El Ministerio de Defensa firmó el contrato con Dinamarca para la adquisición de 24 aeronaves F-16 Fighting Falcon. Argentina recupera así su capacidad de intercepción supersónica. La compra incluye armamento, capacitación y mantenimiento. Estados Unidos ya había dado su aval, y existía además la posibilidad de financiación por hasta 40 millones de dólares.

Recapitulemos
Desde diciembre del año 2015, las Fuerzas Armadas de la República Argentina carecen de aviones caza supersónicos. Cómo dijo Roberto López “…la Nación se quedó sin su estilete aéreo…”. En 2018 se realizó la adquisición de 5 aviones Súper Étendard Modernisé para la Armada. Estos tuvieron problemas con los cartuchos de los asientos eyectables, ya que quedaban bajo el embargo impuesto por el Reino Unido. Se espera que con la resolución del tema de los cartuchos haya por lo menos dos unidades listas para recibir al portaaviones estadounidense y retornar a servicio.
Por su parte, la Fuerza Aérea seguía buscando alternativas. En un primer momento, hubo interés por el caza israelí IAI Kfir, del que se ofrecían 12 a 14 unidades en tres configuraciones. Un punto fuerte a favor era la similitud de la plataforma con la familia del Mirage/ Finger /M-VP, empleados por las Fuerza Aérea previamente. Pero se consideró que su horizonte de vida útil era limitado y no se avanzó. La siguiente opción que apareció fue KAI FA-50, producida por Corea del Sur. En 2021 hubo que descartar la posibilidad de adquirirlos, ya que el origen de los asientos eyectores volvía a ser un obstáculo. Para diciembre de ese mismo año se estaban evaluando cuatro candidatos. Posteriormente, con el inicio de la guerra en Ucrania, la opción rusa también sería descartada y a mediados de 2023 se descarta la opción India por la presencia, una vez más, de piezas británicas. Finalmente, las opciones serían: El F-16 (de Estados Unidos / Dinamarca) y el JF-17 (China).
¿Cómo se elige un avión?
Las discusiones suscitadas en torno a este tema han tenido por hábito desconocer que la elección de medios es un proceso complejo que requiere considerar tanto aspectos técnicos como políticos.
El planeamiento de la defensa en Argentina comienza en el llamado Nivel Estratégico Nacional (NEN) con un documento público que es la Directiva de Política de Defensa Nacional. Dicho documento brinda un estado de situación global, concibe el posicionamiento en materia de defensa del país y, por último, brinda directrices para instrumentalizar la Política de Defensa y la Militar. Es a partir de este NEN que puede conformarse el Nivel Estratégico Militar (NEM), que ya involucra al Estado Mayor Conjunto y distintas Fuerzas Armadas. Dicho trabajo arroja documentos, ya no de carácter público, donde se plantean el diseño, empleo y evolución del Instrumento Militar. Esta es una labor prolongada que, por ejemplo, para la DPDN de 2021 tomó dos años confeccionar los documentos del NEM, e involucró personal tanto militar como civil
De dicho trabajo se desprenden las necesidades concretas de nuestras Fuerzas Armadas. La búsqueda de sistemas de armas (ya sean reemplazos o adiciones) debe estar orientada por esta articulación entre los grandes objetivos y los medios para alcanzarlos. Además, a partir del 2007, cuando se decretó el “Ciclo de Planeamiento Nacional” se incorpora un método de planeamiento que considera la operatividad de los sistemas de armas. Es decir, además del medio, se insta a considerar: La infraestructura, los recursos humanos, la información, la logística, el adiestramiento, la doctrina y la organización (el llamado ‘MIRILADO’). A modo de ejemplo, si la infraestructura requerirá cambios (ej. mayor mantenimiento de las pistas) para incorporar un avión específico, estamos incurriendo en costos extra que deben ser considerados. La evaluación de esos medios de Establecidas estas características, se evalúan las opciones viables y vuelve al ejecutivo donde se toma la decisión contemplada, además, otros factores coyunturales que pueden no ser estrictamente militares.
En principio, los F-16 y los JF-17 eran aviones polivalentes que podían ocupar el lugar que los Mirage había dejado vacante. Ambos se ofrecieron con acceso a financiación. El F-16 es un avión ampliamente distribuido, conocido y probado. En este caso, los problemas que se avizoran ya han sido extensamente documentados . Por otra parte, el JF-17 ofrecido a la Argentina es un Block III, supuestamente subsana varias fallas del modelo anterior. La experiencia de Birmania con los Block II sirve como advertencia de lo que puede implicar un avión nuevo .
Habiendo transcurrido dos años de estos idas y vueltas, la discusión no fue saldada a partir de datos técnicos, sino más bien por una decisión política que responde a una visión del mundo.
Es la política (internacional)
Aquí podría incluirse alguna frase de Sun-Tzu, Clausewitz, Perón -o de muchos otros candidatos a una cita de autoridad- indicando que en última instancia las decisiones sobre la defensa o la guerra son políticas.
El gobierno de Alberto Fernández pudo plasmar en la DPDN 2021 (Anexo 1) una visión del mundo y cómo la Defensa Argentina se insertaba en el mismo. Se podría intuir una apuesta a la prudencia pragmática en un escenario concebido como multipolar donde se buscaba no acotar los márgenes de autonomía futura. Por otra parte, la ocupación británica de las Islas Malvinas figura prominentemente a lo largo del documento. Sin señalar explícitamente una hipótesis de conflicto, queda claro que el diseño del Instrumento Militar debe contemplar esta situación. La defensa de la soberanía, el territorio y su gente no se divorcian de la idea de recuperación pacífica de las islas y el Instrumento Militar se piensa también como apoyo de la diplomacia.
En este sentido, los F-16 traen aparejada la preocupación de que su continuada operación depende del visto bueno de los Estados Unidos (para proveer armamentos, repuestos y modernización). Parece poco factible que, llevado a tener que decidir, los Estados Unidos valoren más los lazos con Argentina que con el Reino Unido. De esto ya hemos tenido antecedentes durante la guerra de Malvinas, donde mantuvo su imparcialidad hasta donde pudo, pero finalmente optó por bloquear pedidos argentinos de equipos y repuestos que ya se encontraban pagos, y dar curso a requerimientos de material para las fuerzas británicas.
Esto último no es menor en el marco del giro de la política exterior de Javier Milei que fue hacia un marcado alineamiento con los Estados Unidos. Discursivamente, se justifica este alineamiento desde la defensa de los valores de un occidente democrático, que en los actos ha demostrado un acercamiento a los Estados Unidos, Ucrania, Israel y Taiwán. En el área de Defensa, como bien relata esta nota, un alineamiento es un acto con valor estratégico importante. Esto refuerza la política hemisférica en materia de seguridad internacional, en favor de Occidente. Esto habilita un aumento en la participación en ejercicios combinados, mayor intercambio de Oficiales y la posibilidad de aumentar la cooperación con sistemas de armas.
Algunas reflexiones finales
La recuperación de capacidades es de gran importancia. La misión de nuestras Fuerzas Armadas (tal como hoy se explicita) es la de protección contra amenazas externas estatales. Estadísticamente, de presentarse alguna -esto es fácilmente comprobable- contaría con aviación supersónica. Ante esto, nuestras fuerzas evidenciaban una desventaja. La firma de este contrato es el resultado de un enorme esfuerzo, militar y civil, que busca comenzar a recuperar las capacidades que se esperan de un Instrumento Militar moderno, capaz y efectivo.
Es evidente que todavía falta recorrer un largo camino para tener un Instrumento, a falta de una mejor palabra, competitivo. Y la política exterior no es una cuestión que se pueda considerar saldada. Pero desde Defensa se ha tomado un compromiso con un rumbo y este es un paso decisivo en la realización de una visión de la Defensa que le permita a las Fuerzas Armadas de la República Argentina cumplir con su misión y objetivos.





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