Mejor no cantar victoria antes de tiempo: el caso de Abdo Benítez en Paraguay

Al comenzar la pandemia, la figura del presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, se encontraba atravesada por problemas de gobernabilidad y una oposición fuerte incluso dentro de su propio partido. Sin embargo, al poco tiempo, la gestión de su gobierno en la lucha contra el COVID-19 fue vista como una de las más exitosos del continente, al tomar una serie de medidas acertadas frente a un sistema de salud precario, desfinanciado y que ya sabía de colapsos con la crisis del dengue. Esta última experiencia colaboró a  que la respuesta sea precipitada por parte del gobierno y que, en la sociedad, haya una rápida adhesión a las medidas. En este escenario, con “todo” a su favor, Abdo se vio beneficiado.

Sin embargo, la contracara de la baja tasa de contagios era una mayor precarización laboral en un país de altísima informalidad y, a su vez, un mayor endeudamiento. Un año después, esos efectos se reflejaron aún más. No solo se sumaron hechos de corrupción dentro del sistema de salud sino que también, se reconoció una deuda externa altísima que fue adquirida por el Estado para fortalecer la estructura sanitaria y para llevar a cabo un plan de vacunación ágil y eficiente. Sin embargo, nada de eso ocurrió. Paraguay es uno de los peores países de Latinoamérica en cuanto al manejo de un plan de vacunación. Mucho menos alentador fue el aumento progresivo de los casos comenzado en agosto de 2020 que finalmente, generó colapsos de los sistemas de salud en algunos lugares. Como consecuencia, la situación fue insostenible y todo estalló. Ahora, en marzo de 2021, Abdo se encuentra en su momento más complicado, incluso peor que cuando había iniciado su gestión contra el coronavirus.

En conjunto, estos factores, sumados a una población agotada por meses de cuarentena que no significaron una mejora de los errores del pasado, desencadenaron una serie de protestas multitudinarias en las calles, que se han mantenido durante varios días. Abdo reprimió estas protestas: una persona muerta, más de veinte heridos y la renuncia del Jefe de Gabinete y los ministros de Educación y de la Mujer; ministros que tuvo que reemplazar para apaciguar las aguas, pero no fue suficiente. Gran parte de la sociedad quiere su renuncia, el apuntado es él, esto se refleja en el #QueSeVayanTodos, pedido que evade tanto él como su vicepresidente.

Por lo tanto, el panorama no es alentador, la posibilidad de cierta complicidad de la oposición está a flor de piel en la sociedad paraguaya, porque siente que se mantienen neutrales y no dan ese salto para encabezar las movilizaciones populares. Así, todo está por verse. Pero la crisis política en Paraguay ya es un hecho.

Escrito por

Estudiante avanzada de Ciencia Política y Gobierno en Universidad Torcuato Di Tella

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