Salvadora nació un 23 de marzo de 1894 en La Plata para que su vida se hiciese poeta, autora teatral, periodista, maestra rural, militante anarquista y feminista, teosofista, madre y esposa. 

Al morir su padre, su madre se muda a una zona rural de Entre Ríos para ejercer como maestra, llevándose a Salvadora y su hermana Carmen. Allí nace su indignación frente a la pobreza y el desprecio por los rumores de pagos chicos: a las 2 hermanas Onrubia “no se las respeta”.

A los 16 años se marcha de Gualeguay estando embarazada producto de un amorío con un abogado de apellido Pérez Colman. Cuando llega a Paraná a buscarlo, le dijo que era casado y que no asumiría responsabilidades para con ella ni el bebé.

En 1911 ya estaba radicada en Buenos Aires con su hijo Claudio Natalio, al que llamaba Pitón. Sebastián Marotta, dirigente sindical, la contrata como redactora en su periódico anarco-comunista La Protesta, permitiéndole escapar de la indigencia inminente. En esa ciudad conocería y se haría amiga íntima de Alfonsina Storni, a la que acompañaría hasta en su lecho de muerte en 1938.

Su principal causa militante fue la liberación del joven anarquista Simón Radowitzky, quien había asesinado al Jefe de la Policía Ramón Falcón (responsable de la represión del 1° de mayo de 1909). En su favor organizaría 2 fugas del penal de Ushuaia, realizaría eventos públicos, escribiría notas y se entrevistaría con el mismísimo presidente Hipólito Yrigoyen hasta que este le otorgara el indulto justo antes de caer su gobierno. La primera carta enviada por el militante ácrata cuando salió en libertad fue para ella.

Entre estos hechos, se destacaría su discurso público del 1 de Febrero de 1914 en un acto organizado por la Federación de Obreros Bonaerenses, que llamaría la atención de los militantes, policías y de un diario en particular: La Crítica, un diario conservador y amarillista de comienzos de siglo que publicó un artículo burlón titulado “Las chicas periodistas, el caso de la señorita Medina Onrubia”.

Molesta, fue a confrontar a su director, Natalio Félix Botana, un empresario uruguayo de 27 años que fundó el diario con dinero ganado en apuestas. Quedaría anonadado por la belleza de esa mujer pálida y pelirroja, por la independencia y fuerza que transmitía, y sentiría una profunda admiración por su condición de madre soltera.

En esa época, «La Protesta» fue prohibido por el gobierno y se tuvo que publicar clandestinamente en los talleres de Crítica. En ese lugar Salvadora y Natalio se cruzaron varias veces hasta el primer encuentro amoroso. Ese hombre había logrado quebrar sus ideas de liberación sexual femenina con su voluntad de amar incondicionalmente a Pitón y adoptarlo como su hijo. Sin embargo, sólo se casaron cuando ella tuvo a su cuarto bebé y primera mujer Georgina, puesto que temía a las represalias que podría vivir una niña concebida extramatrimonialmente en la Argentina de la época.

Prontamente transformaron en una de las parejas más icónicas de la época, estando siempre en el ojo público por lo improbable de su romance, por las excentricidades que los rodeaban y por recibir a figuras recalcitrantes como Pablo Neruda, Federico García Lorca y Carlitos Gardel.

Vuelve a ser protagonista en 1919 por su oratoria pública durante los entierros de los caídos en la La Semana Trágica. Marotta y el líder socialista Antonio De Tomaso la rescatan de un ataque de la caballería que deja un tendal de heridos. Ella ayudará en los primeros auxilios.

En la sede de la FORA (central obrera anarquista) recibiría la condecoración Estrella Roja del gobierno comunista de la URSS, que le valió el apelativo de “Virgen Roja de los Soviets” (1) en el diario fascista Bandera Argentina, de Leopoldo Lugones. Esta connotación sería apropiada y re-construida para darle el apodo de “venus roja” con la que se la conoció en el ideario popular.

Salvadora tomó un rol importante pero incómodo en La Crítica. El diario estaba lleno de deudas por alquileres y sueldos impagos. Para evitar gastos, se levantaba muy temprano y cocinaba ella para los trabajadores, escribía sin recibir retribución económica y otras labores para mantener la empresa a flote.

Y lo logró, La Crítica se convirtió en uno de los periódicos con mayor tirada y fama de la época, y en él, Salvadora pudo convertir asuntos anarquistas en parte de la agenda pública y publicar artículos propagandísticos en favor del sufragismo.

Pero el poderío de los Botana en el mundo periodístico comenzaría a decaer luego de una tragedia.

Durante una discusión, Salvadora le revela a Pitón que no es hijo biológico de Botana y él se suicida. El matrimonio nunca más volvió a ser el mismo y se mantuvieron juntos sólo por el diario.

Ella cae en una profunda depresión que la vuelve adicta al éter y la morfina. Él tuvo múltiples amantes (entre ellas la poetisa uruguaya Blanca Luz Brum, esposa de David Alfaro Siqueiros).

Una de las turbulencias del diario fue cuando el General Uriburu -a quien Botana había apoyado en su golpe contra Yrigoyen- notó que el diario se estaba volviendo en su contra. Previendo el asunto, Salvadora escribía “Pensaban que el fascista era tan bruto que podían controlarlo». Unos meses después de asumir el poder encarcelaría a la pareja y otros 30 periodistas de Crítica. 

Leopoldo Lugones hijo, quien introdujo la picana eléctrica y otros instrumentos de tortura al sistema de seguridad nacional,  hizo detener a Salvadora pensando que podría utilizarla contra Botana, pero ella acabó con el interrogatorio acusándolo de haber violado gallinas en la estancia de Emilio Berisso. Lugones creía olvidado este “accidente” y la condenó a una cárcel severísima,  quedando prontuariada en la sección Orden Social de la Policía Federal con el legajo 21.849 por sus actividades anarquistas. Así, se convertiría en la primera presa política de la dictadura.

En 1931 autores de la talla de Jorge Luis Borges, Horacio Quiroga, Emilia Bertolé y una veintena más pidieron por su liberación en una carta abierta. Ella respondió filtrando una de mano propia de la cárcel:

“General Uriburu:
Acabo de enterarme del petitorio presentado al Gobierno Provisional pidiendo ‘magnanimidad’ para mí. Agradezco a mis compañeros de letras su leal y humanitario gesto; reconozco el valor moral que han demostrado -en este momento de cobardía colectiva- al atreverse -por mi piedad- a desafiar a sus tonantes iras de Júpiter doméstico. Pero no autorizo el piadoso pedido… Magnanimidad implica perdón de una falta. Y yo, ni recuerdo faltas ni necesito magnanimidades  […]
Guárdese sus magnanimidades junto a sus iras y sienta cómo, desde este rincón de miseria, le cruzo la cara con todo mi desprecio”.

Con la asunción de Agustín P. Justo serían liberados, y se exiliarían en Uruguay y luego Europa pero volverían eventualmente.

En 1941, Natalio viajó a Jujuy con amigos. En el camino el coche se desbarrancó Botana falleció. Salvadora manejaría intermitentemente el diario los siguientes 22 años, convirtiéndose en la primera redactora argentina.

Durante el gobierno de Perón, Evita y Salvadora tuvieron una rivalidad. Luego de su gira por Europa, se le encomendó que escribiera un artículo en favor de la Primera Dama para elevar su imagen. Salvadora lo hizo, pero también habló de sus logros personales, le dio consejos, y recordó la labor de Julieta Lanteri y otras sufragistas.

Esto enfadó al gobierno que declaró a Crítica su enemigo, quitándole la cuota de papel y por consiguiente, lo condenó a un tiraje mínimo. Salvadora comprendió que debía vender el diario.

Se mudó a una pensión y vivió modestamente e ignorada. Dicen que se la escuchaba gritar por las calles “¡Fuera yankis de América Latina! cuando volvía de realizar las compras; y que si le preguntaban qué sería si fuera joven ella respondía “montonera”. Falleció a los 77 años el 21 de Julio de 1971.

Pero a su vida se puede situar en el movimiento feminista; en obras literarias y teatrales magnánimas como Almafuerte (2), Las descentradas, Un hombre y su vida, Akasha, La Solución; en poemas estrepitosos como “El Mundo es Así” o “Ver las cosas que nadie ve”; en su nieto “Copi”; en los derechos sociales conquistados y en cada grito de resistencia.

“Nosotras no queremos los derechos de los hombres, que se los guarden. Saber ser mujer es admirable, y nosotras solo queremos ser mujeres en toda nuestra espléndida femeneidad. Las descentradas somos las que no pensamos, las que no sentimos, las que no vivimos como las demás. Las que entre gente burguesa somos ovejas negras y entre ovejas negras somos inmaculadas. Todas somos raras”

Referencias:
  1. «La virgen roja» es un paralelismo con  Louise Michel, otra anarquista y poeta, protagonista y dirigente de la Comuna de París.
  2. Almafuerte volvería a Salvadora la primera mujer en estrenar una obra anarquista. A ese título se le agregaría ser la primer mujer en adaptar y estrenar una obra de teatro.

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