siendo esta la primera infracción desde el JCPOA firmado en 2015. Y aún más, la gran escalada de tensiones llegó el 2 de enero de 2020, donde dos misiles estadounidenses provocaron la muerte de Qasem Soleimani, el número 2 en la esfera político-militar iraní.

Estos cuatro grandes conflictos serán relevantes en la dinámica de las Relaciones Internacionales en el año 2020 y el direccionamiento de la política exterior estadounidense definirá en gran parte si esta tendencia de deterioro de los avances seguirá como una constante o será interrumpida. Sin embargo, este panorama resulta incierto tomando en cuenta que en el ámbito doméstico Estados Unidos se enfrenta a dos eventos fundamentales: primero, cuál será el devenir del impeachment al presidente Trump y segundo, cuáles serán los resultados de las elecciones presidenciales de noviembre. Si el 2019 fue un año complejo, el 2020 parece venir aún más recargado.

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