Las tensiones entre Ucrania y Rusia continúan en ascenso. A pesar del alto al fuego establecido a mediados del 2020, la relación entre ambos países se ha erosionado aún más en los últimos meses.
Hacia septiembre del 2021 Ucrania acusó a Rusia de estar brindando apoyo militar a los separatistas prorrusos incentivando así la violencia y el odio, lo cual podría poner en peligro el “alto al fuego” entre ambos países.
Desde el lado ruso no se niega este hecho. Sin embargo, las autoridades rusas consideran que las observaciones y presencia de los observadores mandados por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) no suman a nada a la resolución de un conflicto que ya lleva siete años: “no ejerce ninguna influencia positiva en el proceso de solución (del conflicto) y (que) su continuación ya no es útil” determinaban las autoridades rusas.
Hacia el 15 de septiembre de este año, el Ministro de Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, comentaba que los rebeldes respaldados por Rusia “amenazan abiertamente a Ucrania con una guerra y con destruir al Estado ucraniano”. A su vez, comentó, que si Rusia cruzaba la frontera de Ucrania “sufriría”.
A mediados de septiembre Andriy Melnyk– embajador de Ucrania en Alemania- estableció que Ucrania debía de ser integrada “a una alianza como la OTAN (…), o no nos dejan más opciones que armarnos por nuestra cuenta”, refiriéndose a las armas nucleares: “¿Cómo podemos, si no, garantizar nuestra defensa?”
Sin embargo, desde Moscú se dijo que no se amenazaba a nadie y que en realidad quien provocaba era Ucrania. ¿Hasta cuándo resistirá el “alto al fuego”?