Artículo en conjunto entre Joaquín Berlazzo y Francisco Rouillon

La relación entre Argentina y Rusia ha sido históricamente compleja. Iniciadas hace 138 años, este vínculo nunca fue estrecho. Los puntos de encuentro más álgidos entre ambos países fueron en la década del 80 entre la junta militar, el posterior gobierno de Raúl Alfonsín y la, hoy extinta, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Este ciclo estuvo marcado por la compra de granos por parte del estado soviético al país sudamericano.

Tiempo después, las administraciones de Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández observaron a Rusia como una alternativa a los Estados Unidos que le permitiría fortalecer su posición negociadora externa en el tablero internacional, estrechando fuertes relaciones personales. La exmandataria argentina se reunió reiteradas veces con su par ruso, quien llegó a obsequiarle la carta original escrita por José de San Martín a Bernardo O’Higgins enviada a comprar personalmente por Putin en Nueva York, por la cual luego fue procesada.

La gestión de Alberto Fernández también estuvo marcada por un acercamiento a Moscú. Fernández llegó a plantear la posibilidad de que la Argentina se convierta en la puerta de entrada de Rusia en América Latina. La pandemia del COVID-19 evidenció nuevamente esto, ya que se adquirieron 30 millones de dosis de la vacuna Sputnik-V. La compra de las vacunas fue puesta en el ojo de la tormenta por el denominado “vacunatorio VIP” y la lenta llegada de las mismas a Argentina. 

Actualmente, el intercambio comercial genera aproximadamente 700 millones de dólares y deja un saldo a favor de nuestro país de 200 millones, intercambio que es menor comparado al que tenemos con países como China y que luego del estallido del conflicto cayó más de 40%. 

Sin embargo, en los últimos tres meses, bajo la administración actual de Javier Milei, se ha observado un cierto distanciamiento como consecuencia de los lineamientos internacionales planteados por su gobierno. Aunque en el pasado han compartido intereses y han buscado fortalecer sus lazos políticos y económicos, el nuevo enfoque atlantista de Argentina ha contribuido a esta separación. Entre los principales factores que nutrieron el distanciamiento entre la República Argentina y la Federación Rusa están las divergencias políticas e ideológicas en los asuntos de la diplomacia y las relaciones exteriores.

Mientras que Argentina ha virado su postura hacia Occidente, cuyo testimonio son las sucesivas visitas de altos funcionarios del gobierno de los Estados Unidos como William Burns, quien es el titular de la CIA,  Laura J. Richardson, comandante del Comando Sur y el Secretario de Estado Anthony Blinken, así como las visitas oficiales a Tel Aviv, Washington y Roma y fundamentalmente la llegada del portaaviones USS George Washington en el mes de mayo, Rusia por supuesto mantiene su postura intransigente velando por su interés nacional.

Asimismo, la posición tomada por el presidente Javier Milei con respecto al conflicto en Ucrania se manifiesta claramente a favor de Kiev, comenzando con la presencia de Zelensky en la asunción presidencial argentina, donde se lo vio cercano al mandatario en ascenso. Además, Argentina donó dos helicópteros Mi-171E de origen ruso a Ucrania, lo que terminó generando un fuerte malestar en Rusia, con la subsecuente descarga de su embajador en Buenos Aires, marcando su absoluto descontento por la transferencia y sugiriendo que esto sería contrario a las obligaciones de Argentina en el contexto de la certificación de usuario final. 

Sin embargo, el presidente Javier Milei ofreció la ciudad de Buenos Aires como sede de una cumbre de paz entre Rusia y Ucrania, es decir, Argentina no ha cortado las comunicaciones con Moscú, pero se ha acercado a Kiev. Esta es una postura mucho menos estricta que la adoptada por algunos países occidentales, quienes incluso han sancionado a ciudadanos rusos confiscando bienes personales, mientras que Argentina ha permitido la llegada de miles de estos. Uno de los pocos saldos positivos de la anterior gestión de Alberto Fernández con relación al vínculo con Rusia ha sido la llegada de estas familias para asentarse, lo que atrajo no solo capital humano, sino divisas extranjeras, tan necesitadas en nuestro país. 

 Argentina en el marco de la guerra Rusia – Ucrania

Con la última invasión rusa del Donbass, la Argentina no supo capitalizar la oportunidad de suplantar a los ucranianos en los mercados de granos y de gas. Una explicación posible para la pérdida de esta oportunidad radica en la complejidad del contexto interno, ejemplificado en las eternas peleas con el sector agropecuario y en la caída de la producción de gas desde el máximo histórico alcanzado en 2004 -actualmente la producción es de 45,32 millones de metros cúbicos por año, la misma cantidad que se producía en 2011-. 

Las recientes elecciones en la Federación Rusa, le han otorgado el quinto mandato a Vladímir Putin para ocupar el cargo de Presidente y, por tanto, la posibilidad de continuación de su estrategia bélica. Esta situación no es discutida políticamente en el plano interno, dado que los candidatos opositores, que pudieron presentarse en las elecciones, mantienen la misma postura sobre Ucrania. Por su parte, Argentina está en un proceso de cambio de encuadre geopolítico. La relación fluctuó desde el intento de estrechar nuestras manos con Rusia y convertirnos en el puente para su ingreso a Latinoamérica a la mera cortesía, manteniendo solo la compra de vacunas Sputnik V contra el COVID-19. En esta línea, la fraternidad con la Federación Rusa ha sido dejada de lado por la gestión actual, como se muestra con el rechazo de la invitación a los BRICS y con la cancelación de la compra de los MIG-35, buscando una alternativa occidental en los F-16 que se está negociando con el Reino de Dinamarca. 

Hoy en día, con una tensión mundial creciente, no podemos evitar preguntarnos, ¿Hacia dónde irán las relaciones diplomáticas del presidente Javier Milei con respecto a la Federación Rusa? El futuro de las relaciones entre ambos estados parece no ser prometedor. Desde la campaña, Javier Milei dejó claro su alineamiento con las potencias occidentales y ha criticado fervientemente a China y Rusia. Asimismo, el presidente rechazó la entrada al BRICS, acto que el portavoz del Kremlin calificó como lamentable e invitó a la Argentina a recapacitar. En los últimos días, a partir de los dichos del mandatario argentino, se empezó a discutir la posibilidad de enviar ayuda militar a Ucrania y adicionalmente confirmó que se realizará un foro de defensa de Ucrania en la Argentina. 

La apuesta argentina por Occidente plantea un movimiento categórico en el alineamiento internacional de la nación. Esta apartará a un socio que hoy en día trascendental para Argentina como lo es la República Popular China, tanto como a Rusia. A pesar de no cortar los canales diplomáticos con ambos países y de las expresiones rusas del deseo de seguir desarrollando nuestros vínculos bilaterales, el posicionamiento actual disminuirá drásticamente las posibilidades de cooperación entre las susodichas naciones.

Las intenciones de Presidencia, Cancillería y del Ministerio de Defensa, en su intención de destacar a Argentina entre sus vecinos, especialmente de Brasil, y de pretender instalarla en el lugar que merece en el continente y en el tablero de la política internacional, son tumultuosas y pueden conllevar el altísimo costo de enemistad rusa, país que ha apoyado en reiteradas ocasiones el reclamo argentino, en uno de sus temas de política exterior más importante, por la soberanía de las Islas Malvinas.

Fruto de este posicionamiento, se entiende que el área que posiblemente sufra las mayores consecuencias sea el sector de armamentos argentino. Los cambios en las compras de aviones, arriba detalladas, muestran inconsistencia en el posicionamiento argentino, erosionando la legitimidad del país. La decisión actual de cambiar la compra china y rusa por la dinamarquesa, invita a ponderar si realmente es conveniente depender de la compra de armamento de países occidentales, las cuales en reiteradas ocasiones terminan siendo vetadas por el Reino Unido de Gran Bretaña. En adición, en caso de no ingresar la OTAN, objetivo que persigue el gobierno argentino, nuestro país puede sufrir serias complicaciones para conseguir un proveedor, ya que posiblemente ni Rusia ni China estén dispuestos a vender equipos a un país que sostiene una postura como la actual.

Una respuesta a “La dilatación de la relación bilateral ruso-argentina”

  1. Relato ordenado de datos objetivos que narran sucesos reales con mucha claridad. Se invita a pensar en posicionamientos que pueden definir nuevas relaciones. Para seguir analizando.

    Interesante nota periodística. Felicitaciones a los autores.

    Marta Cánepa

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