El Primer Ministro del Reino Unido, Boris Johnson, fue acusado por la policía londinense Scotland Yard, a partir de la difusión de fotos y vídeos, de realizar más de diez fiestas en Downing Street, calle de Londres que alberga las residencias oficiales del funcionario. En consecuencia, actualmente el liderazgo de Johnson se encuentra en crisis.
Repasemos un poco lo sucedido: durante gran parte del 2020 y 2021, Reino Unido estuvo bajo grandes restricciones por la pandemia de Covid-19. Las reuniones sociales estaban prohibidas (y penalizadas con multas de hasta más de £3.000), apenas se podía salir a hacer ejercicio, juntarse de a dos personas en un parque de cercanía y hacer compras cerca del domicilio. Estas restricciones se iban más o menos flexibilizando dependiendo de lo que la situación exigiese. Asimismo, Reino Unido es hoy el quinto país en todo el mundo con más muertes por Coronavirus y el primero de todo Europa.
Fue a fines de enero que la jefa de Scotland Yard (policía metropolitana de Londres), Cressida Dick, salió a decir que se pondrán en acción para investigar una serie de reuniones sociales que se hicieron en Downing Street (dieciséis en total) cuando no estaba permitido realizarlas debido a las medidas dispuestas. Al instante que esto se supo, la funcionaria Sue Gray, Segunda Secretaria Permanente en la Oficina del Gabinete, tomó el liderazgo de la investigación y actualmente todo el país se encuentra a la espera del informe. La primera de estas reuniones está registrada en mayo de 2020, momento en que el país hacía frente a la primera ola de Covid, registrando cientos de muertes por día y atravesando un estricto confinamiento. Por lo que se registran unas dieciséis reuniones entre mayo del 2020 y abril del 2021, no solo en Downing Street sino también en otros edificios gubernamentales.
Pocos días antes de aquella fiesta, Johnson apareció en cadena nacional incitando a que todos los ciudadanos debían cumplir estrictamente con las restricciones dispuestas, poniendo énfasis en que las multas para quienes no las cumpliesen aumentarían. El anuncio de la policía tomó aún más importancia luego de que el canal de noticias británico ITV diera a conocer que el Primer Ministro Boris Johnson realizó su fiesta de cumpleaños con treinta personas en Downing Street, el 19 de junio de 2020, bajo pleno confinamiento para el pueblo británico. El Primer Ministro, en primer lugar salió a desmentir su participación en estas reuniones, aunque luego admitió haber creído que estaba asistiendo a reuniones laborales. El mensaje fue sumamente contradictorio ya que seguidamente pidió perdón frente a todo el parlamento británico.
Ahora bien, parece imposible dejarse de preguntar qué sucede actualmente con muchos líderes políticos que no logran cumplir las propias reglas que imponen. Alberto Fernández en Argentina, Caspar Tsui en Hong Kong y Boris Johnson en Reino Unido son sólo algunos ejemplos de esta actitud. Durante las crisis los líderes políticos suelen mostrar la parte más reveladora de sus capacidades, y es posible observar que la honestidad no fue una para el caso de Johnson. Muchas veces las crisis que los gobiernos sufren hacen tambalear la legitimidad hacia las figuras protagonistas del mismo, pero puede observarse que esto ocurre de una manera mucho más áspera y sensible desde el inicio de la pandemia. Las sociedades han dejado en claro que jugar con su salud y la de sus seres queridos no es chiste y que ese es el límite que no hay que pasar, pero que desgraciadamente muchos se lo llevaron por delante o ni lo percibieron.
Mientras que muchos ciudadanos británicos no pudieron despedir a sus familiares y amigos, la figura principal en tener que dar el ejemplo, el Primer Ministro, estaba tomando vino y riendo con amigos en el jardín de Downing Street. Mientras que la Reina Isabel tuvo que asistir junto a unas pocas personas al funeral de su difunto esposo el Rey Felipe y no despedirlo de manera nacional y multitudinaria como se acostumbra hacer, el Primer Ministro se juntaba la noche anterior con treinta personas más.
Finalmente, el informe fue dado a conocer, pero no en su totalidad para preservar la situación de falsos entendimientos. El resultado del mismo resalta la gran falla en el liderazgo de Johnson por su gran falta de consideración para con todos los británicos en una situación tan delicada como la presente pandemia. Cuando más peligra la legitimidad de un gobierno es cuando la diferencia entre lo que se dice y lo que se hace es una total contradicción en sí misma. Johnson no asume responsabilidad, sino que asegura que nadie le avisó que lo que estaba haciendo iba contra las normas, que él mismo junto a su gobierno, impuso. En un intento por salvarse, el Primer Ministro con sus declaraciones, hundió más su propio barco.
A fines de enero Johnson prometió hacer público el informe que se realizara sobre las acusaciones realizadas, pero Sue Gray insistió en que eso debe hacerse una vez que toda la investigación esté correctamente realizada para no desordenar las respuestas y dar espacio a malas interpretaciones de los hechos. Debido a las polémicas acusaciones, el miércoles 19 de enero Boris Johnson respondió una serie de preguntas en el parlamento británico. Son muchos los diputados en la Cámara de los Comunes que reniegan con la cabeza y abuchean al PM, también son muchos los que lo acusan de haber faltado el respeto a todo el pueblo británico. En un principio, el Premier no niega ni afirma haberlo hecho, responde con las “excelentes” medidas que tomará en sus siguientes meses de mandato para que el país esté mejor, pero muchos diputados continúan acusándolo de haberlo hecho y sobre todo de haberse contradicho constantemente con sus declaraciones.
Uno de los momentos más impactantes de la sesión fue cuando el conservador David Davis y aliado de Johnson le dijo “You have sat there too long, for all the good you have done. In the name of God, go.” (Te has sentado allí demasiado tiempo, por todo el bien que has hecho. En el nombre de Dios, vete). Es imperiosa la necesidad que Johnson tiene de responder constantemente con los logros que el gobierno hizo, aunque muchas veces frente a semejante decepción, pocos logros pueden reparar el daño hecho y recomponer la legitimidad del funcionario. También Johnson adelantó que creará la función de Secretario Permanente que supervise el buen funcionamiento de las oficinas del Primer Ministro y también pondrá sus esfuerzos en mejorar la relación entre el Ejecutivo y el Parlamento.
Muchos miembros de la oposición y de su propio partido han solicitado la renuncia del Primer Ministro, la figura política de Johnson se encuentra en el precipicio y no se descarta que los propios conservadores inicien un proceso interno para destituirlo del cargo. Lo que en muchos casos termina por enfurecer a la población es que quienes redactan las reglas, se crean la excepción al cumplimiento de las mismas. Ya son varios los asesores que han decidido renunciar luego de que las paupérrimas reacciones de Johnson frente a la polémica, tres de sus principales asesores: el secretario privado principal Martin Reynolds, el jefe de gabinete Dan Rosenfield, y el director de comunicaciones Jack Doyle, lo que demuestra un gran descontento hacia las acciones y reacciones del Primer Ministro, no solo de la oposición, sino de su círculo más cercano.
Los pueblos tienen memoria y no olvidan cuando quienes se supone que debían cuidarlos, se estaban riendo a sus espaldas. Señor Primer Ministro, son los invitados de su fiesta los que le están apagando las luces antes de que termine.
Un comentario en “Señor Primer Ministro, la fiesta terminó”