Como subcampo de la Ciencia Política, el ámbito de las Relaciones Internacionales utiliza la teoría para conceptualizar las relaciones interestatales como fenómeno social. Por la dinámica presente en los recientes acontecimientos mundiales, se puede llegar a considerar que hay fallas en la teoría clásica que, en la práctica, provocan carencias en el estudio contemporáneo de la disciplina. Los elementos fundamentales de la teoría, que aún dominan en el debate académico, no alcanzan a evaluar las complejidades del mundo después de la Segunda Guerra Mundial. En vez de partir de cero con estas teorías, es vital que se haga una revisión radical de ellas para traerlas al siglo XXI.
Las tres teorías centrales
El núcleo del realismo tiene que ver con que los asuntos internacionales son la lucha por el poder entre Estados. Infunde una apreciación pragmática del papel del poder, pero también advierte que los Estados sufrirán si se extralimitan. Cuando un Estado se vuelve más poderoso que sus adversarios, los realistas esperan usar ese poder para expandir su esfera de dominación, sea por temas de seguridad, riqueza o por otros motivos.
Un ejemplo de esto sería la respuesta militar contundente de los Estados Unidos después de los hechos del 11 de septiembre de 2001. En la invasión de Irak, la jugada de George W. Bush puede ser interpretado como una fusión entre metas liberales, una propagación de la naturaleza obligada de un sistema wilsoniano, y también la rigidez del realismo y su enfoque democrático para garantizar eficacia en sus intenciones por parte de un Estado que es percibido como pacífico. Los desarrollos posteriores a estos eventos parecen poner en peligro uno de los conceptos centrales del realismo, lo cual es el equilibrio del poder. La doctrina realista estándar predice que los Estados más débiles se aliarán para protegerse de los más fuertes y así ir reformando un nuevo equilibrio de poder.
El liberalismo destaca la importancia de la naturaleza agitada de la transición democrática. Pone de manifiesto el potencial cooperativo de las democracias maduras, especialmente las que trabajan juntas a través de instituciones eficaces. Sin embargo, señala la tendencia de las democracias a realizar una cruzada contra las tiranías y el potencial de las democracias emergentes para colapsar.
Sin dudas, el liberalismo es una teoría dividida, ya que prevé un “viaje lento, pero muy lejos del mundo anárquico que los realistas imaginan, a medida que el comercio y las finanzas forjan lazos entre las naciones” y se extienden las normas democráticas. Bajo esta teoría, los líderes electos son responsables ante el pueblo; se espera que las democracias no se ataquen entre sí y reconocen los regímenes de los demás como legítimos y no amenazantes. Igualmente, se cree que el Estado de derecho y la transparencia de los procesos democráticos facilitan el sostenimiento de la cooperación internacional, especialmente cuando estas prácticas están consagradas en instituciones multilaterales.
Por último, el constructivismo (el nuevo idealismo) pone en el primer plano los Estados cambiantes de asuntos como los derechos humanos, la soberanía y la justicia internacional. Destaca que un consenso sobre los valores debe respaldar cualquier orden político estable, pero, tal consenso requiere una lucha ideológica con posibilidad de conflicto. El constructivismo insiste que la realidad social es “guiada a través del debate sobre valores”, a menudo se hace eco de los temas que suenan los activistas de derechos humanos y justicia internacional.
Eventos recientes parecen reivindicar el resurgimiento de la teoría, la cual es una que enfatiza el papel de las ideologías, entidades y persuasión. Las redes transnacionales son fundamentales para comprender el mundo posterior al 11 de septiembre de 2001. El constructivismo afirma que los debates sobre ideas son los pilares primordiales de la vida internacional. Los individuos y los grupos se vuelven poderosos si pueden convencer a otros para que adopten sus propias ideas. En resumen, la comprensión de la gente de sus intereses depende de las ideas que tengan.
Existen áreas grises en cuanto a la aplicación de las teorías que no pertenecen a una sola categoría teórica anteriormente mencionada. Las teorías actúan como un freno entre sí y revelan las debilidades en los argumentos que pueden conducir a políticas equivocadas. Legisladores y activistas no pueden utilizarlas para lograr un cambio real y duradero porque cada teoría no alcanza su objetivo final. Las teorías de las Relaciones Internacionales son limitadas en el sentido de que solo son capaces de proporcionar el marco para contemplar el sistema actual con el fin de actualizarlo y mejorarlo, pero no con las herramientas para hacer realidad nuevas metas.
“El problema de la torre de marfil”
Las Relaciones Internacionales, más que otras disciplinas, adolece de una brecha entre académicos y legisladores. Este sí es el asunto que ha empeorado en tiempos recientes, lo cual, según Stephen Walt (pensador realista), es debido a tres factores.
El primer factor es referido por Walt como el “shadow intellectual community” en Washington, D.C. Para que los decisores políticos reciban asesoramiento, muchas veces, la única opción es referirse a los centros de investigación en la capital. Esto lo hacen en vez de consultar con expertos y especialistas que son profesores en universidades, de los cuales la gran mayoría cuenta con décadas de experiencia y han visto la evolución de políticas a través del tiempo.
El segundo factor tiene que ver con una falta de incentivo en cuanto a la política (policy), es decir, el acto de desarrollar nuevas ideas e ir modificando las ya existentes. Hoy día la competitividad del sector junto al foco en el mundo académico resta atención al importante aspecto de la formulación de políticas.
El tercer y último factor está directamente relacionado con la parte metodológica que hace que las investigaciones de los académicos sean menos accesibles. Esto hace que los policymakers (legisladores) vayan a consultar a los think tanks (grupo de expertos), los cuales producen informes menos extensos que los académicos. La falta de coherencia entre el mundo de las políticas y el mundo académico se está convirtiendo en un desarrollo improductivo y, en última instancia, produce una versión diluida de las cuestiones más apremiantes relacionadas con la política que requieren una atención urgente. En suma, el enfoque en el mundo académico desvía la atención del asunto clave, lo cual es la importancia de policymaking y su peso en el ámbito de relaciones internacionales.
El asunto de responsabilidad por el choque entre los dos mundos es debido a la siguiente situación: a diferencia de los académicos, los policymakers no pueden darse el lujo de tener el tiempo a su lado. Los policymakers están más interesados en temas micro debido a la naturaleza dinámica de la formulación de políticas en lugar de una tendencia macro general que en su mayoría siempre se aplica. Además, los policymakers están intrínsecamente enfocados en la resolución de problemas en lugar de abordar un problema o tendencia recurrente más grande.
La forma de remediar esta situación sería instar a la comunidad académica a producir investigaciones que sirvan a los formuladores de políticas en lugar de alentar el prestigio de convertirse en un experto publicado con trabajo en innumerables revistas académicas para contribuir verdaderamente al discurso público. Esto implicaría mejorar la relación entre el mundo académico y el sector gubernamental, y en última instancia producir literatura y comentarios más “aplicables”. El asunto puntual sería priorizar el rigor académico sobre la importancia e impacto que el ámbito de las Relaciones Internacionales tiene en policymaking, y por ende en la práctica y aplicación de esas políticas.
Walt, habla del rol de los think tanks y menciona un sesgo activista (“activist bias”) que ocurre en las principales organizaciones de política exterior en Washington, D.C. Afirma que la gran mayoría de ellas tiene orientación a la democracia pro-estadounidense y al liderazgo global. Estos think tanks comparten la ideología de que los Estados Unidos debe estar presente en todos lados con el fin de resolver problemas mundiales, es decir, que tenga participación cuando ese país lo considera necesario. En otras palabras, cuando tiene un interés específico que sirve como fuerza motriz para una fuerte política de intervención.
Esta situación se traduce a una carencia por parte de los académicos y los policymakers en ejercer su influencia para que la presencia de Estados Unidos no sea saturada en asuntos exteriores. Las prioridades de los think tanks y otras organizaciones con los mismos fines se han desviado de producir trabajos académicos, en cambio, se han enfocado en hacer análisis de políticas a corto plazo, lo cual es considerado como menos productivo.
Junto a John Mearsheimer (pensador realista), Walt analiza el papel de la teoría en el mundo académico de las Relaciones Internacionales y lo que se domina la “prueba de hipótesis simplista”. Los dos autores hacen un llamamiento a los académicos y policymakers para que desarrollen una mejor relación entre sí. El asunto en cuestión es la naturaleza compleja de la disciplina. Hay demasiados factores que entran en juego que configuran los resultados internacionales. Es cierto que la teoría es lo que ayuda a determinar cuáles elementos de las relaciones son los más importantes, aunque sean a veces imprecisos. Sin embargo, hay que usar estas teorías de política internacional para poder determinar lo que indican sobre, por ejemplo, la naturaleza cambiante del equilibrio de poder entre grandes potencias mundiales.
Sin una teoría clara y precisa que respalde los resultados de una investigación, los responsables de la formulación de políticas se quedan con resultados poco fiables a los que referirse. Esto crea un entorno no cohesivo para la investigación, lo cual es un presagio improductivo para la formulación de las políticas.
Interpretaciones
Las perspectivas realistas, liberales y las más constructivistas asumen que los asuntos internos de todos los Estados son iguales o, por lo menos, muy similares, sin tener en cuenta las cuestiones internas que puedan estar en juego. Esto lleva a la necesidad de un enfoque más global en la teoría de las Relaciones Internacionales, lo cual reemplazaría una perspectiva centrada en el Estado y cómo los países interactúan entre sí. Un ejemplo de esto tiene que ver con la autoridad que rige Estados Unidos sobre Colombia y las maneras en las cuales Colombia ha tenido que ceder a las políticas antidrogas que terminó saturando sus asuntos internos.
Las principales teorías de las Relaciones Internacionales mencionadas no logran explicar completamente la conexión entre los asuntos internos y globales. La teoría realista se centra en cuestiones de seguridad y amenazas, así como en la dinámica del poder para explicar de forma completa el lugar de un país en el orden mundial actual. Esto lleva a una especie de supresión de países emergentes que necesitan que se impulse una reconfiguración en la teoría para que, por lo menos, sean incluidos en el discurso mundial.
Tanto el realismo como el liberalismo no permite la incorporación de una dimensión social en los intereses de los Estados emergentes y en desarrollo, sin embargo, el constructivismo sí lo permite. No es necesario descartar completamente estas teorías para poder comprender las deficiencias en la explicación de los problemas en países en desarrollo. No obstante, revisar y avanzar permitiría un análisis más equitativo y crítico de las diversidades y complejidades vistas en la práctica de la disciplina.
Referencias
Sanahuja, J. A. (2018). Crisis de globalización, crisis de hegemonía: un escenario de cambio estructural para América Latina y el Caribe. En Serbín, A. (Ed.) América Latina y el Caribe frente a un Nuevo Orden Mundial: Poder, globalización y respuestas regionales. Disponible en: http://www.cries.org/wp-content/uploads/2018/06/007-Sanahuja.pdf
Snyder, J. (2004). One world, Rival Theories. Foreign Policy, 1. Disponible en: http://slantchev.ucsd.edu/courses/pdf/Snyder%20-%20One%20World,%20Rival %20Theories.pdf.
Walt, S. (2013). International Relations Theory and the Ivory Tower Problem: An Interview with Stephen Walt. The Sais European Journal. Disponible en: http://www.saisjournal.org/posts/international-relations-theory-and-the-“ivory-tow er-problem”-2013