El gobierno etíope declaró el fin del conflicto comenzado el 3 de noviembre pasado, que culminó cuando la ciudad capital de Tigray cayó rendida y sus líderes “rebeldes” se dispersaron, creando el posible escenario futuro de un reagrupamiento. La región quedó incomunicada por la destrucción de la infraestructura de los servicios de comunicación, por lo que las cifras oficiales de víctimas aún no están disponibles, sin embargo, según el ACNUR, más de 46.000 personas abandonaron el país en calidad de refugiados hacia zonas aledañas como Sudán y Eritrea (Efe Noticias, 2020).
La escalada de violencia se produjo después de meses de disputas entre el gobierno de Abiy Ahmed y los líderes del partido político dominante de Tigray, el Frente Popular Para La Liberación de Tigray (TPLF). En este artículo se intentarán desglosar las principales razones y consecuencias de este conflicto.

Debido a un retraso indefinido de las elecciones generales que se debían celebrar el pasado agosto, en el mes de septiembre el TPLF celebró sus propios comicios parlamentarios. El 5 de octubre teóricamente vencía el mandato de Abiy, y desde ese entonces el TPLF comunicó a la cámara baja del parlamento etíope que no reconocería a ninguno de los órganos estatales federales. Al mes siguiente, comenzaron los enfrentamientos armados cuando el Frente de Liberación atacó el Comando Norte de la Fuerza de Defensa Nacional de Etiopía en la Región de Tigray, zona fronteriza con Sudán y Eritrea.
En octubre de este año, ante ese ataque el mandatario afirmó que “El Gobierno federal intentó pacientemente durante varios meses resolver de forma pacífica las diferencias con el liderazgo del TPLF: probamos la mediación, la reconciliación, el diálogo” (Agencia Efe, 2020) y ordenó la ofensiva militar con un ataque aéreo, ignorando las peticiones de la ONU y potencias como la Unión Europea o Estados Unidos de que cesen las hostilidades. Luego de tal episodio, el gobierno aseguró el control del oeste de la región. Desde esta primera escalada de violencia, resultó complicado conocer las cifras de víctimas e incluso la información que se obtenía en el día a día era confusa debido a que el gobierno federal cortó las telecomunicaciones, internet e incluso el transporte en Tigray. Los bombardeos en la región norte del estado continuaron pese al ascendente número de refugiados y las denuncias de Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los DD.HH, por crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra por asesinato de civiles.
Finalmente, el 13 de noviembre Abiy Ahmed dio un ultimátum militar a las fuerzas rebeldes para que se rindan en los siguientes 3 días, con la orden de desmilitarizar y entregarse a las fuerzas nacionales. En cuanto a las consecuencias en caso de un desacato, no fueron especificadas, sino que fueron dejadas a la libre imaginación. Podría decirse que la estrategia del gobierno era intentar asfixiar al TPLF mediante todas las vías legales posibles: retiró la inmunidad a los diputados en mandato pertenecientes al partido y la policía federal emitió órdenes de arresto contra alrededor de cien altos dirigentes de Tigray. Además, nombró al secretario de Ciencia y Educación como jefe de gobierno provisional en la región. Todo esto, sumado a los ataques militares, no logró disminuir la violencia por ninguna de las partes enfrentadas.
APERTURA AL DIÁLOGO Y ¿FIN DEL CONFLICTO?
Al cumplirse el tiempo pactado en el ultimátum, se anunció una “acción ejecutiva final”, que concluyó en el control del aeropuerto de Tigray, las instituciones públicas, la oficina de la administración regional, y otras instalaciones cruciales (EFE España, 2020). Por su parte, el gobierno regional de Tigray denunció que desde que se proclamó la victoria y cese armado del conflicto, Abiy Ahmed junto a fuerzas eritreas realizaron bombardeos en la zona con artillería pesada.
La Unión Africana, principal organismo de integración regional del continente, propuso enviar 3 ex presidentes como mediadores: Ellen Johnson-Sirleaf (Liberia), Joaquim Chissano (Mozambique) y Kgalema Motlanthe (Sudáfrica), pero Abiy rechazó en un principio esta solución ya que solo contempla el diálogo con “partidos políticos que operan legalmente en la región” (Efe España) y representantes de la sociedad civil.
El conflicto oficialmente se detuvo el 28 de noviembre cuando Abiy declaró la victoria. Las tropas etíopes capturaron la capital de Tigray, Mekelle, de las manos del TPLF ese día, pero, según informaron los tigriños a los organismos internacionales presentes, los combates han continuado en algunas partes de la región. Por su parte, los líderes tigriños escaparon de la capital y se refugiaron, según señaló el primer ministro, entre las localidades de Abiy Addi y Hagere Selam, a unos 60 kilómetros del noroeste de Mekele. Estos hechos y la actualidad de la zona siguen sin ser claros debido a que continúan los cortes en las telecomunicaciones.
A su vez, el mandatario etíope declaró que el trabajo restante que queda es arrestar a los líderes del TPLF, los altos comandantes rebeldes, la reconstrucción de Tigray, la instalación de la administración provisional y la restauración del suministro de ayuda. Aun así, el hecho que alarma a la comunidad internacional, además de la posible re-insurgencia del partido, es la situación de emergencia humanitaria en Mekele.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) advirtió que los hospitales y centros de salud locales se estaban quedando sin suministros para atender a los heridos, debido al acceso bloqueado a las agencias de asistencia humanitaria, los retrasos y las denuncias de violencia contra el personal que imposibilitan el socorro de la región.
ALGUNAS CONSECUENCIAS ALARMANTES POR RESALTAR:
- Durante una década, Tigray alojó 96 mil personas de origen eritreo en 4 campos de refugiados, que quedaron en medio del territorio del conflicto, sin la posibilidad de recibir ningún tipo de ayuda humanitaria hasta principios de mes. A su vez, se denunciaron ataques, secuestros y reclutamiento de refugiados (UN News, 2020). Estos campos, hace más de un mes se han quedado sin reservas de alimentos, considerando que los enviados de ACNUR tuvieron acceso por última vez a la región entre fines de octubre y principios de noviembre (EFE Noticias, 2020).
- Etiopía no contaba con seguridad alimentaria (1) desde antes del comienzo de los enfrentamientos, debido a una invasión de langostas sin precedentes en abril de este año, que tuvo un impacto severo en las cosechas. Hoy en día, el estado crítico de la provisión de alimentos aumentó aún más por la presión del sector agricultor de producir suficientes cosechas como para sobrevivir bajo su soberanía alimentaria.
- A su vez, la pandemia de COVID-19 redujo la actividad agrícola y limitó el empleo en el sector. En cuanto a sus infectados, actualmente tienen una tasa de contagios de 16,76 por millón, cifra que va en aumento de manera constante, sin haber tenido picos de contagio como sucedió en otras partes del mundo (Datos Macro, 2020).
Estos 3 factores unidos, levantan un estado de alarma ante la posibilidad de que Etiopía padezca altos niveles de inseguridad alimentaria similar a los que sufrió en la década de los ’80, cuando en una hambruna que duró de 1983 a 1985, murieron un millón de personas. Además, durante este siglo ha sufrido sus peores sequías que azotaron a la agricultura como la de 2002, también en 2016 a causa del fenómeno “El Niño”, y atravesó la Crisis del Cuerno de África en 2011.
- Sudán y Egipto están alertas ante lo que sucede en Etiopía ya que se encuentran en negociaciones por la megapresa de $4,6 billones de dólares que posee el país en la rivera del Río Nilo, casi completa al momento, pero aún no han llegado a un acuerdo para poner fin a una disputa de una década sobre el suministro de agua.
- Por último, Etiopía es uno de los más grandes contribuyentes a las fuerzas de paz de Naciones Unidas, y su ejército se ve involucrado en la Misión de Paz en Somalia (UNSOM). La principal preocupación ante el latente conflicto es que esta presencia en la misión sea disminuida, llevándola al fracaso una vez más.
Afortunadamente, si bien no se hizo efectivo aún por el ataque a un convoy de suministros, se pactó un nuevo acuerdo con Naciones Unidas para dejar entrar ayuda humanitaria mediante una misión en la ciudad de Afar (Etiopía). Se calcula que más de un millón de personas estarían en necesidad de asistencia por los efectos de la guerra; sin embargo, como se mencionó antes, no son las únicas afectadas ya que la seguridad alimentaria de la nación entró en un estado crítico.
La zona continúa tensionada, aislada e incomunicada, pero hasta que no se efectúen los pospuestos llamados a elecciones generales no hay señales de que cese el peligro. Aún así, una vez que se ponga fecha para la realización de los mismos, se deberá tener sumo cuidado y observación de los comicios, ya que ambos partidos competirán por el voto popular mediante sus representantes y nuevos posibles hechos de violencia no deben ser descartados.
Referencias:
- Según la FAO, el status de “seguridad alimentaria” se consigue cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana; y puede considerarse a nivel a nivel de individuo, hogar, nación y global.
Un comentario en “Conflicto en Etiopía y emergencia humanitaria: las consecuencias de Tigray”