El 25 de mayo de 2022 Corea del Sur elevó una alerta sobre pruebas nucleares en su vecina, Corea del Norte. Como esta hubo muchos llamados de atención a lo largo de los años, a medida que Corea del Norte desarrolla su programa nuclear bajo la mirada de la comunidad internacional y, en especial, Estados Unidos y Corea del Sur. El mundo no es ajeno a las características, usos y efectos de las armas nucleares, pero el caso de Corea del Norte resulta excepcional y fuente de cuidadoso interés por diversas razones. Para describir los objetivos en materia de política exterior y política doméstica de este país en relación a las armas nucleares y los peligros que podrían derivar, es necesario antes hacer un recorrido por la historia del programa nuclear en Corea del Norte.
Hasta el 2003, el régimen norcoreano negó estar llevando a cabo actividades nucleares con fines bélicos, sin embargo, ese mismo año y bajo escrutinio internacional debió anunciar que, efectivamente, se estaban desarrollando armas nucleares con el objetivo de disuasión en defensa propia. Si bien las autoridades negaron el uso potencial de las armas como amenaza o soborno, esta retórica también mutó en 2013, cuando la estrategia norcoreana tomó la forma de “disuasión por castigo”. Esta incluyó la posibilidad de un primer ataque desde Corea del Norte si lo consideraba necesario para frustrar o derrotar ataques externos.

Esta posibilidad alertó especialmente a Estados Unidos, Corea del Sur y Japón, actores clave en el conflicto por sus intereses y cercanía con Corea del Norte. En 2017, por ejemplo, un ensayo de una bomba de hidrógeno causó una gran movilización diplomática desde Estados Unidos para impulsar la desnuclearización de Corea del Norte. Aún así, lograr la desnuclearización o siquiera la supervisión nuclear sobre Corea del Norte resulta particularmente difícil.
En primer lugar, el régimen logró una alta autosuficiencia en la producción de armas nucleares, tanto en la extracción y preparación de la materia prima como en el posterior desarrollo, incluyendo una vasta red de infraestructura y capacidad humana. En segundo lugar, la IAEA (Agencia Internacional de Energía Atómica), encargada de supervisar el uso seguro y pacífico de la energía nuclear, tiene problemas para hacer llegar su autoridad y recursos hasta el país asiático.
No hay garantías de que el historial nuclear norcoreano sea completo o incluso verídico, debido a falta de control y secretismo para encubrir material nuclear. Tampoco es fácil detectar las actividades y materiales omitidos mediante procesos de verificación, pues ciertos de ellos resultan difíciles de rastrear. En la actualidad, tampoco la Oficina de Asuntos de Desarme (CD) de las Naciones Unidas resulta efectiva, en tanto no se llega a un acuerdo desde 1996 y fue presidida por Corea del Norte este año causando solo reacciones “moderadas”.
En lo que refiere a política exterior, Kim Jong Un, el líder norcoreano, y otros oficiales afirman que las armas nucleares cumplen el objetivo de asegurar la superioridad armamentística sobre otros Estados. Bajo esta concepción de las relaciones internacionales, se busca garantizar la seguridad y supervivencia mediante el desarrollo de armas poderosas que disuadan a otros de atacar o amenazar a Corea del Norte.
Las autoridades no solo sostienen que la posesión de armas nucleares sirve para evitar una guerra, sino que también funciona para preservar intereses clave del Estado. En otras palabras, busca aumentar la capacidad de combate norcoreana, proveer una posición más cercana a la de otras potencias nucleares y desplegar una diplomacia coercitiva basada en la intimidación.
Estas son las principales razones por las cuales Corea del Norte ha desarrollado y aún continúa desarrollando misiles balísticos intercontinentales (ICBM) y misiles de menor rango, potencialmente apuntando y amenazando a Estados Unidos, Corea del Sur y Japón.
En particular, las autoridades de Corea del Norte señalan a Estados Unidos como “imperialista” y principal amenaza a la estabilidad y supervivencia del régimen. De este modo, se adopta la retórica de que las armas nucleares sirven como protección contra una potencial guerra iniciada por Estados Unidos. También, Kim Jong Un y sus oficiales buscan que Corea del Norte sea reconocida como una potencia nuclear y que las sanciones económicas aplicadas desde Norteamérica sean levantadas.
La relación estadounidense-norcoreana involucra a otros Estados. Primero, China se mostró inicialmente en contra del avance nuclear de Corea del Norte y apoyó las sanciones de la ONU. Sin embargo, la creciente fricción entre el gigante asiático y Estados Unidos acercó al primero hacia el régimen de Kim Jong Un. En consecuencia, Estados Unidos parece haber perdido la opción de una alianza con China, actor clave con un poder único sobre Corea del Norte.
En segundo lugar, Corea del Sur está pendiente de las actividades y armas nucleares de su vecino y alerta debido a su proximidad e historia conflictiva. Su alianza con Estados Unidos depende de la capacidad y voluntad de éste de defenderla en caso de un enfrentamiento. El problema radica en que la constitución de Corea del Norte como amenaza al territorio estadounidense mediante misiles intercontinentales y otras armas reduce los incentivos de Estados Unidos para involucrarse en el conflicto. Si se trata de decidir entre preservar su propia seguridad o intervenir a favor de la estabilidad regional, la elección final no resulta lo suficientemente clara como para construir sobre ella una alianza que, para Corea del Sur, es clave.
Diversos Estados asiáticos condenan el desarrollo nuclear de Corea del Norte por la amenaza potencial que significa para sus propios territorios. En particular, Corea del Sur y su recientemente electo presidente Yoon Suk-yeol temen las consecuencias de las tensiones en la península coreana. Con el cambio de gobierno, es poco probable que las fricciones se solucionen: Yoon Suk-yeol mostró una posición menos pacifista que su predecesor y Kim Jong Un no demostró interés en un diálogo. Japón es otro Estado que ve su seguridad y estabilidad amenazada por el régimen norcoreano, al que percibe como “desestabilizador”.
Las armas nucleares norcoreanas también cumplen con objetivos en términos de política doméstica, donde, principalmente, funcionan como fuente de legitimidad para la figura del líder Kim Jong Un. Mediante el uso de los programas nucleares para lograr reconocimiento internacional, estos se volvieron fuente de orgullo nacional: fueron elevados como única herramienta mediante la cual Corea del Norte podría establecer una posición de igualdad y un balance de poder con Estados Unidos. Cabe mencionar que, entre las fuertes sanciones económicas y los efectos de la pandemia por COVID-19, el aumento del poder militar nuclear es uno de los únicos logros del régimen gobernante de Corea del Norte y como tal resulta clave para la política doméstica.
En definitiva, el desarrollo de armas y programas nucleares se convirtió para Corea del Norte en un elemento esencial de su política exterior e interior. Esto vuelve aún más crítica la situación, pues reduce las expectativas de un proceso de desnuclearización por la vía diplomática. Pero, ¿qué riesgos presenta el avance nuclear norcoreano?
En términos de seguridad sanitaria, un tema considerado con poca frecuencia, la falta de control y de estándares de protección radiológica puede dificultar gravemente la respuesta adecuada ante un accidente nuclear, lo cual dejaría expuesta a la población norcoreana (y potenciales vecinas) y al medio ambiente a pérdidas y peligros irreparables. En cuanto al potencial bélico, las capacidades nucleares de Corea del Norte podrían alcanzar el nivel necesario para una estrategia ofensiva e iniciar una guerra. La percepción de un constante dilema de seguridad que lleva a los Estados a armarse preventivamente también pueden resultar en una guerra por un aumento de tensiones, un error de cálculo o un simple malentendido en las interpretaciones de las intenciones ajenas.
En conclusión, el riesgo de una guerra es de por sí una razón de alarma, pero es imperativo remarcar que merece aún mayor atención si involucra la posibilidad de utilizar armas nucleares. Se trata de un escenario donde muchos actores muy diversos se encuentran con la opción de elegir qué caminos tomar para disminuir las tensiones. Sean cuales fuesen las elecciones, no hay duda que tendrán un amplio impacto a lo largo de todo el globo.