Allá por los años ’80, el politólogo Juan Linz hablaba de un tipo de oposición a la que llamaba leal, la versión más larga de ese título sería decir que era una oposición leal a la democracia, a sus valores y a sus procedimientos. En su texto, Linz establecía que algunos elementos mínimos para reconocerla referían a un compromiso de llegar al poder por los medios electorales, rechazando el uso de la violencia y la coerción; a estar dispuesto a integrar a sus opositores al juego democrático en sana competencia y aún más importante: a poseer la voluntad de entregar el gobierno con el mismo compromiso ante la demanda del electorado.
El pasado domingo tuvieron lugar elecciones en Argentina y luego de una amplia campaña – intensificada después de los resultados de las P.A.S.O. incluso con una gira nacional, el Frente de Juntos por el Cambio no tuvo alternativa más que aceptar la derrota.
Lejos de un discurso herido, lejos de lanzar culpas, lejos ya también de hablar de una “pesada herencia” puede que los principales perdedores de la noche; la Gobernadora de Buenos Aires María Eugenia Vidal y el Presidente Mauricio Macri hayan dado el discurso más significativo en cuatro años de gestión.
Luego de agradecer a todos, desde el equipo hasta voluntarios y fiscales, ambos felicitaron a su competencia victoriosa por una gran elección y se presentaron, desde este lugar saliente como abiertos a lograr un traspaso de mando ordenado que traiga estabilidad y calma ante la sensibilidad despertada por esta elección. Aún más – si bien no faltó mención a los méritos; ninguno eludió a sus errores, Vidal incluso llegó al punto de pedir disculpas a cualquier bonaerense que se haya visto decepcionado por su gestión. Por otra parte, a sus votantes les dedicaron un claro mensaje de continuidad, de compromiso con los valores compartidos y de un frente unido con un deseo de aprendizaje ante los errores cometidos.
A pesar de lo perdido, hay dos triunfos que no les pueden ser ignorados ni deberían pasar desapercibidos: la Ciudad Autónoma de Buenos Aires permanece el bastión del partido con la renovada gestión del Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta y la Cámara de Diputados les otorga una mayoría de 120 escaños, a sólo nueve bancas de alcanzar el quórum.
En este sentido, dentro de la coalición de Juntos por el Cambio comienzan a debatirse las figuras predominantes. Aquellos que puedan encauzar el electorado y mostrarse como líderes frente al nuevo oficialismo que comenzará en Diciembre. Mauricio Macri salió favorecido por el cambio de campaña, y el recorte de la diferencia en las elecciones fortaleció su imagen y pareciera ser que el ex presidente va seguir teniendo las riendas dentro del espacio que él mismo fundó.
El problema y los desafíos de Juntos por el Cambio, Cambiemos, el PRO y demás resignificaciones que tuvo la coalición a lo largo del tiempo recaen a las distintas convergencias que coexisten dentro del mismo. Es decir, al ser una coalición y tener que optar un nuevo rol como oposición, en las bases de la misma se pueden expresar distintas posiciones encontradas que van a competir por ocupar los espacios vacíos y los liderazgos faltantes dentro del organigrama y la estructura de la nueva oposición.
De tal forma se discute el protagonismo que pueda llegar a dotarse la ex gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, el rol de Horacio Rodríguez Larreta como el gran ganador de las elecciones ya que pudo sortear la polarización nacional y lograr un cómodo triunfo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Por otro lado se especula con el rol y el protagonismo que pueda adquirir la Unión Cívica Radical, que como parte cervical y indispensable dentro de Cambiemos tuvo sus etapas de disidencias con la cúpula del poder y la identificación misma del partido. Y por último aquellas disparidades dentro del riñón de Cambiemos que supone un gran laberinto en la conformación de las estructuras del poder y ya, en la especulación de candidaturas para las elecciones del 2021 (donde se renuevan las Cámaras Legislativas).
La re-significación del Frente de Juntos por el Cambio como fuerza opositora mayoritaria se presenta, al menos en discurso, como una que pretende ser tan constructiva como responsable por lo hecho y por lo faltante y en este aspecto, resulta ineludible pensar que de oírlos, hubieran clasificado para Linz como leales. En la práctica, con los desafíos que representa la categoría “oposición” y los distintos líderes y egos que se presentan en Cambiemos, esperan a todos como mínimo cuatro años para que puedan demostrar qué tan largo es realmente el trecho entre lo dicho y lo hecho.
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