Hoy 12 de diciembre se cumple el quinto aniversario de la firma del Acuerdo de París, un acuerdo histórico para combatir el cambio climático que se alcanzó a partir de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21) celebrada en París en el año 2015.
Este acuerdo establece como objetivo mantener el incremento de la temperatura global muy por debajo de los 2°C respecto a la era preindustrial y proseguir los esfuerzos para limitarlo a 1,5 °C. Además, alienta a los países desarrollados a cooperar con aquellos países en desarrollo que requieran asistencia para el cumplimiento de los objetivos establecidos. La clave para entender su importancia es que por primera vez, todas las naciones se unieron en una causa común para emprender esfuerzos que apunten a mitigar el cambio climático y adaptarse a sus efectos.
Sin embargo, Estados Unidos es actualmente el único país que no forma parte del Acuerdo de París, luego de que Donald Trump anunciara su salida en 2017, la cual se hizo oficial el pasado 4 de noviembre. El presidente estadounidense decidió retirar a su país del compromiso climático debido a “la injusta carga económica impuesta a los trabajadores, empresas y contribuyentes estadounidenses en virtud de las contribuciones hechas por Estados Unidos en el marco del Acuerdo”. Esto marca una indudable posición geopolítica para EEUU y lo convierte en un caso único en el mundo.
Por su parte, en la última cumbre de G-20, China e India -que junto con EEUU conforman los 3 países con mayor emisión de Gases de Efecto Invernadero-, incluyeron en sus discursos el pedido de más acciones que impulsen la aplicación plena y efectiva del Acuerdo de París por parte de todos los países del G20. El presidente chino, Xi Jinping, expresó su voluntad en cumplir con los compromisos asumidos para que China reduzca su pico de emisiones para 2030 y sea un país neutro en carbono para 2060.
Si bien la última Conferencia de Partes del año 2019 (la COP25) no concluyó con ningún acuerdo serio en materia climática –el objetivo era poder asumir responsabilidades más exigentes que las asumidas en el Acuerdo de París donde se había planteado un techo de 2ºC–, las esperanzas están depositadas en la próxima COP (COP26) prevista para noviembre del 2021 en la ciudad de Glasgow, donde se espera que todos los países del mundo estén listos para asumir una reducción de emisiones que esté alineada con las recomendaciones científicas de no superar la temperatura en 1,5ºC.
El Informe sobre la Brecha de Emisiones 2020 recientemente elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), proporciona una actualización de las trayectorias de emisiones globales y el progreso hacia el logro de los objetivos del Acuerdo de París. La conclusión de este informe es que a pesar de una ligera caída en las emisiones de dióxido de carbono durante este año causada por la pandemia de COVID-19, el mundo todavía se dirige a un aumento de temperatura de más de 3°C este siglo, lo cual va mucho más allá de los objetivos del Acuerdo de limitar el calentamiento global muy por debajo de 2°C y hacer todo lo posible por no superar los 1,5°C.
Aún frente a este panorama, el Secretario General de Naciones Unidas identifica esta proyección como una oportunidad para la acción climática. En este sentido, es que la COP26 del próximo año será fundamental para que los gobiernos acuerden en conjunto estrategias para hacer efectivo el Acuerdo de París y planes de acción nacionales más ambiciosos que los actuales, los cuales deberán buscar no sólo un abordaje eficaz de la amenaza que supone el cambio climático sino también una recuperación sostenible de la pandemia.
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