Luego del nuevo descongelamiento del conflicto por Nagorno Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán, y de una turbulenta semana para todas las partes involucradas, las autoridades de Nagorno Karabaj (Artsaj en armenio) firmaron un decreto el 28 de septiembre en el que anunció la disolución de Nagorno Karabaj:
“Según el decreto, debido a la difícil situación político-militar actual, basada en la prioridad de garantizar la seguridad física y los intereses vitales el pueblo de Artsaj, teniendo en cuenta el acuerdo alcanzado gracias a la mediación del mando de las fuerzas de paz rusas con representantes de la República de Azerbaiyán para que se garantice la libre circulación, voluntaria y sin obstáculos a los residentes de Nagorno Karabaj, incluido el personal militar que depuso las armas, con sus bienes en sus vehículos a lo largo del Corredor de Lachin, y guiado por el artículo 93 de la Constitución de Nagorno Karabaj, se decidió:
- Disolver todas las instituciones y organizaciones estatales bajo su subordinación departamental hasta el 1° de enero de 2024 y la República de Nagorno Karabaj dejará de existir.
- La población de Nagorno Karabaj, incluida la que se encuentra fuera de la república, después de la entrada en vigor del presente Decreto, se familiarizara con las condiciones de reintegración presentadas por la República de Azerbaiyán, con miras a tomar una decisión independiente e individual en el futuro sobre la posibilidad de permanecer (o regresar) en Nagorno Karabaj”.
Ahora bien, para entender mejor qué está pasando, es necesario remontarse a los comienzos del conflicto:
La lucha por Nagorno Karabaj comenzó en febrero de 1988, cuando diputados de Karabaj expresaron, ante órganos legislativos de Moscú, Armenia y Azerbaiyán, el deseo de su población de ser libre de la Administración de Azerbaiyán. Es necesario recordar que la mayoría étnica de Karabaj es armenia. Ante esta petición, el gobierno azerí reacciono con la persecución y matanza de armenios que habitaban en Azerbaiyán, dando comienzo a un conflicto militar que duraría más de 30 años.
El conflicto se manifiesta a lo largo de los años en una dinámica de no guerra/no paz, denominada por diversos autores como “conflicto congelado”. Esta lógica observa que en estas situaciones de conflicto la violencia se detiene por momentos, pero los intereses subyacentes de las partes anteriormente en conflicto no se reducen ni se abordan (Perry, 2009: pp. 35-36).
Si bien el término “conflicto congelado” sigue siendo borroso en la literatura académica (Smetana y Ludvík, 2018: pp. 2-3), podemos entender estos conflictos como situaciones en las que la guerra terminó, pero la paz estable no se materializó (Molina, 2018: pp. 2-3). Podemos encontrar este tipo de conflictos en casi todos los continentes, aunque sus periodos de congelamiento y descongelamiento varían según cada caso, este concepto también encasilla el conflicto por la Península de Corea, el Valle de Cachemirra, el Sahara Occidental, entre otros casos.
Otra de las características de este tipo de conflictos, es la importante influencia que tienen las potencias sobre los mismos. Especialmente en el caso de Nagorno Karabaj la guerra explota en un contexto de vacío de poder dado por la disolución de la Unión Soviética. Como podemos observar a lo largo del conflicto, y en las últimas semanas también, Rusia cumple un papel indiscutiblemente protagónico, actuando en ocasiones como mediador, pero también como proveedor de armas tanto para Armenia como para Azerbaiyán.
¿Qué paso estas últimas semanas?
El pasado martes 19 de septiembre Azerbaiyán, en el marco de una “operación antiterrorista”, envió tropas para destruir instalaciones militares armenias, desde la capital armenia, Ereván, afirman que estas no existen. Hay que destacar también que el conflicto estalla cuando Rusia está inmersa en su invasión a Ucrania. En el marco de este nuevo estallido, las autoridades de Baku declararon que: «Las fuerzas armadas ilegales armenias deben izar la bandera blanca, de lo contrario, las medidas antiterroristas continuarán hasta el final».
En los últimos meses, Azerbaiyán impuso un bloqueo en el corredor de Lachin, que une Armenia con Nagorno Karabaj, provocando una escasez de alimentos, medicamentos y suministros, agravando así aún más la crisis humanitaria que enfrentan hace décadas los ciudadanos de Nagorno Karabaj. «Las interrupciones del suministro de electricidad, gas natural y combustible para vehículos se suman a las dificultades extremas, especialmente para los grupos vulnerables a la discriminación y la marginación», ha manifestado Marie Struthers, de Amnistía Internacional.
Luego de 24 horas de ofensiva terrestre por parte de Azerbaiyán, las autoridades de Karabaj accedieron a firmar el cese al fuego propuesto por el gobierno ruso, el cual aseguraba que las tropas armenias se retirarían, y el ejército local se disolvería. Tras la victoria azerí, comenzaron las conversaciones entre los representantes de Karabaj y Azerbaiyán para determinar el futuro del territorio.
El Primer Ministro armenio, Nikol Pashinián, responsabilizo tanto a Azerbaiyán, como al gobierno ruso: «La responsabilidad de tal desarrollo de los acontecimientos recaerá enteramente sobre Azerbaiyán, que adoptó una política de limpieza étnica, y sobre el contingente ruso de mantenimiento de la paz en Nagorno-Karabaj». No es la primera vez que el PM armenio apunta contra Rusia y la comunidad internacional, en reiteradas ocasiones ha declarado sobre “el poco esfuerzo” e importancia que se le otorga a la inexistente paz en la región, y como muchos actores del sistema internacional se beneficiaban del status quo. La comunidad armenia también condena la indiferencia internacional y hacen alusión a una repetición o similitud entre los hechos que están ocurriendo en este momento en Karabaj y el genocidio que sufrieron los armenios en 1915.
¿Y ahora?…
Como mencionamos al comienzo del artículo, las autoridades de Nagorno Karabaj decretaron la disolución a partir del 1° de enero de 2024. Lo que podemos entender de esta resolución es que finalmente el territorio está completamente en manos azeríes, y que las dinámicas de poder y comerciales que se mantenían hasta este momento en el Cáucaso están a punto de cambiar.
Los ciudadanos étnicos armenios de Karabaj enfrentan una crisis humanitaria en escala, esta mañana se dio un éxodo de unos 70.500 habitantes que habrían cruzado a Armenia, según informó la agencia de noticias rusa RIA, de una población estimada de 120.000 personas. Si bien las autoridades azeríes aseguran que quienes quieran abandonar el territorio podrán hacerlo de manera pacífica y sin ninguna complicación, ya se reportan incidentes en la única ruta que conecta a Karabaj y Armenia. Teniendo en cuenta el bloqueo de bienes impuesto por Azerbaiyán desde diciembre del año anterior, predomina la incertidumbre sobre si las autoridades azeríes brindarán las condiciones necesarias para quienes deciden quedarse como para también quienes deciden trasladarse hacia armenia.
Finalmente, otro aspecto que no hay que ignorar, es la posibilidad de que en consecuencia de lo ocurrido en Karabaj se activen otros conflictos latentes en la región y como esto impactaría en la cuestión energética. Si bien no están cerca de Karabaj, el Cáucaso Meridional es una región surcada por oleoductos y gasoductos, estando Azerbaiyán entre los productores de energía más importantes de la zona.
Azerbaiyán exporta petróleo por varias rutas de Georgia, siendo la más importante el oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan (BTC), que representa alrededor del 80 por ciento de las exportaciones de petróleo del país, el cual pasa por Georgia y llega a la costa mediterránea de Turquía. El país azerí también exporta gas natural a Europa, y está en planes de incrementar la producción y exportación del mismo.
Por otro lado, Armenia este año estuvo envuelta en una problemática con Turquía, Irán y otros países de la zona porque la central nuclear “Metsamor” ubicada a 16 km de la frontera con Turquía, se vio amenazada debido a un terremoto. Armenia y la Unión Europea mantuvieron conversaciones en los 2000 con el objetivo de cerrar la planta debido a que la central no fue construida con estructura de contención primaria, la cual es aconsejable para los territorios propensos en terremotos, como Armenia, y al mismo tiempo la tecnología utilizada en la planta ha quedado totalmente obsoleta.
Mientras el Kremlin pone sus esfuerzos en la guerra con Ucrania, el Cáucaso se sumerge en una dinámica, que para entenderla un poco mejor desde el otro lado del mundo, podemos catalogarla como “zona liberada”. Siendo la región del mundo con más concentración de conflictos congelados, es posible que estemos ante un eventual descongelamiento de los otros enfrentamientos que habitan en la zona. Como también, frente a una desconfiguración de las lógicas y el equilibrio geopolítico que el Cáucaso conocía hasta este momento.
Bibliografía sobre conflictos congelados
Fernández-Molina, I. (2019). Bottom-up change in frozen conflicts: Transnational struggles and mechanisms of recognition in Western Sahara.
Perry, V. (2009). At cross purposes? Democratization and peace implementation strategies in Bosnia and Herzegovina’s frozen conflict. Human Rights Review, 10(1), 35-54.
Smetana, M., & Ludvík, J. (2019). Between war and peace: a dynamic reconceptualization of “frozen conflicts”.





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