El día 8 de marzo fue anunciado el fallecimiento del mangaka Akira Toriyama, reconocido como el creador del popular manga-anime Dragon Ball, en consecuencia de un hematoma subdural agudo. Fanáticos, artistas, deportistas, celebridades varias y por supuesto, políticos e instituciones, inundaron el internet y redes sociales con mensajes de afecto y cariño por la repentina muerte del notable dibujante a la edad de los 68 años. 

Tales reacciones, aunque abundantes, no son una sorpresa. En ciencia política se define como “softpower” a la capacidad de un país de incidir políticamente por medio de su aparato cultural. Ejemplos son la influencia de la cultura griega en la Antigua Roma y a posteriori en el Renacimiento. Por su parte, Dragon Ball ha sido un baluarte del softpower japonés, una obra de influencia mayúscula a lo largo del globo.

El manga de Toriyama fue el buque insignia de una generación de otras obras destacadas (como Neo Genesis Evangelion, Sailor Moon, Caballeros del Zodiaco, Akira y tantos otros que el lector puede agregar) que valiéndose del colapso del comunismo a finales de los 80 y el inicio de la globalización, invadieron los televisores y estanterías de todo el mundo difundiendo la cultura de un país que antaño se lo veía como algo extraño, lejano, exótico.

El autor recuerda un momento de su infancia donde, encontrándose en un supermercado local con un amigo de la escuela, este último señalo un vaso de fideos instantáneos que se encontraba en la estantería y disparo “mira, los fideos que come Goku”.  La anécdota, aunque nostálgica, no es menos reveladora. Los fideos ramen, la prenda kimono, el culto de las artes marciales o la arquitectura shinmei-zukuri tuvieron su primer encuentro con el público occidental por medio de la obra de Akira Toriyama.

Esto se ha traducido en importantes beneficios para el país. En los 80 alrededor de 2 millones de personas visitaban Japón por año, hoy en día esa cifra se elevó a un promedio de 20 millones de turistas anuales, convirtiéndolo en el undécimo país más visitado del mundo. En la actualidad hay más de 500 estudios productores de anime (lo que significa puestos de trabajo) y se especula que el 60% de la animación a nivel mundial proviene del país nipón. Para 2019, la industria del anime estaba valuada en 24.000 millones de dólares al año y el 48% de esos ingresos provenían del extranjero (que ahora es su sector industrial más grande) mientras que el mercado americano de los Estados Unidos estaba valuado en casi 3.000 millones de dólares en 2009. 

La importancia de Dragon Ball como representante global del Japón es tal que ha dado lugar a gestos de carácter diplomático por la muerte de su creador. Emmanuel Macron, presidente de Francia (país donde Toriyama había sido condecorado como Caballero de las Artes y las Letras) público en su cuenta oficial de twitter un cuadro autografiado por Toriyama con la dedicatoria de “A Akira Toriyama y sus millones de fans que crecimos con él”. Pese a la tensa relación entre Japón y China, el ministerio de exteriores de este último emitió un comunicado de prensa donde enviaba sus pésames por la muerte de Toriyama dado su compromiso por el intercambio cultural entre el país insular y el gigante asiático. 

Todo esto no solo nos demuestra la importancia de la obra de Toriyama, sino también la importancia que puede tener la cultura en aspectos económicos, políticos y diplomáticos. Para finalizar, Jorge Luis Borges comentaba que Robert Louis Stevenson era un autor que estaba infravalorado por escribir títulos para niños, que por esta circunstancia la crítica literaria no podía observar la grandeza de su trabajo. Quizás con Akira Toriyama haya pasado algo similar, pero con el enorme impacto que ha causado su temprano fallecimiento podemos darnos cuenta de la trascendencia de su obra.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Tendencias

Crea una web o blog en WordPress.com