Elecciones en Venezuela (III): Crónica de una (Auto)Derrota

El pasado 21 de noviembre fueron realizadas en Venezuela las Elecciones Regionales y Municipales, donde fueron electos los cargos ejecutivos a las 23 gobernaciones y 335 alcaldías del país, más los consejos municipales y demás cargos legislativos estatales y municipales. Este nuevo proceso electoral vino marcado por el retorno a la ruta electoral de los principales partidos de oposición, es decir, Acción Democrática (AD), Voluntad Popular (VP), Primero Justicia (PJ) y Un Nuevo Tiempo (UNT), (conocidos también como G4) bajo la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD); la reconfiguración del Consejo Nacional Electoral, que pasó a incluir figuras opositoras, e incluso contó con la observación de una Misión de la Unión Europa (que ya publicó su primera declaración preliminar).

Tabla 1 – Participación y Resultados Elecciones entre 2012 y 2021

AñoParticipación (%)Votos al Oficialismo (%)Votos a la Oposición (%)
2012 (Presidenciales)80.255.07 44.31
2013 (Presidenciales)79.6550.6149.12
2013 (Municipales)58.3648.6939.34
2015 (Parlamentarias)74.1740.9256.21
2017 (Regionales)61.0355.0744.31
2018 (Presidenciales)46.0767.8431.75
2018 (Municipales)27.476.2320.45
2020 (Parlamentarias)30.1869.3422.94
2021 (Regionales y Municipales)41.845.754.3

Elaboración Propia. Fuente: Consejo Nacional Electoral. (1. Por Oposición se toma a todas las opciones abiertamente disidentes al chavismo)

Tabla 2 – Total de Votos Totales y por Fuerza Política entre 2013 y 2021

AñoTotal de VotantesVotos al OficialismoVotos a la Oposición1
2012 (Presidenciales)15.160.2898.191.1326.591.304
2013 (Presidenciales)15.057.4807.587.5797.363.980
2013 (Municipales)11.122.3815.216.5224.373.910
2015 (Parlamentarias)14.385.3495.625.248 7.728.025
2017 (Regionales)11.035.8985.814.9034,983,626
2018 (Presidenciales)9.389.0566.245.8622.943.282
2018 (Municipales)5.673.0634.324.6021.160.493 
2020 (Parlamentarias)6.251.0804.321.9751.169.872 
2021 (Regionales y Municipales)8.151.7933.722.6564.429.137

Elaboración Propia. Fuente: Consejo Nacional Electoral (1. Por Oposición se toma a todas las opciones abiertamente disidentes al chavismo)

Lo primero por mencionar respecto a estos comicios es la abstención. En el primer capítulo de esta cobertura se había planteado que uno de los principales retos de la Oposición iba a ser el movilizar al electorado abstencionista que, en pasadas elecciones, como fue el caso de las regionales del 2017, había demostrado actuar independiente de la convocatoria hecha por el G4. En un primer vistazo a los agregado nacional de los votos, expresados en la Tabla 1 y 2, se podría plantear que la convocatoria opositora fue fracasada, puesto a que solo logró recuperar el porcentaje de participación obtenido por la oposición en 2018, cuando era representada por un Henri Falcón, candidato presidencial sin aval del G4, que llamó a la abstención; sin embargo, un vistazo más detallado revela que el bajo nivel de participación ya no puede explicarse por una ausencia de votantes opositores sino, sorpresivamente, una caída del electorado chavista.

Desde que el G4 anunció su renuencia a participar en elecciones luego de su derrota (favorecida por la abstención no controlada) en 2017, la movilización electoral cayó en 3 millones; luego de que Falcón, tras su derrota en 2018, afirmase que las elecciones fueron fraudulentas y se negase a volver a participar, la movilización opositora llegó se redujo 2 millones y continuó reduciéndose por las siguientes dos elecciones; sin embargo, con el nuevo llamado a participar, la oposición recupera los mismos niveles de las regionales del 2017. Se sostiene acá como hipótesis que el límite que impide recuperar la movilización tenida entre 2012 y 2015 es precisamente esa población abstencionista que se rehúsa a participar aún cuando la Oposición convoque a ello.

Por el otro lado, en el chavismo, la caída ha sido prácticamente constante, solo remontando un millón de votos en las presidenciales del 2018, para continuar la caída que, para estas elecciones, implica la mitad del electorado originalmente movilizado por Maduro en su primera elección luego de la muerte de Chávez. Precisamente este hecho permite entender cómo el pequeño remonte de la oposición fue suficiente para sobrepasar por primera vez desde 2015 al oficialismo en el nivel nacional. El chavismo parece vivir una transformación, habiendo comenzado como un movimiento de masas, su electorado se ha vaciado: el movimiento político ha perdido a sus masas. Cuatro primeras hipótesis para seguir explorar este hecho son a) la gestión de Maduro ha logrado un desgaste en el electorado chavista, que le hace voto castigo absteniéndose o traspasando su respaldo a la Oposición, b) la crisis política, y no la gestión de Maduro, ha producido los impactos antes mencionados en el electorado chavista, c) la crisis emigratoria nacional comenzó a reducir el electorado chavista en tanto este ha emigrado también, o d) una combinación de las tres anteriores está produciendo este hecho.

Sin embargo, pese a estas tendencias, y aun cuando las oposiciones (es decir, la MUD, Alianza Democrática y los candidatos independientes alineados a estos) lograron alcanzar una mayoría a nivel nacional, con 4.429.137 votos contra los 3.722.656 votos obtenidos por el chavismo y los partidos independientes alineados con el gobierno, la traducción de estos votos en gobernaciones solo logró que la oposición consiguiese tres gobernaciones (las de los estados Zulia, Nueva Esparta y, por primera vez en chavismo, Cojedes), contra las diecisiete obtenidas por el oficialismo (que recupera las gobernaciones de Táchira y Anzoátegui), quedando solo dos gobernaciones, las de los estados llaneros, y bastiones del chavismo, Barinas y Apure, en disputa para la fecha de escritura de esta nota, 25 de noviembre. Ahora, en el nivel local, la(s) oposición(es) tuvieron su mejor elección, ganando, hasta el primer boletín, 117 alcaldías, siendo el máximo histórico alguna vez obtenido por la oposición como movimiento las 76 conseguidas en las elecciones municipales del 2013. 59 de esas 117 alcaldías fueron conseguidas por la MUD, 37 por Alianza Democrática y 21 por partidos independientes alineados a la Oposición.

Ahora, para poder explicar cómo con una victoria a nivel del agregado nacional y con una relativa victoria, en comparación con perfomances pasados, en el nivel local la oposición continuó fracasando en el nivel regional a la explicación más sencilla, aunque no por ello, menos cierta, de la dispersión heterogénea del voto en el país; sin embargo, un segundo factor intervino en varias gobernaciones para conducir al fracaso de la oposición, que es una de las situaciones expuestas en el segundo capítulo de esta cobertura de las elecciones, donde se evidenció distintos conflictos por candidaturas unitarias que develaban una seria controversia entre las dirigencias locales y nacionales de la Oposición para hallar un acuerdo común sobre cómo aproximarse a la realidad política del país y qué intereses priorizar.

Un primer caso para mencionar es el del estado Táchira, región fronteriza donde dos adecos (partidarios de AD) se enfrentaron mutuamente en la misma medida en que competían contra el candidato oficialista, Freddy Bernal; por un lado, Laidy Gómez, la adeca expulsada de su partido por promover una estrategia de moderación, negociación y apego a la ruta electoral cuando el Secretario General de su partido, Ramos Allup, proponía la intransigencia y la abstención, alcanzó un 40.08% de los votos; mientras que el enviado de Ramos Allup, Fernando Andrade, obtuvo el 16.28%. Ambos fueron superados por Freddy Bernal, que venció a Gómez por 1.02% puntos porcentuales, es decir, casi 3 mil votos. La fractura no pudo sino garantizar la victoria del chavismo y la derrota de una Laidy Gómez que, por segunda elección consecutiva, aún ahora desvinculada a la MUD, se evidenciaba como una lideresa con amplio apoyo local.

La situación se repitió en el estado Lara, donde Henri Falcón, histórico dirigente Avanzada Progresista, y gobernador en dos ocasiones de dicho estado (la primera vez en 2008 con el chavismo, la segunda en 2012 con la MUD), alcanzó el 41% de los votos, siendo superado por 5.53 puntos porcentuales por el candidato oficialista, Adolfo Pereira. Vale aclarar que, en esta ocasión, Falcón se participó como parte de Alianza Democrática, al igual que lo hizo Gómez en Táchira, y tuvo que competir con el candidato de la MUD, Luis Florido, que obtuvo el 7.47% de los votos. Por segunda ocasión, los dirigentes de fuerte tradición y base local demostraron ser las opciones opositoras más populares, y nuevamente los márgenes de su derrota frente al oficialismo podrían haber sido cubiertos con una candidatura unitaria con la MUD.

Sin embargo, como contracaso se puede tomar el del estado Zulia. Acá, el candidato de la MUD fue Manuel Rosales, de origen adeco y luego cofundador de su escisión regional Un Nuevo Tiempo, y político veterano con más de cuarenta años de carrera política en el estado, del que llegó a ser dos veces gobernador entre 2000 y 2008. Con 54.84% de votos, logró imponerse al candidato oficialista, Omar Prieto (que obtuvo 37.80%). El candidato de Alianza Democrática para esta ocasión fue Eliseo Fermin, un político independiente con un perfil poco notorio.

Siguiendo la línea de estos casos, es relevante empezar a considerar y ponderar el papel que tiene la trascendencia local y regional de los candidatos, antes que la mera afiliación a los principales e históricos partidos de oposición. Como hipótesis para futuras investigaciones se puede plantear que la política nacional, o por lo menos la política opositora, se está regionalizando, y en esas circunstancias, será un reto para las dirigencias nacionales del G4 evaluar cómo desearán aproximar este hecho, si seguirán buscando la agenda centralizada y planificada desde lo nacional, o si empezará a ceder ante la demanda de democratización de la dirigencia opositora que desde las bases locales se han empezado a manifestar.

Junto a este reto, estas elecciones terminan presentando a la(s) oposición(es) otros dos. Primero, cómo afrontará la existencia de otras oposiciones (Alianza Democrática, Independientes) capaces de movilizar votantes, y conseguir alcaldías, a su favor. El cuestionamiento es si lograrán articularse o se mantendrán tan separados como lo estuvieron hasta estas elecciones, con el G4 acusando a Alianza Democrática de falsa oposición. Al respecto, Henrique Capriles, en rueda de prensa, ya habría apuntado contra quienes acusaban de falso opositores a Alianza Democrática y señalaría que se puede si bien los dirigentes y militantes pueden acusarlos de falsos opositores, el pueblo que los eligió no los consideró como tales y les creyó en tanto opositores. “Entonces hay que revisar a lo interno. Nadie es dueño de la oposición y no tenemos un opositometro para ver quién es opositor y quién no es opositor. El pueblo habló”.

Pero, además, el G4 y la MUD se enfrentan al reto particular de tener qué decidir cómo actuar a partir de ahora en función de esta elección: ¿seguirán participando o volverán a retirarse? ¿Cómo explicarán las derrotas? ¿Cómo convencerán a los abstencionistas independientes de volver a integrarse a la vida electoral? El G4 está obligado a emprender el proceso pedagógico que hasta ahora ha eludido, y muchas consecuencias le ha traído (considerando que se enfrenta a un chavismo cada vez más debilitado, que si bien ganó 17 gobernaciones, lo hizo sin llegar a superar el 50 por ciento de los votos en ninguno), o enfrentarse a regresar al fondo del laberinto del que casi parecen lograr salir.

Escrito por

Nacido en Caracas, Venezuela. Estudio Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires. Interesado en Política Latinoamericana, Poder Judicial y Fuerzas Armadas.

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