G-20: Bueno… ¿en qué andábamos?

Después de atravesar los tiempos más álgidos de la pandemia, en dónde el multilateralismo fue sometido a uno de los desafíos más intensos de la historia reciente, los líderes mundiales concurrieron a la cumbre del Grupo de los 20 -G20- en lo que se observó como la primera gran oportunidad global para marcar una agenda a futuro por fuera del aún vigente horizonte de alarmas que promovió la propagación del coronavirus.

Situándose en Roma, capital de Italia, la reunión tenía un itinerario tanto en lo formal como en lo informal que merodeaba entre charlas pendientes, conflictos derivados a partir de la crisis social, sanitaria y económica en pandemia, la propia agenda internacional simultánea a éste suceso y la propia diplomacia-aparentada, léase por esto: apretones de manos, risas compartidas y charlas en dos, tres y hasta cuatro idiomas entre mandatarios, dispuestos a dar una imagen de unión y confianza ante la prensa, y viendo de llevar agua hacia su molino.

Primer ítem a tener en cuenta: la fuerte penetración del eje medioambiental en la tertulia entre líderes. Uno de los puntos interesantes de esta cuestión es que no se observaba un escenario de ausencia de propuestas,  sino que se hizo énfasis en la débil logística implementada para dinamizar éstas: “Incluso si las promesas recientes fueran claras y creíbles, y existen serias dudas sobre algunas de ellas, todavía nos dirigimos a toda velocidad hacia la catástrofe climática. En el mejor de los casos, las temperaturas seguirán subiendo muy por encima de los dos grados. Eso es un desastre” elevó en un discurso fuertemente crítico el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, en vísperas del inicio del G20. Comienza a marcarse el tono con el que se desarrollará la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, a desarrollarse entre el 1 y 12 de noviembre en Glasgow, Escocia. “No es demasiado tarde, pero debemos actuar ahora” sentenció Guterres.

Situándonos en lo acontecido en la capital italiana, el hospedador, primer ministro Mario Draghi, postuló en la apertura la necesidad de continuar aceitando la distribución mundial de vacunas contra el COVID-19: “Debemos continuar invirtiendo en investigación, eliminar las barreras comerciales que afectan a las vacunas contra la Covid-19 y mejorar la previsibilidad en su entrega“. Hizo hincapié, también, en fomentar el desarrollo local y regional de las mismas.

Dato al paso: el presidente brasileño Jair Bolsonaro, quién encabeza la gestión en la cual la Amazonía ha padecido su mayor deforestación en más de una década, no concurrirá a la cumbre climática de Glasgow. En cambio, se quedará en Italia para recibir la ciudadanía honoraria en Anguillara Veneta, un pequeño pueblo del norte de aquel país, de dónde su familia es originaria.

Retomando un momento a lo mencionado por Guterres para comenzar a hablar de tratativas entre líderes, las palabras del mandatario de Naciones Unidas hicieron eco en el debut de ésta edición del G20, en dónde se plasmó entre líderes un acuerdo que fija el compromiso en limitar el calentamiento global a 1,5° y reducir el uso del carbón, abriendo la puerta para que en la cumbre en suelo escocés se busque llegar a un punto claro sobre las políticas de carbono neutral. Cabe destacar que el 80% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero proviene de los países que integran a la mencionada entidad, información que remarca la propia ONU.

La economía formó parte también de la agenda, materia en dónde se dio pié a un acuerdo global que incluye un impuesto mínimo global del 15% a toda sociedad que facture por lo menos 750 millones de euros. Según el portal France 24: “se calcula que el impuesto mínimo global podría devolver a los gobiernos 150.000 millones de dólares al año”. La reforma fiscal fue vitoreada tanto por el presidente estadounidense Joe Biden como por la canciller alemana Ángela Merkel. “Esto es algo más que un acuerdo fiscal, es una diplomacia que reconfigura nuestra economía global y la pone al servicio de nuestra gente” declaró el líder demócrata. “El impuesto mínimo sobre las empresas es un gran éxito, es una clara señal de equidad” concluyó la referente de la Unión Europea. El cese de los paraísos fiscales, la evasión impositiva y la falta de transparencia en el mundo corporativo, targets que visualiza este nuevo ítem plasmado por el G20.

Dos puntos a tener en cuenta para las relaciones diplomáticas que vienen: el plato tibio, en dónde el mencionado Biden y el presidente francés Emmanuel Macron limaron asperezas tras la crisis de los submarinos del último septiembre. A saber: Australia sostenía un acuerdo multimillonario con Francia para adquirir submarinos de dicha procedencia. Secuencia interrumpida luego del anuncio de una alianza militar que incluía a estadounidenses, británicos y, por supuesto, australianos. Aquel hecho no sólo encendió la ira de París, sino también de toda la Unión Europea. En Roma, Biden reculó: “Lo que hicimos fue torpe. Tenía la impresión de que habían sucedido cosas que no habían sucedido, pero quiero dejar claro que Francia es un socio extremadamente valorado. Una potencia en sí misma” reflexionó. Macron, por su parte, deslizó que se había aclarado lo que debía aclararse y mostró su optimismo en las nuevas perspectivas que Francia y Estados Unidos desarrollarían en conjunto en política internacional.

Y el plato caliente del encuentro, la tensión que no cesa entre Estados Unidos y China a la hora de posar sus ojos sobre Taiwán, la isla asiática que se encamina a ser uno de los territorios en conflicto más intensos de los próximos años: Antony Blinken, Secretario de Estado, manifestó que la posición desde Pekín era contraria a los valores y perspectivas establecidas desde el país norteamericano. Euronews aproxima esta apreciación del funcionario a los ejercicios militares aéreos que China desarrolló recientemente dentro del área taiwanesa. Su par chino, el Ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, le reprochó la falta de apoyo desde EEUU a la política unificadora que impulsa la República Popular China.

Entre ambos representantes, el aire se corta con tijeras: Wang, en sumatoria, descartó cualquier elemento de perturbación a la integridad taiwanesa a través de los mencionados ejercicios militares y recriminó a los Estados Unidos el apoyo a disidentes a la política de “una sola China” los cuales operan en contra del gobierno chino desde la propia isla. Bilinken remarcó, por su parte, lo fundamental de mantener abiertas las líneas de comunicación y de no interrumpir la colaboración entre ambas naciones en misiones diplomáticas como las acontecidas en Afganistán.

Finalmente, un día histórico para las relaciones internacionales argentinas, ya que dos líderes locales compartieron su respectivo face to face con Biden: primero, en un contexto por fuera al G20, el Papa Francisco, y luego, el propio presidente Alberto Fernández, en un encuentro casual difundido en redes y que rápidamente se viralizó en medios. El mismo se dio con el canciller, Santiago Cafiero, y el Secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, a su lado, testigos del elogio que Fernández acercó a Biden: “Me puso muy feliz su triunfo en Estados Unidos. Al mundo le hizo mucho bien”. El demócrata palmeó al presidente a la altura del estómago en tono de confianza y esbozó: “Ustedes tienen un país tan hermoso”.

Con 16,74% de peso de voto en el Fondo Monetario Internacional -el mayor para un país- EEUU es un actor esencial para el gobierno argentino en la renegociación de la deuda, y en toda tratativa en general con el propio Fondo. Sin demasiado receso entremedio, los líderes mundiales se volverán a ver las caras en la mencionada cita en Escocia, con la agenda medioambiental como eje. En una suerte de transición hacia la post-pandemia -aún con varios puntos inciertos en ello- hay eventos de sobra para comenzar a descifrar qué tanto aprendió nuestro sistema de la traumática experiencia que ensombreció al planeta durante el último año y medio.

Escrito por

De Zona Sur. Estudiante de Ciencia Política en la UBA, conductor de Contra Todo Pronóstico y bebedor de café negro.

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