Concluye el juicio por la verdad de la Masacre de Napalpí

El 19 de julio de 1924 en la llamada Reducción de Indios Napalpí (actual Colonia Aborigen Chaco), fuerzas policiales y paraestatales arremetieron contra personas de las etnias Qom, Moqoit y Shinpi además de algunos criollos y criollas, quienes se encontraban en huelga como protesta a sus pésimas condiciones laborales. El ataque dejó entre 300 y 400 muertos, incluyendo hombres y mujeres, ancianos, adultos y niños. Esta fue la Masacre de Napalpí, que marcó a generaciones de una comunidad entera y cuya historia fue lentamente recuperada mediante el trabajo de activistas y organizaciones de Derechos Humanos hasta ser elevada a un “juicio por la verdad” casi un siglo después.

En El Aguará, cerca de la reducción de Napalpí, el sábado 19 de julio de 1924 cientos de personas protestaban contra las precarias condiciones de trabajo y de vida en las cosechas de algodón. Casi como esclavos, estos individuos, en su mayor parte miembros de las etnias Qom y Moqoit, no recibían salarios ni educación y debían trabajar por largas jornadas. Uniformados y civiles organizados se enfrentaron violentamente a las comunidades en huelga con una gran cantidad de armas y tropas, descargando una balacera sobre los trabajadores y trabajadoras, asesinando a los heridos y enterrando a los muertos en fosas comunes. Sin embargo, el relato oficial narrado a partir de declaraciones de civiles no indígenas y personal de fuerzas de seguridad describió el enfrentamiento entre sectores de la comunidad de Napalpí con un resultado total de cuatro muertes. Este silenciamiento fue reforzado, además, por las persecuciones a los individuos que sobrevivieron la masacre que debieron sacrificar su idioma, costumbre y cultura para evitar ser reconocidos y asesinados.

Años más tarde, en 1999 el escritor, historiador e investigador qom Juan Chico comenzó a indagar sobre lo ocurrido en Napalpí. A través de relatos de personas mayores de su comunidad y fuera de ella, fue recogiendo información que lo conmovió y lo impulsó a militar por recuperar la memoria y alcanzar la justicia que parecían haberse extraviado en el tiempo. Lamentablemente, falleció a los 45 años por Coronavirus en 2021, habiendo alcanzado a crear la Fundación Napalpí y logrado romper el silencio alrededor del hecho, pero sin haber llegado a presenciar un importante paso para la causa: el juicio por la verdad contra crímenes de lesa humanidad ocurridos en la Masacre de Napalpí.

En el año 2014 comenzó una investigación sobre la masacre y siete años más tarde se hizo formalmente el pedido para hacer el juicio ante el Juzgado Federal N°1, con el consenso de las partes acusadoras de que se trataba de un crimen de lesa humanidad en forma de reducción a la servidumbre. Comenzó entonces el “juicio por la verdad” de Napalpí, que pertenece a esta categoría por no incluir imputados (al considerar que los responsables ya fallecieron). El objetivo es, entonces, aclarar los hechos alrededor de la masacre y trazar una vía de reparación para los y las sobrevivientes y para las familias de las víctimas.

El 19 de abril de 2022, casi un siglo después de lo sucedido, un Día de la Reafirmación de los Derechos de Pueblos Originarios comenzó la etapa oral del juicio. Más de veinte testimonios y registros de sobrevivientes, familiares, investigadores, periodistas y más fueron presentados en seis jornadas semanales. El proceso se llevó a cabo en Resistencia (Chaco), Machagai (Chaco) y el predio de la ex-ESMA (Buenos Aires). Cabe resaltar lo significativo del hecho de realizar parte del juicio en Machagai, la localidad donde sucedió la masacre 98 años antes.

En esta etapa del proceso jurídico pudo demostrarse que lo sucedido en Napalpí está encadenado en la “trama histórica de explotación y represión sistemáticas a las comunidades originarias por parte del Estado y del poder económico”. Como señalaba la investigadora Mariana Giordano (2011) años atrás, queda en evidencia el problemático rol del Estado en la masacre y su relación con los pueblos indígenas. Por un lado, se desplegaron sistemáticamente prácticas de conversión ciudadana sobre miembros de estas comunidades. Por otro lado, el Estado recurrió a la aniquilación y la aculturación de estas personas que supuestamente consideraba ciudadanas argentinas.

El jueves 19 de mayo finalizó la etapa oral y se presentaron los alegatos y el veredicto, restando solamente la parte resolutiva de la sentencia. Por primera vez en Argentina, un etnocidio es juzgado como crimen de lesa humanidad gracias al trabajo conjunto de comunidades indígenas y organizaciones sociales y de Derechos Humanos. En el marco de esta lucha por garantías al acceso a la justicia y la legitimación de lo sucedido, este juicio por la verdad es sumamente importante “no solo en términos de reparación histórica para los pueblos agraviados sino para la sociedad en sí misma, ya que las consecuencias de esta masacre significaron la invisibilización y la condena al silencio de una parte fundamental de la historia y de nuestra identidad”, en palabras de la Fundación Napalpí.

En primer lugar, en la sentencia se probó la responsabilidad del Estado nacional, en 1924 bajo la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear, al momento de planear, ejecutar e invisibilizar la masacre de Napalpí. También se hizo un llamado al Congreso de la Nación para volver al 19 de julio el Día Nacional de Conmemoración de la Masacre de Napalpí. En tercer lugar, se reconoció que estos crímenes de lesa humanidad tuvieron lugar dentro de un proceso general de genocidio contra pueblos indígenas en todo el país. Finalmente, la jueza sostuvo que la sentencia y los alegatos debían ser traducidos a las lenguas wichi y moqoit.

Concluye así una nueva etapa en la búsqueda de visibilización y justicia por las comunidades víctimas de la masacre de Napalpí. La recuperación de la memoria es tan importante como mantenerla presente una vez reconstruida; en este sentido, las comunidades indígenas de Colonia Aborigen Chaco dieron un enorme paso hacia adelante en un proceso que, luego de casi cien años, será recordado en la historia por su perseverancia e impacto.

Referencias bibliográficas

Giordano, M., 2011. (Re)significando imágenes Recepción de fotografía etnográfica de la comunidad de Colonia Aborigen-Napalpí (Chaco). En Giordano, M. y Reyero, A. (comps.). Identidades en foco, Fotografía e investigación social. Núcleo de Estudios y Documentación de la Imagen (NEDIM) – IIGHI (UNNE/CONICET).

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