El mundo atraviesa una crisis financiera sin precedentes debido a la pandemia del COVID-19. Este shock es particularmente pertinente en los ámbitos de comercio internacional debido a un fuerte descenso de la producción, pero destaca de forma irrebatible las desigualdades que perviven en los sistemas tanto nacionales como internacionales. La globalización, mediante su naturaleza neoliberal y capitalista, provoca una brecha en la igualdad y la equidad a escala mundial. Por lo tanto, para las redes de producción internacionales, que forman parte de este orden económico y político, esta pandemia deja su marca a largo plazo.
Las CGV como catalizador de la globalización
En los últimos cincuenta años, el fenómeno de la globalización ha sido moldeado por la dinámica de las cadenas globales de valor (CGV) y es un tema determinante en el marco de la economía internacional. Las CGV, según Gereffi y Fernández-Stark, se definen como una “secuencia de actividades que las firmas y los trabajadores realizan desde el diseño de un producto hasta su uso final”. La producción de estas actividades se trata de materias primas y bienes intermedios que son desagregados en diferentes tareas realizadas en todo el mundo. Antes las empresas solían fabricar productos en un solo país, pero ya no es así. Hoy en día, un solo producto determinado suele ser el resultado de la fabricación, la logística y el montaje de un proceso realizado en varios países. En términos de la macroeconomía, cada paso del proceso agrega valor al producto final. La producción final se reexporta a consumidores finales ubicados tanto en mercados desarrollados como en desarrollo.
La globalización es clave en este proceso, ya que motiva a las empresas a reestructurar sus operaciones mediante la subcontratación y la deslocalización. Las empresas intentan optimizar sus procesos de producción ubicando las distintas etapas en diferentes sitios (de país a país). Dada la elevada interdependencia en el sistema económico internacional que sirve a los fines del capitalismo, se provoca un punto de ruptura en las CGV bajo la presión de la pandemia.
Cómo las crisis desestabilizan las CGV
Las CGV son frágiles y, por ende, son susceptibles a interrupción por crisis de variado carácter. La recesión global del 2008/2009 comenzó a obstaculizar la capacidad de los grandes países exportadores de seguir creciendo tan rápido como lo habían hecho en años anteriores en términos de producción. Los países vinculados a este sistema como exportadores no encontraban mercados para sus productos. Entonces, este tipo de crisis económica comienza a romper las cadenas del comercio.
En el caso de China, una las consecuencias fue que el país comenzó a internalizarse económicamente, es decir, pasó de un modelo orientado a la exportación, a enfocarse más en la economía doméstica, por ejemplo, a la producción de alta tecnología (Innovación y Desarrollo) y no solo exportaciones de baja tecnología. La inestabilidad política es otro tipo de crisis dentro de este sistema, dado que cualquier tipo de ella reduce la inversión extranjera directa y el comercio. Igualmente, los desastres naturales brindan otro ejemplo; como ocurrió con el terremoto y el tsunami en Japón en 2011 donde se interrumpieron las cadenas de suministro de automóviles durante meses porque el país fabricaba productos clave solo a nivel nacional.
Finalmente, la crisis sanitaria, en el actual caso, en forma de una pandemia, es el elemento que ha resultado ser el más desestabilizador y que es asociado con tal descenso de la producción en las CGV.
Choques y reajustes en el marco del COVID-19
La interrupción del suministro de bienes además de su demanda es la fuerza motriz que empujó las CGV hacia un punto de ruptura. Afectando en algunos países insumos en materias primas y componentes de proveedores extranjeros. Los choques en estas áreas de demanda y oferta podrían descarrilar el crecimiento económico y la reducción de la pobreza lograda en países en desarrollo. Las asociaciones público-privadas para apoyar a las industrias afectadas y proporcionar redes de seguridad para los trabajadores son fundamentales para apoyar el comercio y ayudar a mantener los medios de vida durante y después de la pandemia. Además, las interrupciones han puesto de relieve los inconvenientes de las CGV de larga distancia, lo cual reduce la posibilidad de reaccionar rápidamente ante la crisis.
En respuesta al brote mundial, muchos sitios de producción cerraron sus puertas temporalmente para reducir el contacto físico entre individuos. Estos choques, o interrupciones, en las CGV generaron como uno de sus muchos efectos, el desabastecimiento de productos claves, tales como; equipamientos sanitarios e insumos médicos para la realización de testeos. En las redes sociales se menciona una y otra vez que el aspecto más crítico para mantener el virus bajo control es, hasta cierto punto, la realización de testeos. Sin embargo, este proceso se ha detenido debido a la escasez de materiales necesarios para hacerlos. En esta línea, hubo una dificultad para orquestar el lado de la demanda del problema, la logística falló porque había, por decirlo de algún modo, demasiadas piezas móviles, ¡y desacuerdos con respecto a la distribución.
La pandemia ha brindado la oportunidad de desarrollar una red de producción más flexible y racionalizada, acelerando las tendencias actuales de reorganización de las CGV mundiales con un proteccionismo creciente, en países como Argentina y Brasil. Los sistemas CGV se basan en relaciones a largo plazo entre empresas multinacionales y sus proveedores clave, por ende está en el interés del empresario no romper este vínculo. Igualmente, el COVID-19 ha demostrado ineficiencias que ya existían en el sistema mundial y la falta de flexibilidad de ello. Esto hará que muchas empresas multinacionales acerquen componentes de su negocio para desarrollar y mantener una red de producción más sostenible y resiliente, es decir, más cercanas al mercado minorista. Entonces, la oportunidad se presenta cuando se trata de reequilibrar y reforzar la economía local. Hay un incentivo para que las empresas impulsen la implementación de nuevas tecnologías y el comercio electrónico para mantenerse al día con la tendencia a la digitalización. Estas circunstancias preceden la pandemia, sin embargo, ahora se están implementando cambios a un ritmo acelerado para adaptarse a la denominada “nueva normalidad”.
Las secuelas que recaen sobre América Latina y el mundo en desarrollo
Para las CGV, América Latina es una fuente fundamental de materias primas y productos primarios. La región fue golpeada por la pandemia en medio de un ya difícil escenario en términos económicos, políticos y sociales. Esto significa que las consecuencias de la crisis serán más intensas y duraderas. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), afirma que “la pandemia del COVID-19 llevará a la mayor contracción de la actividad económica en la historia de la región, y con ella cambios estructurales en la organización productiva, el comercio internacional y el actual modelo de globalización”. El colapso de la actividad productiva en el centro de las CGV tiene fuertes implicaciones para los productores y consumidores de países situados más abajo de la cadena. América Latina por lo tanto es la región más vulnerable a la pandemia y es por este motivo que corre el peligro de no superar una recesión económica de esta envergadura.
Según las estimaciones actuales de la Organización Mundial del Comercio, se predice que el volumen del comercio mundial caerá entre un 13 y un 32% en 2020. Además, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo estima que habrá durante 2020 y 2021 una contracción de la inversión extranjera directa del 30 al 40%. Todavía es demasiado temprano para cuantificar la magnitud de los efectos de las interrupciones de las CGV debido a la pandemia. No obstante, a estas alturas ya queda claro que, la disminución inicial de la producción tendrá un fuerte impacto en los países que se encuentran más abajo en el escalafón de las CGV y que han impuesto fuertes restricciones al movimiento de las personas para combatir la propagación del virus.
En cuanto a las nuevas tecnologías, las CGV podrían ser cambiadas, en este sentido, puede haber un éxodo intelectual, es decir que la telepresencia podría deslocalizar trabajos de alta competencia intelectual, lo cual no convendría a los países en desarrollo. Asimismo, frente a una pandemia, se destacan las carencias de las CGV, es decir, las desigualdades y los problemas sistémicos que hacen que los países en desarrollo se mantengan así para beneficiar a los países desarrollados.
Por su parte, Branko Milanovic opina que, habrá una reversión a corto plazo de lo que se conoce como la globalización; esto implicaría mayores controles para el movimiento de personas y de bienes. Igualmente, destaca una centralización del poder entre China y los Estados Unidos, que hace hincapié en la actual dinámica entre estos países por una competencia entre el desarrollo de sus sectores tecnológicos. Según CEPAL, habrá una localización de las empresas en lugares más cercanos a sus grandes mercados, lo cual se conoce como nearshoring. Se causará un deterioro de confianza en proveedores mundiales, y habrá producciones más pequeñas y menos economías de escala. Dado esto, en el caso de Argentina, las consecuencias nacionales de la pandemia provocarían una firme desconfianza en cuanto al déficit que pende sobre el país, aun considerando el reciente acuerdo con los acreedores.
Las CGV pueden ser utilizadas como herramienta para que grandes hegemonías sigan cosechando los beneficios de hacer negocios con países en desarrollo. Frente a una crisis de esta magnitud, estos países se vuelven más dependientes de poderes económicos más industrializados.
El futuro de las CGV, reajustes de aquí en adelante
En definitiva, la pandemia del COVID-19 señala la necesidad urgente de una respuesta integrada y coordinada en materia de políticas para abordar los desafíos existentes y evitar una recesión económica prolongada. Esta operación podría realizarse mediante la colaboración entre países a través de organismos multilaterales.
Por un lado para los países en desarrollo, la presente crisis, ha sido un llamado para un replanteamiento del modelo económico actual, con el fin de proporcionar más equidad y también en términos de la producción internacional de bienes. Por otro lado, los países industrializados tienen a su vez, la responsabilidad de reconsiderar sus enfoques sobre la subcontratación de la producción, con el fin de crear más resiliencia en las cadenas de suministro en general.
La regionalización de las CGV podría reducir la diversidad en la economía mundial y, a su vez, reducir las oportunidades para las economías emergentes y en desarrollo, ya que, de esta forma, estos países no se beneficiarían de los grandes flujos de capital ni tampoco del acceso a los mercados internacionales. En definitiva, el reinicio de las CGV representan una oportunidad para corregir errores en el sistema y reimaginar un futuro más equitativo.
Un comentario en “Las Cadenas Globales de Valor (CGV) y la pandemia del COVID-19: Interrupciones, reajustes y brechas de desigualdad”