El rol de Rusia en el conflicto sirio

Las protestas que se desataron en Túnez a finales del año 2010 marcaron el inicio de un proceso de revueltas y revoluciones con una característica en común: las demandas por parte de la sociedad a favor de la democracia, exigiendo un cambio de régimen o gobierno y la ampliación de derechos políticos y sociales. En el marco de estas manifestaciones conocidas como Primavera Árabe, hacia el año 2011 se inician en Siria una serie de protestas pacíficas contra el gobierno de Bashar al-Assad que rápidamente escalan y se convierten en un violento conflicto armado de nivel nacional el cual, hasta el día de hoy, continúa sin resolverse. 

La guerra civil siria se encuentra marcada por una pluralidad de intereses y actores estatales/no estatales que coexisten en un mismo territorio pero que, al mismo tiempo, tiene un alcance regional e internacional que involucra la participación y el intervencionismo de países como Rusia o Estados Unidos. En términos de Mary Kaldor (2013), la misma puede clasificarse como una “nueva guerra”, donde los conflictos son localizados pero involucran conexiones transnacionales que no permiten una correcta diferenciación entre lo interno de lo externo, ni lo estatal de lo no estatal; las políticas de identidad son un componente esencial, y se utilizan métodos de guerra distintos a los tradicionales, como estrategias de guerrillas o contrainsurgencia. En esta ecuación, la influencia rusa ha tenido mucha más repercusión en el conflicto que la de otros Estados como Arabia Saudita, Irán, Irak, Turquía, entre otros, en materia tanto económica y política como militar. 

Partiendo de lo explicado por el académico Paulo Botta (2019), esto se debe a que la política rusa se desarrolla en base a dos motivaciones: una externa y una interna. La primera, marcada por una ausente política exterior estadounidense que le permitió a Rusia ocupar otros lugares. La segunda, basada en la necesidad de presentarse frente al mundo como una potencia con intereses globales que genera “espirales de cooperación” (en sus palabras, hablar con todos los actores estatales y no estatales para que ninguno de ellos cierre sus canales de comunicación). 

Este marco teórico se torna fundamental para pensar el rol de Rusia en el actual conflicto en Siria si se tienen en cuenta las diversas medidas llevadas a cabo entre ambos países. En primer lugar, y en materia económica comercial, fueron firmados diversos tratados bilaterales, como el llevado a cabo entre el Ministerio de Petróleo y Recursos Minerales de Siria con la empresa rusa de energía, Soyuzneftegaz, para la perforación, desarrollo y la producción de petróleo a finales del 2013. Este acuerdo establecía un contrato de 25 años de exploración en el área entre las ciudades de Tartús y Baniás, que también incluía la capacitación de personal sirio. El entonces embajador de Rusia en Siria, Azamat Kulmuhametov, declaró que este contrato mostraba “una prueba de las sólidas relaciones económicas entre Siria y Rusia” (Oil&Gas, 2013), y destacó el apoyo ruso en un contexto de sanciones impuestas por países occidentales al que Siria se enfrentaba. 

Pese a que el contrato estuvo por momentos detenido, principalmente por los riesgos que se corrían por la guerra civil, hoy los negocios entre Rusia y Siria en materia gasífera y petrolífera continúan: a finales de marzo, la compañía rusa Kapital ratificó un acuerdo con al-Assad de exploración de petróleo y gas en un área de 2.250 km² en la costa al sur del país (Foreign Policy, 2021). Este fue sumamente cuestionado, principalmente por el grupo conocido como Wagner, que encabeza las negociaciones. 

En segundo lugar, en materia de apoyo militar, Rusia ha promovido el establecimiento de bases navales en Siria a lo largo de los años. Un claro ejemplo es la base naval ubicada en la ciudad de Tartús, que se convirtió en una instalación logística avanzada rusa en 1984 y que comenzó a desarrollarse como un punto estratégico esencial para Moscú a partir del 2009, para hoy configurarse como el único puerto fuera de las fronteras rusas (Chirino & Pella, 2017). La escalada de tensiones que protagonizó la región hacia 2013 permitió a Putin negociar con al-Assad para acondicionar aún más estas instalaciones y mejorar la operatividad rusa en el país. En este sentido, ambos países firmaron a principios de 2017 un acuerdo de 49 años (prorrogable) para ampliar la reconstrucción de la base y responsabilizar a Rusia por la seguridad marítima de la costa, que sirvió de apoyo al gobierno sirio en el conflicto, entre otras cosas, para cortar las comunicaciones y líneas de abastecimiento insurgentes (Chirino & Pella, 2017). Otra de las bases rusas en el país se ubica a 20 km de la ciudad de Latakia, llamada Khmeimim. Esta base aérea se construyó a mediados del 2015 con el objetivo de conformar un centro de operaciones ruso, también en apoyo al gobierno sirio. 

Hacia 2020, el número de soldados rusos desplegados en Siria fue de 5.000 efectivos y es el país que más tropas ha enviado en el conflicto desde el año 2015 (Saponara, 2021). Hoy las bases establecidas en el país continúan utilizándose, tanto como apoyo militar y logístico al gobierno sirio como también para objetivos específicamente rusos. El pasado miércoles, la fuerza aérea rusa desplegó aproximadamente unos 60 bombarderos Tupolev Tu-22M3 en la base aérea de Khmeimim, con el fin de servir a finalidades de la fuerza aérea rusa como también, de ser necesario, para misiones de bombardeo en Siria (Axe, 2021). Sin embargo, el despliegue de Tu-22M3 en Khmeimim evidencia el plan desde Moscú de concentrar un poder significativo en la región que, a su vez, represente sus intenciones y capacidades en el Mediterráneo. 

Teniendo en cuenta estos factores, no es casualidad que la participación de Rusia en el conflicto sirio sea tan pronunciada. Además de tratar de prevenir que sucediera en Siria –aliado tradicional de la época soviética– lo que ocurrió en Libia, un accionar decisivo en el conflicto le permitiría a Rusia fortalecer el rol de interlocutor que caracteriza su política exterior, tal y como lo ha hecho en otras situaciones y/o conflictos en Medio Oriente. Sin embargo, su intervención responde mucho más a intereses puntuales que posee en la región: conciliar un acuerdo político en Siria permitiría expandir su área de influencia y, por lo tanto, reforzaría su posición en el Mediterráneo oriental, un área repleta de recursos gasíferos que movilizan al principal sector económico del país, considerando que Rusia es el segundo productor de gas natural a nivel mundial (Santander Trade, 2020). 

Es posible afirmar, entonces, que las motivaciones e intenciones que mueven a Rusia dentro del conflicto son, esencialmente, de materia geopolítica, y que este país es hoy un actor central no sólo en el conflicto sirio, sino también en Medio Oriente. Rusia busca mantener la estabilidad de la región en pos del rédito propio, para también contrapesar la influencia que Occidente (y la OTAN) representa en el área. Cabe preguntarse si Rusia buscará verdaderamente conciliar una solución al conflicto, o si permanecerá en el mismo como un mero interlocutor que se beneficia de la oscilación de la guerra, como ya lo ha hecho hasta ahora. 

Bibliografía

Abu-Tarbush, J. & Granados, J. (2018) La política exterior de Rusia en Oriente Medio: su intervención en Siria. Revista Electrónica de Estudios Internacionales, (35), 13. 

Axe, D. (2021). Russian Bombers In Syria Are A Threat 40 Years In The Making. Forbes. Disponible en https://www.forbes.com/sites/davidaxe/2021/05/27/russian-bombers-in-syria-are-a-threat-50-years-in-the-making/?sh=64540b9368ce Recuperado el 27/05/2021

Botta, P. (2019). Política de Rusia en Medio Oriente. Los casos de Siria e Irán. Revista Defensa Nacional, Nº 2-12, pp. 212-226. 

Chirino, C. R., & Piella, G. C. (2017). La geopolítica de las bases militares (V). Boletín IEEE, (8), 1190-1209.

Foreign Policy (2021). Putin’s Shadow Warriors Stake Claim to Syria’s Oil. Disponible en https://foreignpolicy.com/2021/05/17/putin-shadow-warriors-stake-claim-syria-oil-energy-wagner-prigozhin-libya-middle-east/ Recuperado el 26/05/2021

Ghotme, R. A; Garzón, I; Cifuentes, P (2015) Las relaciones internacionales de la guerra civil siria a partir de un enfoque regional: hegemonía y equilibrio en Medio Oriente. Estudios Políticos, 46, Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia, pp. 13–32. Disponible en https://revistas.udea.edu.co/index.php/estudiospoliticos/article/view/18771/20779174 Recuperado el 25/05/2021

Kaldor, M. (2013). New and old wars: Organised violence in a global era. John Wiley & Sons.

Oil&Gas (2013) Russian company signs oil agreement with Syria. Oil&Gas News. Disponible en https://www.oilandgasmiddleeast.com/article-11619-russian-company-signs-oil-agreement-with-syria#:~:text=The%20Syrian%20Ministry%20of%20Petroleum,to%20Syrian%20news%20agency%20SANA Recuperado el 26/05/2021

Saponara, F. (2021) 10 años después, Siria sigue en llamas. Politólogos al Whisky, 1-11. Disponible en https://politologosalwhisky.com/wp-content/uploads/2021/04/saponara.pdf Recuperado el 25/05/2021

Santander Trade (2020) RUSIA: POLÍTICA Y ECONOMÍA. Disponible en https://santandertrade.com/es/portal/analizar-mercados/rusia/politica-y-economia Recuperado el 27/05/2021

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