EL ORO DEL SIGLO XXI: LA CRISIS DEL AGUA A NIVEL INTERNACIONAL

Bien sabemos que los recursos energéticos son indispensables para nuestro día a día, convirtiéndose en uno de los principales motores de desarrollo y transformación económica.

Los combustibles fósiles y sus derivados junto al gas natural son los motores del mundo actual, aunque constantemente haya incentivos para generar un cambio hacia una energía más limpia y eficiente.

La energía eólica, la solar y la nuclear se posicionan como los candidatos más rentables y amigables con el medioambiente, motivo por el cual la transformación de la industria energética en torno a estas alternativas continúa creciendo a pasos agigantados.

Sin embargo, la conversión total hacia un sector energético basado en las energías renovables conlleva un camino difícil cuando existen problemáticas mucho mayores. Esto se ve representado con la falta de recursos fundamentales para su funcionamiento, tal y como lo es el agua.

El agua y la energía se vinculan entre sí, y es uno de los recursos más utilizados y ampliamente necesarios para la generación de energía eléctrica, solar, nuclear e hidráulica, por supuesto. Es posible afirmar, entonces, que todas las fuentes de energía (incluida la electricidad) requieren del agua en sus procesos de producción.

Actualmente, el mundo enfrenta una gran escasez de agua, tanto para su uso energético como para el consumo de la población. Son múltiples los centros urbanos que corren un peligro cada vez mayor de quedarse sin agua dulce, y hasta de suministrar las cantidades imprescindibles para las necesidades de su población.

Pakistán, por ejemplo, enfrenta una crisis de agua en donde las sequías han afectado a las tres represas más importantes, encargadas de suministrar agua a las principales ciudades. El calor extremo, producto del cambio climático, afecta a las represas y su generación de energía, como también al acceso de agua para consumo humano.

En la India la situación es similar. Las temperaturas son cada vez más elevadas, y en regiones desérticas como la de Rajasthan la población subsiste gracias a un tren de 40 vagones que transporta más de 2 millones de litros de agua para suministrar a los ciudadanos. Menos del 50% de la población en India tiene acceso al agua potable, y dos tercios de los 718 distritos están afectados por el desabastecimiento. La generación de energía también tambalea.

Santiago, capital de Chile, debió adoptar un plan de racionamiento de agua, y ciudades como Londres también debieron adoptar estrategias para la reducción del uso del agua y así poder mantener la oferta y demanda del recurso en línea (tanto para energía como para consumo).

Considerando que hoy en día el 15% del consumo de agua se usa para producir electricidad, y que para 2030 la demanda de agua aumentará en un 40% (y el consumo de energía será el doble del actual), la situación actual a nivel internacional nos deja diversas enseñanzas. En principio, que es fundamental una transición hacia energías renovables y limpias para frenar el impacto del cambio climático, pero también que es necesario optimizar el uso de las energías actuales para no desaprovechar su potencial.

La promoción de servicios mejorados de agua y de energía debe ser prioridad en la agenda de los gobiernos, más aun sabiendo que más del 55% de la población mundial vive en ciudades. Agua y energía son interdependientes, y es necesario comprender sus complejidades para impulsar un cambio ameno a las necesidades poblacionales.

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