La República de Filipinas, ubicada sobre el margen oriental del mar meridional de China (Mar de Filipinas Occidental), se encuentra en una situación compleja la cual con el paso del tiempo solo empeora. Las disputas territoriales con la República Popular China por el control de islas, atolones y corales de sobre el mar meridional (Mar de Filipinas Occidental) y el Mar Filipino Oriental, combinado con su dependencia económica y su pasado, presente y futuro atado a su alianza política y militar con Estados Unidos le sirve un trago amargo y picante al Estado archipielágico, imposible de eludir.

Recapitulando un poco la historia filipina

Filipinas puntualmente constituye un caso particular por su historia y multiculturalidad que la distingue de sus vecinos sud asiáticos, teniendo una explicación distintiva respecto a las relaciones comerciales con distintas culturas y etnias presentes en la región. La dominación del archipiélago por parte de España hasta 1898, Estados Unidos a posterior como resultado del tratado de París de 1898 y por último Japón fueron tres golpes de timón en 44 años que vino aparejado de cambios culturales. La verdadera independencia de Filipinas llegaría recién en 1946, dos años posteriores a los que Estados Unidos había prefijado con motivo de los acontecimientos bélicos precedentes. 

Bajo el mandato español, como resultado de la caída de las colonias españolas en América, Filipinas obtuvo un cambio en su función de puente logístico a centro de producción de azúcar, añil, tabaco y cáñamo modificando las relaciones sociales y económicas con la nueva puja por la dominación del archipiélago entre las potencias del siglo XIX.

La aparición de Estados Unidos va a marcar definitivamente un antes y después siendo un gran diferenciador pasando Filipinas a ser un mercado complementario para el cual los conglomerados industriales estadounidenses tenían interés. La ocupación estadounidense va a estar enmarcada en un proceso de imposición cultural, matanzas indiscriminadas y sin contar con los beneficios de otros ex-dominios españoles como Puerto Rico, y no menor, siendo señalada como un antecedente procedimental para la actuación norteamericana en Vietnam. En 1916 Estados Unidos hizo la división administrativa de las islas y en 1935 les concedió el estatus de Estado Libre Asociado con Manuel Luis Quezón a la cabeza, quien se mantuvo hasta 1944 año de su fallecimiento. Esta mancomunidad durará poco hasta 1942 cuando la ocupación japonesa se  hace efectiva y su posterior independencia en 1946 la cual estaba pactada previo a la guerra en el pacifico.

Tras obtener la independencia de Estados Unidos en 1946, Filipinas mantuvo una relación estrecha, especialmente en seguridad. El Tratado de Defensa Mutua de 1951 fortaleció esta alianza durante la Guerra Fría, con Filipinas apoyando a EE.UU. en conflictos como Corea y Vietnam. Esta cooperación fue clave para su política exterior y seguridad nacional. Con China, las relaciones comenzaron en 1975 bajo Ferdinand Marcos, buscando un equilibrio entre potencias. Sin embargo, permanecieron limitadas hasta finales del siglo XX debido a tensiones geopolíticas.

El cierre de bases estadounidenses en 1991 marcó un distanciamiento temporal con EE.UU., pero el Acuerdo de Fuerzas Visitantes de 1998 revitalizó la alianza militar. Mientras, las disputas en el Mar de China Meridional emergieron como un punto crítico con China. Bajo Benigno Aquino III (2010-2016), Filipinas reforzó su vínculo con EE.UU. y ganó un arbitraje contra China en 2016, fortaleciendo su postura territorial. En contraste, Rodrigo Duterte (2016-2022) se acercó a China por beneficios económicos, aunque mantuvo la cooperación militar con EE.UU. Desde 2022, con Bongbong Marcos, Filipinas equilibra su alianza con EE.UU., esencial para la seguridad, y una relación pragmática con China, clave para su economía, navegando así las tensiones regionales.

Por lo tanto, esta breve historia permite dilucidar con claridad la relevancia geopolítica y comercial del archipiélago filipino el cual hoy día se encuentra bajo la presión de las dos grandes potencias globales: China y Estados Unidos.

Disputas Territoriales: Recursos, comercio y un territorio de valor estratégico incalculable.

Las disputas territoriales de Filipinas se centran en el Mar del Sur de China y el Benham Rise áreas de gran importancia estratégica, económica y geopolítica no solo por ser paso obligado para el comercio chino, sino también por los vastos recursos pesqueros y energéticos que contienen, por el cual hay una puja generalizada entre China, Vietnam, Malasia, Brunéi, Filipinas y Taiwán, con reclamos superpuestos que han generado tensiones prolongadas direccionada principalmente a China.

Los últimos años han sido testigo de una intensificación debido a incidentes marítimos, maniobras diplomáticas y el fortalecimiento de alianzas internacionales por parte de Filipinas. Este documento detalla los puntos clave de las disputas, su contexto histórico, la estrategia de defensa de Filipinas y los desarrollos recientes en su política exterior. Filipinas reclama partes de esta área,  la cual denomina Mar del Oeste de Filipinas, basándose en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y el fallo de 2016 de la Corte Permanente de Arbitraje, que invalidó legalmente las reclamaciones de China basadas en su «línea de nueve puntos». Sin embargo, China mantiene una presencia militar y ha construido islas artificiales, ignorando el fallo. 

La disputa en el mar meridional (Mar de Filipinas Occidental) está concentrada sobre las Islas Spratly (Kalayaan), el arrecife Sandy, el arrecife Mischief, Banco de Thomas Segundo y Bajo de Masinloc, zonas que han visto un incremento en las tensiones desde los años 90, coincidente con el crecimiento económico exponencial de China.  Cronológicamente desde la década de 1990 China comenzó a construir estructuras en áreas disputadas, como el Arrecife Mischief, marcando el inicio de tensiones significativas. En 2012 Filipinas perdió el control del Bajo de Masinloc tras un enfrentamiento con buques chinos, enfrentamientos que crecieron exponencialmente con facetas innovadoras con el uso de guardacostas ,al mejor estilo japonés como se detalla en este artículo, los cuales se mantuvieron a pesar del fallo de la Corte Permanente de Arbitraje previamente mencionado, con un cese reducido bajo la administración de Duterte quien buscó un acercamiento a China poniendo la cooperación económica por encima de los reclamos soberanos de Filipinas. Finalmente entramos en la actual gestión de Ferdinand Marcos Jr. donde el reclamo soberano se volvió a priorizar fortaleciendo alianzas con socios regionales, y otros socios, gestión que ha estado expuesta desde el momento 0 con una fuerte campaña de influencia impulsada por Pekín sobre los asuntos internos filipinos. 

Por otro lado, Benham Rise (meseta submarina sobre el Mar Filipino Oriental ) ha sido un foco secundario de tensiones por la presencia de buques chinos violando la soberanía filipina sobre esta extensión de la plataforma continental filipina, determinado así por  la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLCS), y reconocida en 2012  por la ONU.

Sin lugar a dudas estos territorios son de un valor estratégico elevado para los países de la región en particular para los anhelos chinos que busca consolidar su control del mar, hecho que inquieta a la región y a Estados Unidos quien ve su neo-hub and spokes amenazado por la presencia e influencia comercial y política china. 

La odisea ineludible de Filipinas

Filipinas enfrenta un desafío significativo debido a su limitada capacidad militar, amenazas internas y la necesidad de equilibrar las relaciones con China y sus aliados occidentales. La situación lleva a una presión constante a un Estado que parece estar condenado a un tironeo constante entre fuerzas de poder hace siglos, con variaciones en su intensidad pero consistente en el tiempo. Los recursos que dispone la nación asiática son escasos lo que la lleva a tener que apoyar militarmente en Estados Unidos, hecho que le da una volatilidad económica con motivo de su comercio con China, la cual tiene a su disposición la dependencia económica filipina para maniobrar políticamente en un escenario donde Estados Unidos incrementa aranceles impulsando la dispersión de las exportaciones filipinas hacia otros mercados. 

El Documento Blanco de Defensa filipino identifica el Mar del Oeste de Filipinas como la principal amenaza, debido a la militarización china y la pérdida de recursos pesqueros. Como resultado de la escasez de recursos y la peligrosidad que implicaría una escalada de tensiones militares, Filipinas se ha limitado a realizar ejercicios nacionales y multinacionales de defensa costera, orientando todo su brazo militar hacia  una postura defensa y el ejercicio de actos de presencia por parte de la Guardia Costera, en lugar de navíos militares evitando una escalada de tensiones, la cual debido a la debilidad estructural filipina y su dependencia económica podrían resultar altamente costosas. 

Finalmente no se puede dejar de mencionar la promulgación de normas internas por parte de la actual gestión, como la Philippine Maritime Zones Act y la Philippine Archipelagic Sea Lanes Act las cuales buscan definir las zonas marítimas de Filipinas, incluyendo el mar territorial (hasta 12 millas náuticas), la zona económica exclusiva (ZEE, hasta 200 millas náuticas) y la plataforma continental, estableciendo que todas las islas artificiales construidas dentro de la ZEE filipina pertenecen al gobierno de Filipinas. Por otro lado, regular los carriles marítimos archipelágicos, estableciendo rutas específicas para la navegación, el sobrevuelo en aguas filipinas, reforzar el control de Filipinas sobre sus aguas archipelágicas, garantizando el derecho de paso inocente, pero bajo estrictas regulaciones nacionales. Sin embargo, estas cumplen más bien un carácter simbólico y una herramienta para denunciar irregularidades e incumplimientos de la norma interna ante eventuales litigios.

Cooperación internacional: La herramienta predilecta

La realidad filipina lleva a que la cooperación internacional sea un elemento decisivo para su subsistencia e integridad territorial, la cual de otra forma podría verse severamente limitada. Su principal aliado ha sido históricamente Estados Unidos, país que mantuvo un fuerte lazo basado en una relación de superioridad económica y militar traducida en una fuerte dependencia, hoy día concentrada en una dependencia militar, la cual no ha estado exenta de presiones internas en contra de la presencia norteamericana. La alianza, respaldada  por el Tratado de Defensa Mutua de 1951 y el Acuerdo de Cooperación de Defensa Mejorada (EDCA) de 2014, hoy día plantea una incertidumbre sobre el apoyo económico (el cual es una porción reducida del que recibe Taiwán) bajo la gestión Trump, no así militar hasta el momento, con los ejercicios Balikatan en Zambales llevados a cabo el pasado mes de abril. A colación de Estados Unidos, Japón, Alemania y Francia han mantenido una fuerte relación militar con ejercicios navales conjuntos, convenios de capacitación y materiales siendo Japón el principal país de origen del material naval usado para la Guardia Costera. 

El otro grueso de la cooperación de Filipinas se centra en su participación en la ASEAN y los foros de reuniones ministeriales en las que se abordan medios y formas para lograr establecer un Código de Conducta para el Mar del Sur de China, proceso que no será expeditivo y que su éxito dependerá de la aceptación efectiva en la región. Tomando en cuenta los precedentes chinos ante los fallos en favor de Filipinas sobre el Mar Filipino Occidental y el Mar Filipino Oriental y su nulo cumplimiento.

Futuro más que incierto

Filipinas enfrenta un escenario complejo donde se conjugan posibles riesgos donde los costo económico y político excede las posibilidades del Estado y donde el panorama internacional no es favorable. Con un Estados Unidos con una conducta impredecible y una Europa cuyas prioridades empiezan a dirigirse a Europa del Este. Esto implica que se podrían ver afectadas las ventanas financieras y ejercicios militares que sean funcionales a lo requerido para los desafíos que el estado sudasiatico enfrenta. Por otro lado, la tendencia arancelaria norteamericana puede llegar a inclinar la balanza en favor de China, agravando la dependencia económica con China, socio del cual más importa y cuyas exportaciones siguen siendo fundamentales para la balanza filipina.

Su cercanía geográfica a una zona de alta tensión, su choque con las famosas 9 líneas del mar meridional que reclama China y su dependencia militar de Washington, la deja en un lugar donde el margen de acción queda supeditado a las decisiones que tomen estas dos potencias. A pesar del correcto funcionamiento de la ASEAN como medio de cooperación e integración regional y las políticas impulsadas en lo que refiere a la integridad territorial de sus miembros, como por ejemplo con los patrullajes conjuntos sobre el mar meridional, puesto sobre la balanza no llegan a contrarrestar el actual poder chino. 

Decir que es lo que va a suceder implicaría caer en un acto de desconocimiento dado que el cambio de rumbo en las conductas de los actores internacionales, en especial en un sistema internacional donde una potencia ascendente plantea cada vez más desafíos al orden liberal establecido desde Bretton Woods, no permite definir tendencias claras para las potencias medias y pequeñas. En el caso de aquellas que han tenido una afinidad tan marcada ,como es el caso de Filipinas con Estados Unidos, los expone a una mayor presión y en especial cuando el asunto ya no se trata únicamente de la proyección de la gran potencia por intermedio del territorio de la potencia pequeña sino también de una amenaza a la soberanía territorial de la pequeña potencia.

Mientras tanto, Filipinas se apoya en el legalismo y la cooperación internacional como medio de sustentación política en el marco de la disputa recurriendo a las herramientas blandas que le otorgan apoyo y credibilidad en su reclamo territorial frente a la potencia mundial emergente.

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