En el día de ayer, la política brasileña llamó la atención de todos los especialistas en la materia debido a la reforma ministerial que está llevando a cabo el presidente Bolsonaro. A una semana de haber renunciado el ministro de salud, el canciller Araújo, el ministro de defensa Azevedo e Silva y la cúpula militar dejaron el gobierno en menos de 24 horas.
En una mañana maratónica, el jefe del Poder Ejecutivo cambió a los representantes del Ministerio de Defensa, Relaciones Exteriores, Justicia, Fiscalía General de la Nación, Secretaría de Gobierno y la Casa Civil (que sería el paralelo brasileño del Jefe de Gabinete argentino). Si bien los cambios en el gabinete son habituales (más teniendo en cuenta la frecuencia de estos en la gestión Bolsonaro en particular), este recambio llamó la atención porque demuestra un desgaste en la gobernabilidad del Poder Ejecutivo, el cual se presenta cada vez más aislado de los otros dos Poderes.
La renuncia de Araújo llamó la atención ya que es considerado uno de los pilares principales del gabinete del presidente carioca. Si bien es conocido por sus polémicas declaraciones, en la última semana el representante de Itamaraty fue acusado por miembros del Senado de omitir su deber al no llevar a cabo esfuerzos diplomáticos para conseguir más vacunas contra el Covid-19 en plena crisis sanitaria.
En cuanto al ministro de Defensa, se alega que la renuncia fue a causa de que Azevedo e Silva se negó a politizar las Fuerzas Armadas, más allá de que estaba inconforme con la dirección que está tomando la gestión. Junto con él, siguieron los jefes del Ejército, la Marina y las Fuerzas Aéreas. El nuevo ministro de Defensa es Walter Braga Netto, un general que ya estaba en el Gabinete al frente de otra cartera. Es la primera vez desde la recuperación de la democracia que cambian simultáneamente en Brasil las cúpulas civil y militar de las Fuerzas Armadas. La salida de la cúpula castrense agrava una crisis política que coincide con el peor momento de la pandemia, cuando el país bate récords de muertes y contagios de coronavirus.
En cuanto a la renuncia del ministro de Justicia y el Fiscal General, puede ser entendido como un revés para el STF (Supremo Tribunal Federal), ya que los funcionarios eran cercanos a los magistrados del STF. De esta manera, Bolsonaro no solo se está poniendo en contra al Poder Legislativo, sino también a una buena parte del Poder Judicial al derribar uno de los pocos puentes que quedaban entre el Planalto y el STF.
Un dato no menor es que el Supremo Tribunal Federal aún tiene que decidir el 14 de abril si apoya o no la decisión del juez Fachin con respecto a la suspensión de las condenas impuestas a Lula da Silva en la causa de Lava Jato. Esta decisión final es la que determinará si el PT vuelve a convertirse en “elegible” y rival de Bolsonaro en las elecciones presidenciales del año entrante.
En cuanto a la Secretaría de Gobierno, quedó a cargo de la diputada Flávia Arruda, integrante del Centrão y aliada de Arthur Lira (quien fue uno de los principales acusadores de Araújo y quien exigió la renuncia del mismo).
Según Danilo Bragança, la llegada del Centrão en base a los acuerdos que llevaron a Arthur Lira y Rodrigo Pacheco a la presidencia de la Cámara y el Senado respectivamente, terminó por convertirse en un obstáculo para el gobierno de Bolsonaro. Los cambios ministeriales de este lunes (29) revelan un proceso de deterioro de las relaciones del gobierno con las Fuerzas Armadas, al mismo tiempo que hay un proceso de “acomodación” de las relaciones entre el gobierno, el Ejecutivo y el Legislativo, especialmente con el Senado, que atacó duramente a Ernesto Araújo en la Cancillería.