Mientras suenan nuevamente los tambores de guerra -y las bombas- en la Franja de Gaza, el presidente argentino culminó una importante gira por Europa para el futuro de las renegociaciones con el Fondo Monetario Internacional. El mundo continúa girando al revés. ¡Espero que esta humilde selección de algunos de los hechos más importantes de la última semana les sirva para comprenderlo un poco más!
Fronteras abiertas
- Tambores de guerra e internas en Gaza
Las protestas comenzaron el viernes de la semana pasada después de que a un grupo de palestinos no los dejaran ingresar a la mezquita de Al-Aqsa en el día más sagrado para el Islam, la noche de finalización de Ramadán. La mezquita, ubicada en la Ciudad Vieja de Jerusalén, es uno de los lugares sagrados más venerados por los musulmanes, solo detrás de La Meca y Medina. La zona también es el sitio más importante para el judaísmo, conocido por quienes profesan esa religión como el Monte del Templo. Por ello, en ese lugar suceden frecuentemente enfrentamientos entre judíos y musulmanes. No obstante, desde hace varios años que no se registraban sucesos de este calibre en la zona.
Una de las causas del incremento en la violencia es el intento de un grupo importante de colonos judíos de apropiarse de hogares pertenecientes a familias palestinas en la zona Este de Jerusalén. El área se encuentra ocupada por Israel, por lo que esta práctica suele ser moneda corriente por parte de ciudadanos israelíes, e incluso es apoyada por el Estado.
Los causantes originarios del conflicto palestino-israelí son, en alguna medida, conocidas por todos. Hay que remontarse a comienzos del siglo XX para rastrear el comienzo moderno de las luchas entre ambos. Sin embargo, uno puede remontarse siglos o incluso milenios –hasta los tiempos bíblicos– para poder explicar las complejidades de por qué estos pueblos se disputan de manera tan encarnizada un pedazo de tierra ubicado en Medio Oriente.
Tras el establecimiento efectivo del Estado de Israel en 1948, se produjeron distintos acontecimientos clave, entre ellos: la Guerra de los Seis Días (1967), la Primera Intifada (1987-1993), los Acuerdos de Oslo (1993), la Segunda Intifada (2000-2006). En 2009, 2012 y 2014, hubo guerras en Gaza que resultaron en miles de muertos. Entre medio, se suceden enfrentamientos y escaramuzas constantes entre las fuerzas israelíes y los palestinos. Desde 2017 que no había una escalada de violencia y de tensión del actual calibre en la región.
Una particularidad de los acontecimientos de estos días es la participación de la sociedad civil, quizás, como pocas veces anteriormente. En un contexto mundial donde los nacionalismos se encuentran cada día más exacerbados, no es casual que esto también suceda en una de las zonas del planeta donde la cuestión nacional, religiosa, étnica y cultural reviste mayor importancia para sus habitantes. Tanto para los palestinos como para los israelíes, eso desempeña un rol fundamental a la hora de pensar sus respectivas políticas internas.
El premier israelí Benjamín Netanyahu se encuentra en una encrucijada. Más allá del éxito de su campaña de vacunación, Israel lleva celebradas cuatro elecciones en dos años, ya que Netanyahu no logra los apoyos necesarios para formar gobierno. A su vez, en Palestina existe una interna entre Hamas, la organización política-militar que actualmente gobierna la Franja de Gaza, y Al-Fatah, su opositor, liderada por Mahmoud Abbas, a cargo de la Autoridad Palestina.
En 2007, Hamas expulsó a Fatah de Gaza, y desde entonces no han podido ponerse de acuerdo respecto de cuál es el camino por seguir para Palestina. En 2014 firmaron un acuerdo para un gobierno de unidad, pero fracasó. En 2017 ambos suscribieron el pacto de reconciliación palestina en El Cairo pero, por ahora, la disputa entre las dos principales organizaciones palestinas continúa. Hamas tiene una postura mucho más dura respecto de Israel, siendo su principal aliado internacional Irán, mientras que Fatah es más proclive a negociar y llegar a acuerdos. Habían acordado elecciones para otoño del 2020, pero fueron “prorrogadas indefinidamente” por Abbas. Cada vez que hay una escalada de violencia, Hamas aumenta su popularidad, ya que ha logrado mostrarse como el “garante de la resistencia”.
Más allá de las distintas facciones en pugna, esta vez los civiles son protagonistas insoslayables. Quienes organizan los levantamientos en el este de Jerusalén, por ahora, ven a Hamas como un aliado. Todos los dirigentes aprovechan la tensión y la violencia, para llevar agua a su molino. No obstante, no se puede hablar de ninguna manera de un “conflicto inventado”, ya que las causas, amén de existir, son muy profundas. El equilibrio de poder puede estar cambiando a medida que la sociedad se involucra más y más.
Todo indica que podemos estar ante una nueva “guerra de Gaza”, como las mencionadas anteriormente. En el medio, las principales víctimas son los civiles, pero esta vez, también sus protagonistas. Estará por verse cómo repercute esto políticamente en el futuro tanto de Israel como de Palestina, y en un conflicto de muy difícil resolución a mediano plazo.
- Gira exitosa de Alberto por Europa
La gira de Alberto Fernández por Europa tuvo dos claros objetivos: conseguir apoyo para la renegociación de los plazos de la deuda externa con el Fondo Monetario Internacional y proyectarse como líder regional hacia el resto del mundo. Para ello se reunió con el premier portugués (Antonio Costa), con el Rey de España (Felipe VI) y el presidente (Pedro Sánchez), y con sus pares Emmanuel Macron en París y Sergio Mattarella en Roma. Allí también visitó el Vaticano y se encontró en privado con el Papa Francisco. Fue el primer conclave entre ambos tras la aprobación de la ley del aborto en diciembre del año pasado. El eje de todos los encuentros fue, principalmente, cosechar apoyos para la posición de Argentina respecto de la renegociación de la deuda. De yapa, estuvo la reunión con Kristalina Georgieva que, de acuerdo a los voceros oficiales, estuvo en muy buena sintonía con la posición argentina.
Hay dos ejemplos recientes donde la Casa Rosada puede inspirarse a la hora de encarar la negociación con el FMI. Estos son, los casos de Portugal y de Grecia.
En Portugal, a finales de 2014 el desempleo llegó a ser de 14,8%. Su déficit comercial ese mismo año fue del 7,2% del Producto Bruto Interno (PBI). A partir del segundo semestre de 2016, el país comenzó a crecer. El PBI aumentó un 2,7% al año siguiente, mientras que el empleo ascendió un 3,5% y el desempleo cayó al 8%, motivado por la disminución de las horas semanales de trabajo a 35. Mientras tanto, el déficit se redujo drásticamente al 0,6% a finales de 2018; es el más bajo desde 1974. Todo ello disparó la inversión extranjera. En 2012, el peor año de la crisis, el ingreso por habitante disminuyó hasta un 4 %. Hoy, su PBI per cápita continúa incrementándose: mientras que en 2017 fue de 4.741 euros, el año siguiente fue de 166 euros mayor. Esto logró que el país experimentara un verdadero shock de consumo en los últimos años.
Contra todo pronóstico de los economistas ortodoxos y de los organismos internacionales de crédito, sin las medidas de austeridad dictadas por la troika, el país logró despegar. Según el Primer Ministro Costa, aunque el gobierno “siguió las reglas dictadas por Europa”, también implementó medidas contrarias a las recetas históricas. Comparado con el resto de Europa central, los salarios siguen siendo bajos. La desigualdad sigue siendo mayor a la media de la Unión Europea. Sin embargo, la situación en la que se encuentra actualmente dista diametralmente de la que se encontraba hace tan solo cinco años.
Su contracara es Grecia. Allí los salarios perdieron un 30% de poder adquisitivo, en 2010, 2012 y 2015 se produjeron tres “rescates”, lo que significó 260.000 millones de euros de nueva deuda; el PBI también cayó un 30% y la deuda llegó a significar un 180% del mismo. El desempleo general superó el 27% -hoy oscila el 20%- y entre los jóvenes trepó por encima del 60%, el más alto de toda Europa.
Estas cifras representan una verdadera catástrofe social producto de las medidas de austeridad, sobre la cual advirtieron premios Nobel de economía como Paul Krugman y el maestro de Martín Guzmán, Joseph Stiglitz. El país estuvo “intervenido” por el Fondo Monetario Internacional por nueve años, entre 2009 y 2018. Incluso un gobierno que se presentaba de izquierda como el de Syriza, una especie de Podemos a la griega, continuó con las políticas de austeridad dictadas por el FMI y le costó perder la elección frente a los conservadores en 2019.
Tanto Fernández como Guzmán han elegido claramente mirarse en el espejo de Portugal. El tiempo dirá si son capaces de tener una renegociación y una posterior recuperación económica de una magnitud similar, sin contar, por supuesto, con la espalda del Banco Central Europeo. Por lo pronto, no haber elegido seguir el camino de Grecia es una buena noticia para la gran mayoría de los argentinos. Por más que los cuestionamientos sigan apareciendo, no solo desde afuera, sino también desde adentro.
Refuerzos extra
Recomendación musical: The Byrds – Sweetheart of the Rodeo, 1968
Recomendación seriéfila: The Uptowns, 2021
Recomendación cinéfila: Tigre Blanco, 2020
Recomendación literaria: Emmanuel Carrere – Yoga, 2021
