En el mes del orgullo LGBT -cuyo objetivo es concientizar sobre la diversidad sexual- el Parlamento húngaro aprobó un controvertido paquete de leyes que no sólo busca limitar los derechos de esta comunidad, sino que incluso se la asocia con la pedofilia.
El pasado martes 15 de junio, el poder legislativo de Hungría sancionó a favor de las propuestas del gobierno ultraconservador de Viktor Orbán donde se prohíbe la “promoción” de la homosexualidad y la reasignación de género entre los menores de 18 años. La votación cerró con 157 votos afirmativos -Fidesz, el partido oficialista, cuenta con mayoría parlamentaria- y la oposición se abstuvo de involucrarse en “ese juego”.
En la práctica, implicaría la eliminación de programas sobre educación sexual y de género en las escuelas, junto con la censura de libros, películas y propagandas que aborden la temática de diversidad sexual y/o “promuevan la desviación de la identidad de género, el cambio de sexo o la homosexualidad”.
Asimismo, esta legislación se produce en el marco de un paquete para la protección de los menores ante la pedofilia, lo que ha generado la indignación por parte de cientos de húngaros y organizaciones de la sociedad civil, quienes se movilizaron en contra de la vinculación de la homosexualidad y la reasignación de género con este delito. Por su parte, eurodiputados y ONGs han señalado su preocupación frente al posible aumento de la homofobia en Hungría, la estigmatización y acoso a residentes por su orientación sexual o su identidad de género y las consecuencias en relación a la salud mental que puedan tener los jóvenes.
Cabe mencionar que estas no son medidas aisladas, sino que las mismas se suman a una serie de comentarios y restricciones en contra de la comunidad LGBT que se han producido desde la llegada al poder de Orbán y su objetivo de mantener una Hungría basada en los valores cristianos y la cultura húngara. Algunos ejemplos son el hecho de que la Constitución del país establece que el matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer, la adopción se prohibió para las parejas que no sean padre hombre y madre mujer y las personas transgénero han perdido su reconocimiento legal, incluso si ya habían hecho el cambio de género.
Orbán busca consolidar su base electoral para 2022. Sin la posibilidad de explotar políticamente la “invasión de inmigrantes” hacia Europa -dado que con las restricciones de movilidad por el COVID-19, los movimientos de desplazados han disminuido-, junto con una oposición dispuesta a unirse para hacerle frente, la retórica de proteger la identidad cristiana de los húngaros vuelve a florecer a costa de los derechos y libertades esta vez de la comunidad LGBT+.

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