El último día del año 2014 fue instrumental para la República Tunecina, en la fecha, asumía el cargo el primer presidente democráticamente electo del país. Béji Caïd Essebsi candidato y fundador del partido secularista Nidaa Tounes, iniciaba su mandato como la cara visible del mejor producto del proceso revolucionario conocido como la Primavera Árabe. Sin embargo, luego de una gestión de amplios desafíos tanto institucionales como económicos, Essebsi fallecía el pasado Julio a sus 92 años todavía en ejercicio de sus funciones y obligaba al país a adelantar las elecciones presidenciales previstas para Noviembre de 2019, hasta el 15 de Septiembre del mismo año.
Aunque el pasado domingo se llevaron adelante los primeros comicios sin mayores incidentes, los niveles de participación resultaron ser considerablemente bajos (estimado el 45%) y la mayoría de los votantes se ubicaba dentro de los grupos etarios más avanzados, contrario al llamado a los jóvenes hecho por el vicepresidente semanas antes, alentándolos a llevar su voluntad a las urnas. Además del bajo número de votantes, el voto se vio canalizado en contra de las caras políticas más conocidas como la del Primer Ministro actual Youssef Chahed y el ex presidente Marzouki. Aún más, actualmente los resultados ubican a dos candidatos outsiders para la segunda vuelta o ballotage;
Kais Said obtuvo el mayor porcentaje, con un sorprendente 18,4% de votos a favor para un profesor universitario de derecho no solo sin antecedentes en gestión pública si no además, sin un partido. Said participó como un candidato independiente y su campaña consistió en moverse puerta a puerta contando sus propuestas, las cuales se inclinan más bien hacia el lado conservador del espectro. Por otra parte, Nabil Karoui recibió un 15,6% de votos a favor y su campaña puede ser descrita, como mínimo, como controversial. El candidato es un magnate de los medios de comunicación, propietario del grupo mediático Karoui World y del canal de televisión privado Nessma. El mismo, ha realizado su campaña desde prisión, donde se encuentra acusado de lavado de dinero y evasión impositiva, cargos ante los cuales se ha declarado como inocente y espera juicio. De lograr la presidencia, sería eximido de los cargos hasta terminada su gestión a fines del año 2024.
Grandes sorpresas fueron además la derrota del co-fundador del partido Islamista Ennahda, actualmente el partido más grande de Túnez, Abdelfattah Mourou y la del Ministro de Defensa nacional Abdelkarim Zbidi, quién parecía haber ganado al público tras llevar el foco de su campaña hacia grandes propuestas de reforma económica, el mismo contaba además con el apoyo explícito del partido del fallecido presidente Essebsi, Nidaa Tounes. Las elecciones presidenciales de éste año serán la primera vez en la historia de Túnez en las que un ejecutivo democráticamente electo cederá el mando a otro seleccionado de la misma forma, más allá de los simbolismos, los resultados de estas elecciones implican para muchos analistas de la política internacional una suerte de “prueba” a una de las democracias más jóvenes del mundo y con resultados parciales, aún resulta difícil decir con certeza si Túnez ha tenido éxito. La segunda vuelta se estima para mediados del mes de Octubre, fecha para la que están previstas además las elecciones parlamentarias para una completa renovación del gobierno tunecino.
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