Boleta Única en Argentina: el proyecto de la discordia

El sistema de boleta única -en la que el Estado se hace responsable de la impresión y distribución de la misma- se implementó por primera vez en el mundo en las elecciones australianas de 1858, cuando el gobierno decidió modificar el modo de sufragar para garantizar que el voto sea secreto y evitar la manipulación electoral. 

Con el tiempo, este método electoral se expandió al resto del mundo, ya sea en papel o de manera electrónica, al punto en que, Según Alan Clutterbuck, presidente de la Fundación RAP (Red de Acción Política) y uno de los principales impulsores del proyecto de boleta única en Argentina, “solo 16 países del mundo siguen sin incorporar el sistema de Boleta Única”. Dentro de estos se encuentran Argentina y Uruguay, los cuales son los únicos países de la región latinoamericana que no lo utilizan a día de hoy.

Estas semanas el Congreso de nuestro país se encuentra en plena deliberación en torno a la implementación de la boleta única en elecciones nacionales, sin embargo, este debate no es para nada nuevo, sino que data de muchos años -y proyectos- atrás. La primera vez que se propuso el cambio a nivel nacional fue de la mano del entonces Diputado por la Coalición Cívica Adrián Pérez, quien en 2008 presentó un proyecto que planteaba adoptar un sistema similar al que se utilizaba en la Provincia de Santa Fe. Aquel proyecto establecía la confección de una “boleta única de sufragio” para cada cargo electivo, es decir, una para Presidente y Vice, otra para Diputados y otra para Senadores.

El segundo intento se daría en 2011, cuando Fernando Iglesias -también de la Coalición Cívica- presentó nuevamente un proyecto de características muy similares al anterior. Dos años después, el entonces Jefe de Gobierno Mauricio Macri proponía implementar la boleta única en papel para la Ciudad de Buenos Aires. Asimismo, el radicalismo cuestionaba la falta de apoyo a los proyectos de boleta única de la entonces Presidenta Cristina Fernández.

En los años siguientes múltiples dirigentes de la política argentina se posicionaron a favor de este sistema electoral, desde Patricia Bullrich hasta Fernando Sánchez (compañero de fórmula de Martín Lousteau para las elecciones a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 2015).

Cuando en 2016 llega Cambiemos al gobierno, dejaron de lado las propuestas en torno a la boleta única en papel para pasar a la electrónica, alegando que incluir a todos los cargos que se debían elegir en aquel momento llevaría a tener una boleta muy grande que podría confundir a la ciudadanía al momento de la votación. Para disipar las dudas en torno a la posibilidad de implementar una boleta electrónica, se creó dentro del CONICET una comisión que estaba encargada de analizar la factibilidad técnica de tal implementación, la cual concluyó con la recomendación de “no avanzar en el corto ni mediano plazo con la implementación de un sistema electrónico para la etapa de emisión de voto”.

Ahora bien, ¿qué es la boleta única?

Es un instrumento de votación que contiene todas las opciones electorales de un distrito en un solo papel. El voto se hace marcando los casilleros correspondientes a los partidos o frentes electorales para cada categoría. Su implementación puede variar, por ejemplo, mientras que en Córdoba la misma boleta incluye todos los cargos electivos que se disputan en esa elección, en Santa Fe se utiliza una boleta por cada cargo a elegir.

Al igual que el sistema actual, la boleta única permite votar lista completa o “cortar boleta”, con la diferencia de que en lugar de cortar el papel, se selecciona únicamente los candidatos y candidatas que se desea votar y se marca con un lápiz. De igual manera, puede votarse en blanco simplemente no seleccionando ningún casillero.

Ventajas y virtudes del sistema de boleta única

Con el sistema actual, los partidos políticos son los encargados de la impresión de sus propias boletas a partir del dinero que les da el Estado para ese fin. En cambio, en el sistema que se intenta implementar sería directamente el Estado el encargado de la impresión de las boletas, lo cual bloquearía la posibilidad de que algunos partidos desvíen el dinero destinado a proveer las boletas a sus votantes y lo utilicen para otros fines. Esto incluso implica un gasto económico menor al tener que imprimir solo un papel conteniendo la totalidad de partidos en lugar de uno por partido, considerando también que se elimina el uso de los sobres para introducir el voto en la urna, teniendo solo que doblar la boleta única por la mitad.

De la mano con esto, se terminarían prácticas como el robo de boletas, las roturas o las boletas truchas, además de que el faltante de boletas ya no debería ser controlado por los fiscales de mesa. Además de que, tal y como afirmó Daniel Zovatto -director regional para América Latina y el Caribe en el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral- la boleta única garantiza la equidad en la competencia electoral, porque “toda la oferta electoral está expresada de la misma manera” y que “no se beneficia ningún partido político o frente electoral en particular”.

Por otro lado, el conteo de votos sería de manera más rápida y sencilla al contar con un único formato de boleta, sumando a que existen tecnologías que podrían agilizar aún más este procedimiento al escanear la opción marcada en el papel. Es más, no solo se facilitaría el procedimiento de conteo de votos, sino que la misma votación podría agilizarse al necesitar menos espacio dentro del cuarto oscuro, por lo que podrían tenerse a varias personas votando al mismo tiempo -con las respectivas precauciones de privacidad para que su voto se mantenga secreto- y acortar así los tiempos de espera y las largas filas que pueden darse en ocasiones durante el desarrollo de las jornadas electorales. 

Asimismo, la boleta única podría otorgar mayor autonomía al elector para decidir, dado que, en el sistema actual, las llamadas “listas sábanas”  -donde se incluyen en una misma boleta varias categorías de cargos pegadas entre sí- pueden inducir al votante a dejarse llevar por el “efecto arrastre”. En cambio, la boleta única le permite al votante marcar por categoría a las agrupaciones políticas de su preferencia, dotándolo así de mayor autonomía.

Finalmente, uno de sus beneficios más importantes es que reduce la huella ambiental que implican los procesos electorales, dado que se reduce el gasto de papel. Sin embargo, tal y como afirmó Alejandro Tullio -especialista en elecciones y ex director de la Dirección Nacional Electoral del Ministerio del Interior entre 2001 y 2015-, ”no es solo la cantidad de papel, la tinta y otros materiales no biodegradables que insume el sistema actual, sino también la logística asociada, porque son grandes volúmenes de elementos que se transportan”.

El lado B de la BUP: desventajas

Si bien las ventajas parecieran ser contundentes, existe también un lado adverso de la implementación del sistema de boleta única, el cual puede resumirse bajo los siguientes puntos:

1. Argentina tiene un esquema de distribución de cargos electivos provinciales muy complejo, por lo que las boletas podrían terminar teniendo un tamaño muy poco práctico para el desarrollo de las elecciones, además de que implicaría que la ventaja asociada al cuidado del ambiente se vería contrarrestada.

2. Tal y como comentó el politólogo Facundo Cruz, no se tiene en cuenta la importancia que juega la suerte en el armado de la boleta, dado que el orden de aparición de los partidos se establecería mediante sorteo, lo cual, si bien a simple vista puede aparecer como algo justo, no deja de generar la duda de si al partido que le toque salir primero se podría llevar más votos que el último simplemente por su ubicación.

3. Por otro lado, la boleta única podría no solucionar el problema del “arrastre”  de las listas sábanas, dado que la misma situación aún puede darse con este formato.

4. Asimismo, el sistema planteado no evita que haya irregularidades en la votación, dado que con una marca en la boleta se puede anular rápidamente cualquier voto, haciendo que el trabajo de los fiscales siga siendo igual de importante que en el sistema actual. En línea con esto, el actual presidente Alberto Fernández afirmó que “El sistema electoral argentino es una de las pocas cosas que anda bien en la Argentina. Nunca hubo cuestionamientos de fraude. ¿Para qué cambiar?”.

5. Por otra parte, encontramos algo que no es una desventaja propiamente dicha, pero que sí es un argumento que utilizan los detractores del proyecto: con la actual situación del país, esta no es una reforma urgente dado que el sistema de votación utilizado en el país funciona bien, no ha habido grandes acusaciones o evidencia de fraude, el conteo es relativamente veloz y los fiscales de mesa se encargan de evitar cuestiones como el faltante de boletas. Por todo esto, gastar tiempo, energía y dinero en aprobar e implementar un nuevo sistema que implicaría invertir en  capacitar a la ciudadanía, podría no ser lo más prioritario en el contexto económico que atraviesa hoy el país.

Debate en el Congreso

La instauración de la boleta única figura en proyectos presentados por diputados y senadores de distintos espacios políticos, tanto de la oposición como del oficialismo. Entre ellos, los diputados opositores Florencio Randazzo (Identidad Bonaerense-interbloque Federal); Francisco Sánchez (PRO-Juntos por el Cambio); Rogelio Frigerio (PRO-Juntos por el Cambio); Emilio Monzó (Encuentro Federal-Juntos por el Cambio); Soledad Carrizo (UCR-Juntos por el Cambio); Enrique Estévez (Partido Socialista-interbloque Federal); Claudio Poggi (Avanzar San Luis-Juntos por el Cambio); y Dina Rezinovsky (PRO-Juntos por el Cambio). Entre los proyectos del oficialismo figuran el de la diputada Graciela Caselles (Frente de Todos) y el del senador Guillermo Snopek (Unidad Ciudadana-Frente de Todos).

El 17 de mayo comenzó el debate en la Cámara de Diputados presidido por las Comisiones de Asuntos Constitucionales, Justicia y Presupuesto y el cual contó con la presencia de especialistas y exfuncionarios. Posteriormente -a principios de junio- se logró el dictamen para tratar el proyecto en tablas por una diferencia de un voto (58 a favor, 57 en contra). 

La diputada Silvia Lospennato (PRO) afirmó que llegaron “al plenario después de hacer lo que la sociedad argentina nos reclama como dirigencia política: construir un gran consenso con quienes no pensamos lo mismo, pero sí somos capaces de encontrar objetivos comunes” y remarcó que el dictamen “tiene por objeto la introducción de la boleta única de papel como instrumento para la emisión del sufragio”. “Entre los distintos diseños, hemos optado por el ‘modelo cordobés’, el que hace constar en una única papeleta todas las categorías en juego en una elección nacional”. 

Además, Lospennato detalló que el dictamen “incluye en la votación general la opción de la lista completa por una agrupación” y que “hemos optado por mostrar los primeros cinco nombres de la lista y eso va a permitir que en 20 provincias tengan la oferta completa”. Junto con estos cinco nombres, se incluirán fotografías a color de los primeros dos candidatos, quienes de acuerdo a la ley de paridad de género serán un hombre y una mujer, o viceversa. El mismo criterio se propone para el tramo de candidatos a representantes del Parlasur.

El dictamen contó con el apoyo de JxC, el Interbloque Federal y Juntos por Río Negro. Entre estos bloques se juntan 126 votos, pero para poder aprobar el despacho de mayoría necesitan 129 sufragios a favor, por lo que la oposición deberá contar con el apoyo de al menos cuatro legisladores o legisladoras de otro bloque.

Tanto desde el Frente de Todos como desde el Frente de Izquierda objetaron el proyecto. El titular de la bancada oficialista, Germán Martínez, consideró que este debate “es una simulación, porque ni siquiera pudimos discutir entre nosotros las posiciones políticas”, mientras que Mónica Litza (FdT) criticó la “premura en hacer este dictamen, que está en las antípodas de las prioridades que tiene el pueblo argentino”. Asimismo, Myriam Bregman (PTS-FIT-Unidad) advirtió “profundas inconsistencias” y que “La boleta única no alcanza para hablar de una verdadera democratización del sistema electoral, que tiene que ser una discusión integral”.

El pasado miércoles 8 de junio fue el día seleccionado para el tratamiento del proyecto de boleta única en la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación, donde la oposición logró quórum necesario para sesionar, desestimando las dudas de que esto fuera posible ante la dificultad que enfrentaron múltiples miembros de la cámara baja para llegar a Ciudad Autónoma de Buenos Aires debido a la suspensión de vuelos por el clima, además de las amenazas del Frente de Todos de no bajar al recinto al considerar que el tema no formaba parte de la agenda de la gente.

Lo relevante de que se haya conseguido el quórum es que Juntos por el Cambio logró sumar el respaldo del Interbloque Federal, La Libertad Avanza, Avanza la Libertad y legisladores provinciales, consolidando una “nueva mayoría” que hizo frente al control del Congreso que estuvo en manos del oficialismo hasta que, en las elecciones legislativas de 2021, sufrió un importante revés al convertirse en la primera minoría. En línea con esto,  Florencio Randazzo (Vamos con vos) afirmó que “la boleta única aporta un cambio y modernización al sistema electoral argentino; pero lo más importante es que hemos logrado una nueva mayoría plural y diversa”.

Otras intervenciones interesantes fueron la de la diputada del bloque del PTS-Frente de Izquierda, Myriam Bregman, quien  consideró que “estamos discutiendo un tema que solo le interesa a la dirigencia política”. “Le podemos preguntar a cualquiera: ¿qué tema les parece más importante: la inflación, los salarios, las jubilaciones o la urgencia de la boleta única?”. Por otro lado, José Luis Espert, de Avanza Libertad, calificó a la boleta única de papel como “un gran paso” y consideró que “todo ciudadano que se postule a un cargo electivo debe poder competir en un pie de igualdad con el resto”. Asimismo, relacionó al sistema de boleta partidaria con el “costo fenomenal del ejército de fiscales para que no se roben las boletas”. Por su parte, Germán Martínez, del bloque del Frente de Todos, argumentó que la norma promueve la “farandulización de la política” y que “atenta contra la gobernabilidad” porque “perjudica la relación entre el Poder Ejecutivo y Legislativo”. Además, señaló que “favorece a las corporaciones que quieren gobiernos débiles para imponer condiciones”.

Finalmente, la oposición contó con los votos necesarios para darle media sanción al proyecto y enviarlo para su discusión en la Cámara de Senadores. Para esto, reunieron 132 votos a favor, provenientes de la mayoría del arco opositor; 104 negativos, del Frente de Todos y otros aliados; cuatro abstenciones, de la Izquierda, y 15 ausencias.

En Senadores el proyecto enfrenta un futuro incierto, al estar esta Cámara controlada por el Frente de Todos, principal opositor de la boleta única. El ojo de Juntos por el Cambio para alcanzar los 37 votos necesarios para que el proyecto sea aprobado, estará puesto en una tríada de senadores oficialistas que en el pasado se han manifestado a favor de la boleta única y que están dispuestos a dar el debate. En el oficialismo, mientras tanto, consideran que el tema no logrará superar ni siquiera el debate de comisión.

Juntos por el Cambio cuenta con 33 senadores propios y podría llegar a 35 votos sumando a la diputada de Hacemos Por Córdoba Alejandra Vigo y al rionegrino Alberto Weretilneck (aliado del oficialismo pero que apoya la boleta única). Con esto, todavía necesitan dos votos, por lo que la estrategia opositora implicaría la cooptación de tres senadores del Frente de Todos que ya han apoyado la implementación de la boleta única en sus provincias: el jujeño Guillermo Snopek, el entrerriano Edgardo Kueider y el correntino Carlos Espínola. Tres senadores que han declarado que estaban de acuerdo con abrir el debate.

Otro punto a considerar es que el oficialismo cuenta con el control de las mayorías en gran parte de las comisiones y podría trabar el tratamiento incluso antes de que llegue al recinto. 

¿Qué opina la ciudadanía?

 De acuerdo al Informe Nacional de Septiembre de 2021 de la Consultora Zuban-Córdoba y Asociados, el 71,6% de la gente está a favor de la implementación de la boleta única en papel, mientras que un 15% está en contra y un 13,5% no sabe.

Asimismo, se observa un importante incremento en la opinión positiva de la ciudadanía con respecto a la implementación de este proyecto desde 2016:

Con todo esto, si bien la sanción del proyecto en Senadores aparece como mucho más complicada que la de Diputados, el juego político puede dar vuelta el tablero y conseguir los votos necesarios -y evitar el veto del Ejecutivo, que nunca deja de ser una opción- para que la boleta única en papel se convierta en el nuevo método de votación, complaciendo así a la opinión de un ciudadanía que presta un amplio apoyo al proyecto y dando un cierre a un debate iniciado más de quince años atrás.

Escrito por

Licenciada en Ciencia Política Licenciada en Relaciones Internacionales Consultora en Zuban Córdoba y Asociados

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