Martin Guzmán, el ministro que no fue 

La gravedad de la renuncia del Ministro viene signada por la importancia que el ex funcionario revestía en el gobierno de Alberto Fernández, caracterizando prácticamente la gestión de Fernández en base a los principios del letrado. Martin Guzmán se puede definir como la personificación máxima de la visión idealista que tenía el propio presidente de su gobierno en los bocetos originales, la imagen que arroja el espejo cuando uno piensa en el Albertismo puro. Guzmán era presentado con un perfil claramente tecnócrata, un hombre joven, que había estudiado en varias de las mejores universidades del planeta y que venía apadrinado por nada menos que el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz. Y por sobre todo, relucía que no tenía antecedentes políticos de ningún tipo, el perfil conciliador y pragmático de Guzmán era una hoja en blanco en donde el peronismo moderado de Alberto Fernández podía proyectar sus ideas y ambiciones. Sin embargo, estas mismas características son las que más tarde le generaron notables conflictos con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, de posiciones más radicales y heterodoxas.

Y a pesar de estos cortocircuitos, el respaldo del propio Alberto en el economista de la Universidad de Brown se hizo notar. Es el Ministro de Economía que más tiempo ha durado en el cargo durante un gobierno de índole Kirchnerista, arrojando el número de 935 días en la silla caliente del Palacio de Hacienda, superando en días en el puesto a nombres representativos de las administraciones K, como el antaño vicepresidente Amado Boudou, el actual gobernador de la Provincia de Buenos Aires Axel Kicillof o el mismísimo Roberto Lavagna bajo el mandato de Néstor Kirchner. Se puede afirmar que la principal constante del Albertismo era el propio Guzmán. En todo momento, la posición del presidente, en muchas ocasiones en contraposición con la de su vice-presidenta, se veía representado por lo que hacía el ex-Ministro. Es lo que hace tan llamativa la renuncia de este. El Presidente no solo pierde un importante miembro del gabinete, pierde el ícono más representativo de su gestión, su principal eje ideológico ordenador.

Más preocupante todavía es que, aún teniendo en cuenta el limitado respaldo que el presidente pudo darle a Guzmán dado sus continuos encontronazos con las figuras de su propia coalición, los números que deja el saliente Ministro no dejan de ser alarmantes En el último año de la administración Macri la inflación fue del 53,8%, mientras que el último dato de inflación del INDEC arroja un 5.1% correspondiente al mes de mayo, lo cual da un aumento interanual de los precios de un 60,7%, el más alto de los últimos 30 años. Además, hay varias estimaciones que indican que la inflación del año 2022 rondará en el 80%. En cuanto al dólar, Alberto Fernández antes de asumir como presidente había señalado que el dólar a $60 era un valor razonable, sin embargo, el dólar oficial en el último día en funciones del ex-Ministro arrojo el número de $130. Sin mencionar el dólar blue, que terminó en $239, dejando una brecha cambiaria entre los dos valores de cambio en 82,9%.

Este dilema fue una de las principales problemáticas de la gestión de Martin Guzmán al mando de la cartera de economía. La restricción en el mercado de cambios, llamado coloquialmente “cepo cambiario” que entre sus efectos más característicos figura el limitar la venta de dólares a personas físicas por solo $200 al mes, cumplió medianamente la tarea de planchar el valor oficial de la divisa norteamericana, pero no logró parar la subida masiva de precios en la economía, además de generar una serie de problemas adicionales.  En primer lugar el cepo frena el crecimiento de la industria, dado que la misma no puede importar los insumos necesarios para sus actividades productivas. En segundo lugar, anula la capacidad de ahorro de las personas, al limitar a la población a la moneda local, la cual es víctima de continuas desvalorizaciones por la subida de los precios.

Los mejores números de Martin Guzmán se dan en materia de crecimiento, donde, si bien el PIB bajo un -9,9% en 2020 como consecuencia de la pandemia, arroja un número de 10,3% en el 2021. Además, según estimaciones, el crecimiento para 2022 será alrededor de un 4%. Como consecuencia de este crecimiento la desocupación bajo de 8.9% (2019) a un 7% (2022). Sin embargo, estos indicadores ocurren bajo políticas fiscales y monetarias sumamente expansivas, las cuales como consecuencia dejan un considerable déficit fiscal (-3% en 2021) y una elevada inflación. Esta situación presenta muchas dudas sobre si ese crecimiento va a poder mantenerse a largo plazo, o si tan solo es una ilusión transitoria como tantos procesos expansivos-recesivos de la economía argentina. Es decir, la gente consume más al no poder ahorrar por las restricciones al mercado de divisas y la desconfianza en la moneda nacional. Este consumo genera un impulso inicial en la economía que se ve complementada por incentivos económicos que otorga el gobierno que contribuyen a engrandecer el déficit fiscal. Dicho déficit del Tesoro es financiado por el Banco Central por medio de emisión monetaria, desvalorizando la moneda y provocando un aumento en los precios. Entonces el poder adquisitivo de la población en términos reales cae, cae el consumo y como no existe ahorro tampoco existe inversión, terminando el crecimiento e iniciando nuevamente una recesión. 

Pese a los fracasos macroeconómicos, es indiscutible que el campo más exitoso del saliente ministro fue el sector externo. Para ser precisos, la renegociación de la deuda externa, en gran parte contraída durante la presidencia de Mauricio Macri, fue el frente más exitoso del economista de Brown. Su primer triunfo ocurrió en agosto de 2020, cuando se anunció la reestructuración del 99% de la deuda con acreedores privados. Pero su más grande laurel ocurrió en marzo de este año,  cuando después de largas y difíciles negociaciones, el gobierno Argentino anuncio el acuerdo de refinanciamiento de deuda con el Fondo Monetario Internacional. Y es en este acuerdo es donde pudimos ver al Guzmán más puro, al tecnócrata de la Ivy League. El acuerdo planteaba una reducción paulatina del déficit fiscal al mismo tiempo que sostenía ir pagando la deuda con crecimiento económico, con la finalidad de normalizar la situación macroeconómica y lograr “tranquilizar la economía” como el mismo Guzmán cita en su carta de renuncia. Desgraciadamente, su principal logro fue también el primer clavo de su ataúd. 

El acuerdo con el FMI fue lo que generó el cortocircuito final entre la vicepresidenta y el titular de la Hacienda. La misma Cristina se ausentó en el Senado el día que se votó el acuerdo con el fondo y su hijo Maximo Kirchner renunció a la presidencia del Bloque de Diputados del Frente de Todos. Desde ese momento todo tipo de obstáculos se presentaron en el camino del saliente Ministro, desde el Cuervo Larroque acusándolo de construir una posible derrota electoral, hasta encontronazos con el ex Secretario de Comercio Roberto Feletti, e inclusive la destitución del Ministro de Producción Matias Kulfas, hombre acérrimo al trabajo de Guzmán, que fungió como sacrificio por parte de Alberto Fernández para apaciguar las cosas con el Kirchnerismo, quienes nunca cesaron de criticar el trabajo del ex Ministro de Economía. Hasta que finalmente, en un episodio que recuerda a la renuncia de Sourrouille en 1989 bajo el gobierno de Raúl Alfonsín, el pasado 2 de julio Martin Guzmán decidió dar un paso al costado. 

Silvina Batakis, figura cercana a CFK, será la nueva encargada de dirigir el destino económico de la Argentina. La respuesta de los mercados no se hizo esperar, con una subida de la cotización de dólar blue a $260 y un riesgo país de 2374 puntos. Mientras que Martin Guzmán quedara en la historia como el Ícaro al cual Dédalo, Alberto Fernández, le dio las alas con las que poder volar. Y fue su padre el que más sufrió al verlo caer calcinado cuando este quiso volar desafiante hasta el Sol de Cristina. Fue el héroe que no pudo ser, el ministro que no fue. 

Escrito por

Estudiante de Contador Publico (Universidad Nacional del Chaco Austral).

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