Ellas al gobierno, ellas al poder

La realización de la mujer en la esfera política es una de las grandes (y tantas) deudas que la democracia tiene con las mujeres.

Hace pocas semanas, Economía Femini(s)ta publicó datos alarmantes que llevan a reflexionar sobre el papel que las mujeres desempeñan a la hora de la toma de decisiones en la arena política nacional. La brecha salarial, por ejemplo, revela que las mujeres ganan en promedio un 27% menos que los varones.

La brecha salarial también revela que a las mujeres les cuesta mucho más encontrar trabajo formal, que tienen menos posibilidades de acceder a puestos para los que se encuentran igualmente capacitadas que ellos o participar en conversaciones laborales  sin que un hombre las interrumpa.

A la hora de analizar las cifras, parecería que la exclusión de la mujer en la esfera pública se atiende principalmente a la brecha salarial, pero no.  A la hora de revelar números vinculados con el desempeño de las mujeres en cargos políticos, los datos dan la pauta de cuan bajo es este desempeño.

En la República Argentina solo dos presidentas fueron mujeres, María Estela “Isabel” Martínez de Perón y Cristina Fernández de Kirchner.

Este dato se vuelve aún más alarmante si se tiene  en cuenta que del total de todas las presidencias latinoamericanas, sólo 10 tuvieron lugar en manos de mujeres.

En cuanto a las gobernaciones en Argentina, es preocupante afirmar que hubo tan solo 8 gobernadoras en la historia del país, la primera de ellas llegó al poder recién en el año 2001. En la actualidad, la gobernadora de la provincia más grande de la República Argentina, María Eugenia Vidal, gobierna con un gabinete que se encuentra conformado en un 100% por varones.

Si se observan de cerca las intendencias, la relación entre mandato y mujeres no es mucho más alentadora: tan solo 1 de cada 10 ciudades  y municipios de la Argentina está a cargo de una mujer. Y si se pone la lupa en el ámbito de los ministerios a nivel nacional, las mujeres ocupan en promedio solo el 19% de los cargos ministeriales.

Esta falta de participación política se convirtió en una demanda que se origina de la falta de representación sufrida por una enorme cantidad de mujeres (que para el año 2017 representaban al 51,06 % de la población argentina)

La respuesta a la falta de representación sufrida por las mujeres, llegó en forma de ley.  Es aquí cuando nace la aclamada “Ley de paridad Nº 27.412”. Esta ley apunta a una necesaria Paridad de Género en Ámbitos de Representación Política  y establece que las listas de candidatos al Congreso de la Nación (diputados y senadores) y al Parlamento del Mercosur deben ser realizadas “ubicando de manera intercalada a mujeres y varones desde el/la primer/a candidato/a titular hasta el/la último/a candidato/a suplente.”

Esta ley es una interesante medida para comenzar a formar parte de la toma de decisiones que nos involucran a la mitad de la población tanto en cuestiones de suma importancia como en asuntos relacionadas con el dia dia.

Gracias a esta ley, en 2019, las listas que vayan a elecciones nacionales tendrán que cumplir con la famosa paridad de género, lo que significa que las boletas estarán integradas en un 50% de mujeres y 50% de varones.

Ahora bien, resulta casi cotidiano escuchar alguna de las siguientes dos frases: “Que se lo ganen por su capacidad” “Si las hacen ingresar por la ley dejan afuera a mucha gente capaz”.

Frente a esto, estadisticas.

Dato 1: Las mujeres ganan, en promedio, un 27% menos que los varones. Además, el 37% de las mujeres tiene un empleo informal y en este caso la brecha salarial es incluso más amplia. Esto significa que cada 100 pesos que un varón obtiene a cambio de su trabajo, una mujer con trabajo formal gana $73 y una trabajadora precarizada gana tan solo $63.

Dato 2: Las mujeres son quienes tienen la peor tasa de desempleo del total de la economía argentina. 1 de cada 5 mujeres no consigue empleo. 7 de cada 10 pobres son mujeres mientras que solo 3 de cada 10 ricos lo son.

Dato 3: La asimetría en la distribución de tareas entre varones y mujeres es contundente, ellas realizan el 76% de los trabajos domésticos no remunerados: limpian, cocinan, cuidan a los niños y niñas pequeños y también a personas mayores o que padecen alguna enfermedad.

Mientras que 9 de cada 10 mujeres realizan alguna de las tareas antes mencionadas, 4 de cada 10 varones no hace ninguna de ellas. Incluso aquellas ocupadas en empleos full time, llegan a sus hogares y trabajan en ellos más que un varón que está desempleado.

Omitiendo datos que solo refuerzan las problemáticas diarias a las que ellas están sometidas (como el impuesto rosa, la discriminación a la hora de ser empleadas, la suba en tasas de femicidios, etc) se puede afirmar que, las mujeres, deben, quieren y merecen ser representadas por personas que padecen los mismos problemas, las mismas discriminaciones, los mismos miedos y la misma violencia que ellas padecen.

La ley de Paridad de Género en Ámbitos de Representación Política posibilita la visibilización de los problemas anteriormente mencionados, las mujeres necesitan de forma urgente que sus demandas sean atendidas y dejen de ser postergadas.

Su deseo y su mayor necesidad es que por ellas hable una de ellas. No quieren que, luego de años de lucha para ser tenidas en cuenta, quien hable por las mujeres sea alguien que tenga los privilegios que siempre nos les negados y a los que ellos no están dispuestos a renunciar.

Finalmente, el lugar lo ocupan en la actualidad es porque ellas lo buscaron, ellas lo construyeron. Decididas a no dar pasos para atrás, el escenario político deberá habituarse cada vez más a escucharlas hablar, gritar, llorar… porque ahora que están todas juntas… ahora sí las ven.

Escrito por

Analista política. Ciencias sociales y Feminismo. Creadora de contenido en @Molunenas.

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