El proceso de cambio climático que atraviesa el planeta genera, entre otras consecuencias, el derretimiento de las grandes masas de hielo que se encuentran en cada uno de los polos. Silenciosa y continuamente, este proceso está abriendo paso a una región estratégica que parecía intransitable tan solo 100 años atrás: el Ártico. La relevancia internacional que cobra esta área es directamente proporcional a las consecuencias visibles del calentamiento global, es decir, a medida que estos efectos comiencen a ser inevitablemente más notorios, el Ártico cobrará más importancia.

En primer lugar, algunas consideraciones generales sobre el Ártico y sus características. Al hablar de esta región, se hace referencia al área delimitada por el Círculo Polar Ártico que comprende tanto el Océano Ártico como territorios de Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Suecia, Canadá, Rusia y Estados Unidos (por el territorio de Alaska). En el año 1996, estos países formaron el Consejo Ártico, un organismo de cooperación a través del cual interactúan con las comunidades indígenas de la región y debaten sobre cuestiones referentes principalmente al desarrollo sustentable y protección de la misma. 

Para entender por qué el Ártico puede ser considerado una región estratégica, se deben analizar algunos números. Según un estudio del Servicio Geológico de los Estados Unidos, la región alberga aproximadamente un 13% del petróleo no descubierto en el mundo y un 30% del gas natural no descubierto. En total, se estima que se pueden llegar a extraer del Ártico unos 90 mil millones de barriles de petróleo, 1669 billones de metros cúbicos de gas natural y 44 mil millones de barriles de líquidos de gas natural. Así, la región puede ser considerada una verdadera «mina de oro».

Además del valor de sus recursos, el Ártico puede constituir una excelente ruta comercial. Al derretirse progresivamente las enormes masas de hielo, los barcos pueden abrirse paso para transitar la “Ruta del Norte” cada vez durante más meses del año. Esto facilita el transporte de mercaderías y recursos naturales desde Europa Occidental a Rusia y viceversa, entre otros destinos, reduciendo el tiempo y abaratando los costos. 

De este modo, los grandes poderes comienzan a mirar interesados lo que sucede en el norte del planeta. A continuación se plantean los casos de Rusia, China y Estados Unidos, sus políticas árticas y las cuestiones relacionadas a la seguridad internacional que de ellas emergen.

El caso más emblemático es el de Rusia. Este país posee casi un tercio de su territorio dentro del Círculo Polar Ártico y obtiene de la extracción de recursos en esta área (más específicamente, de la región de Siberia) ganancias inmensas, más de un quinto de su PBI. Rusia domina el Ártico en todo lo referente a navegación mediante sus más de 40 rompehielos, extracción de recursos petrolíferos y gasíferos y presencia militar. Cabe destacar que desde el año 2007 Rusia ha comenzado a movilizar recursos para modernizar sus antiguas bases militares en el Ártico y crear nuevas. En 2016, Rusia ya contaba con 18 bases activas en el la región, en su mayoría bases aéreas, pero también otras navales e incluso nucleares, entre otras (El Orden Mundial, 2016). Además, ha mejorado sus sistemas de defensa y radares principalmente en su límite ártico con la Unión Europea y realiza periódicamente ejercicios militares de gran escala. Las intenciones de Rusia de mantener su predominio en el Ártico son claras y, en esta línea, tiene un reclamo presentado ante las Naciones Unidas que propone la extensión del área de soberanía rusa dentro del Océano Ártico por la extensión de su plataforma continental en esa región. 

En cuanto a China, su presencia en la región no puede ser omitida, teniendo en cuenta el crecimiento acelerado que ha mantenido este Estado en los últimos años y el impacto a nivel sistémico que esto genera. Su poder ha aumentado significativamente durante las últimas dos décadas, especialmente su poder económico. Esto genera, por un lado, un incremento en la presencia china a nivel internacional, dado que el crecimiento económico viene acompañado de vínculos comerciales con nuevos actores. Por otro lado, genera una preocupación por parte de Estados Unidos que, desde una posición de declive relativo, ve el ascenso chino como una amenaza para sus intereses no solo económicos sino también militares, estratégicos, geopolíticos, etc. 

En este contexto de ascenso de un nuevo poder, el Ártico no escapa a la estrategia de crecimiento china. El gigante asiático no posee territorio dentro del Círculo Polar Ártico pero ha mostrado señales de interés en la región dado que la considera relevante para el desarrollo de sus objetivos y, consecuentemente, su ascenso a nivel sistémico. Esto se debe a que la Ruta del Norte se presenta como una oportunidad para favorecer su comercio principalmente con Europa Occidental, reduciendo tiempo, costos y riesgos de piratería. China planea convertir el Océano Ártico en uno de las rutas que le permitan acercarse al mercado occidental, como parte de su “Iniciativa de la Franja y la Ruta” (BRI, por sus siglas en inglés). La llamada “Ruta Polar” es de gran interés para China y las inversiones que ha realizado en toda la región lo demuestran claramente. Las mismas van desde financiación de proyectos de infraestructura, empresas chinas explotando recursos naturales (principalmente Tierras Raras), hasta proyectos de investigación y militares en conjunto con Rusia (Foreign Affairs, 2019).

A pesar de su indudable posición de gran poder en el sistema, Estados Unidos no tiene una presencia tan grande en la región como tal vez podría esperarse. Actualmente, cuenta con un solo rompehielos para navegar el Ártico (aunque planea construir uno más para 2023) y carece de la infraestructura naval y satelital para proteger su soberanía en la región. En cuanto a sus bases militares, posee 7 en el territorio de Alaska, además de las bases de la OTAN que se encuentran en la región (El Orden Mundial, 2016). La administración Obama le restó importancia al Ártico y recién con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca el gobierno mostró señales de interés, principalmente en lo referente a aumentar la explotación de recursos en Alaska. 

Para analizar el Ártico y sus implicancias para la seguridad internacional es necesario tener en cuenta la importancia estratégica que posee en cuanto a recursos y posibilidades económicas. Indudablemente se debe añadir a esto el contexto actual de ascenso chino, las fricciones que dicho ascenso generan con Estados Unidos (quien se había mantenido como único gran poder en el sistema por mucho tiempo) y el hecho de que ambos han mostrado interés en el Ártico. Además, no se puede dejar de lado la marcada intención rusa de mantenerse como el actor más fuerte de la región. Al sumar todos estos factores se puede extraer una conclusión: en el Ártico se encuentra presente un incipiente dilema de seguridad. 

Según Jervis (1976), el dilema de seguridad es “una situación que se produce cuando las acciones de un Estado que pretende mejorar su seguridad (por ejemplo, con el incremento de su poder militar o estableciendo alianzas), lleva a que otro Estado, o Estados, respondan de manera similar, generando tensiones y conflictos a pesar de que ninguno de ellos lo pretenda”. Se puede aplicar este concepto al caso ártico. Sin intenciones hostiles, al menos por el momento, Rusia ha aumentado significativamente su seguridad a través de su presencia militar y Estados Unidos se encuentra en el proceso de asimilarlo. Es por esto tal vez que se escuchó decir a Donald Trump que quería comprar Groenlandia en 2018, como una forma de contrarrestar el fuerte peso de Rusia en el Ártico. La presencia china no hace más que arrojar incertidumbre en la región, si bien su presencia militar es ínfima, en un contexto de ascenso, Guerra Comercial y con fuertes intereses económicos en la región ártica, Estados Unidos mira con preocupación su presencia.

El tiempo, de la mano con el calentamiento global, serán los encargados de iluminar lo que pueda suceder en el polo norte. Sin embargo, una cuestión resalta: la militarización del Ártico parece un fenómeno inevitable.

Referencias

Bird, J. K y otros (2008). Evaluación de recursos Circum-Ártico: Estimaciones de petróleo y gas no descubiertos al norte del Círculo Polar Ártico. Servicio Geológico de los Estados Unidos. Recuperado de https://pubs.usgs.gov/fs/2008/3049/fs2008-3049.pdf

Conley, H. A. (2019). The Arctic Sring. Foreign Affairs. Recuperado de https://www.foreignaffairs.com/articles/commons/2019-09-24/arctic-spring

Jervis, R. (1976). Perception and Misperception in International Politics. Princeton, Princeton University Press.

Márquez, A. (2016). Riesgos, límites y oportunidades de la militarización del Ártico. El Orden Mundial. Recuperado de:  https://elordenmundial.com/la-militarizacion-del-artico/

Soroka, G. (2016). Putin’s Arctic Ambitions. Foreign Affairs. Recuperado de https://www.foreignaffairs.com/articles/russia-fsu/2016-05-05/putins-arctic-ambitions

Una respuesta a “La era del (des)hielo”

  1. […] La era del (des)hielo actual, y a Cinco años del acuerdo de París, la agenda verde fue un punto clave en los debates […]

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