El instituto nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) publicó recientemente los últimos datos acerca de las tasas de empleo correspondientes al segundo trimestre del año 2020. Gracias a las modificaciones implementadas por el INDEC en 2018 a la hora de realizar mediciones y encuestas, las muestras obtenidas son ahora más completas. La introducción de factores de medición referidos al sexo, por ejemplo, ayudan a mostrar cuál es la situación en la que se encuentran las mujeres en comparación a los hombres.
Utilizando los resultados de la encuesta como puntapié inicial y teniendo en cuenta que estas mediciones reflejan los efectos que la pandemia tiene sobre la sociedad, este artículo propone realizar una lectura de los mismos con una perspectiva de género, entendiendo que la pandemia no afecta de igual manera a todos los individuos.
¿Se puede medir la desigualdad de género en el ámbito laboral?
La desigualdad de género se puede medir y estudios pormenorizados que toman como variantes al género ayudan a exponer las diferencias entre remuneraciones y posibilidades para hombres y mujeres. Estos índices pueden ayudar a responder preguntas como: ¿Por qué las mujeres son menos empleadas que los hombres? ¿Cuál es la diferencia entre los ingresos de hombres y mujeres? ¿Por qué las mujeres son remuneradas en menor medida que los hombres por igual trabajo? ¿Y qué pasa si se considera trabajo no sólo a lo que se remunera sino también al trabajo doméstico no remunerado?
Para poder comprender problemáticas de inclusión laboral referidas al género es necesario prestar atención a la composición del mercado laboral, y es por esto que explicar el desempleo como simplemente “personas sin trabajo” no explica por qué las mujeres son más pobres que los hombres en Argentina o por qué no acceden a las mismas posibilidades en el ámbito laboral.
A partir de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) realizada por el INDEC correspondiente al 2do trimestre del año 2020 es posible realizar los primeros análisis certeros en cuanto a cómo se manifiesta la pandemia en el bolsillo de los y las ciudadanas argentinas. La veracidad y exactitud de estos datos fueron cuestionadas en más de una oportunidad en diferentes medios y organizaciones; en respuesta el propio Instituto de Estadísticas y Censos señaló que, frente a la imposibilidad de tomar datos presenciales y utilizando la comunicación telefónica para ajustarse a los protocolos establecidos por COVID 19, ciertos datos no cuentan con la calidad con la que habitualmente la EPH presenta sus resultados.
¿Qué dicen los números?
En el informe presentado por el INDEC se puede notar como dato fundamental los números referidos al índice de desocupación laboral, que se destacan por llegar al máximo histórico desde el 2004 a la fecha. El INDEC afirmó que el índice de desocupación laboral en Argentina es del 13,1%. Teniendo en cuenta este dato es correcto afirmar que estos numeros se traducen fundamentalmente en la caída de la actividad, la desocupación laboral y finalmente el trabajo en negro y no remunerado como consecuencia de la pandemia.
En cuanto a la caída de la actividad (que afecta fuertemente a las tasas de desocupación laboral), estos números demuestran que durante el 2do trimestre del 2020 el impacto fue mayormente sufrido por hombres: a través de este censo el INDEC registró una caída de la actividad mayor a 10 puntos en hombres, pasando de un 68,7% a un 58,0% en tres meses. La tasa de actividad y empleo sigue siendo de cualquier manera de hombres sobre mujeres: mientras que el 58% del aglomerado urbano masculino en capacidad de ejercer fuerza de trabajo se encuentra laboralmente activo, solo el 41% de las mujeres en mismas condiciones se reproducen en ámbitos laborales activos. Es así que la tasa de actividad (cociente entre la población activa y la población en edad de trabajar) registra caída de ambos lados de la brecha, pero siempre en desventaja mayor de la platea femenina.
Si a esto se le suma la división de rango etario, es posible notar que son las mujeres de 14 a 29 años quienes más diferencia sufren en cuanto a desocupación. Además, referido estrictamente a la tasa de empleo, el grupo de mujeres de 30 a 64 años registra un 19.8% de diferencia por debajo de los hombres en este indicador. Finalmente, como se observa en el siguiente gráfico, es este mismo grupo etario quien padece también la diferencia más importante relacionada a la tasa de actividad.
Una lectura aún más profunda indicaría que basándose en estos resultados y tomando como promotores a estos índices, las mujeres de 30 a 64 son quienes sufren mayormente trabas a la hora de acceder a oportunidades laborales o a escalar a nuevas posiciones dentro de sus ámbitos de trabajo.
Es por esto que cuando se toman los datos referido a quienes ocupan cargos jerárquicos, se puede observar como son los hombres quienes acceden a estos puestos en mayor porcentaje, mientras que las mujeres no se desempeñan en igual medida en los mismos roles.
La brecha salarial, ¿con buenas noticias?
Entendiendo que la brecha salarial es la diferencia existente entre el salario medio de los hombres y las mujeres, como porcentaje del salario medio de los hombres (lo que gana de menos una mujer de media con respecto a lo que gana un hombre de media) el INDEC informó que se registra una disminución en la diferencia salarial percibida entre hombres y mujeres. Para hacer una comparación relevante primero se debe observar el porcentaje que el INDEC compartió a la misma altura del año pasado: es así que para el segundo trimestre del 2019 la brecha salarial registraba una diferencia salarial del 27,2% de hombre sobre mujeres. Un año más tarde, el INDEC afirma que la diferencia entre los asalariados hombres y las asalariadas mujeres escala a un 22,6%, lo que arrojaría un resultado “positivo” en cuanto a dicho estudio.
Si bien la brecha salarial es un factor de suma importancia para medir la diferencia del trabajo y la remuneración que los hombres y las mujeres prestan, no es el único indicador de lo mismo. El trabajo no remunerado, por ejemplo, hace referencia a la labor prestada por las personas fuera de su horario laboral remunerado vinculado a las tareas del hogar, al cuidado de niños y al cuidado de adultos mayores. En este sentido, el Instituto Nacional de Estadística y Censos confirmó que en el 73% de los hogares en Argentina quienes están encargadas de las tareas del hogar y el cuidado son mujeres, reforzando así la premisa de que las mujeres realizan doble trabajo (el que prestar remuneradamente en el mercado y el que luego se ven forzadas a prestar en el hogar) por menor paga.
Es tarea urgente entonces, estimular la creación de políticas públicas de cuidado que sirvan como soporte al doble desempeño que las mujeres se ven forzadas a prestar, políticas tales como la educación acerca del trabajo doméstico y el desempeño de los roles en las tareas del hogar, la licencia por paternidad extendida o la necesidad de cortar con las herencias intergeneracionales de esta práctica. Finalmente, es imposible negar que nos encontramos frente a visibilización de problemáticas cotidianas que son expuestas por las vicisitudes de la pandemia misma, y que muestran los puntos críticos en los que las mujeres son quienes se ven perjudicadas desde hace ya mucho tiempo.
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