Muchas veces se comenta que la región de América Latina tiene una estabilidad geopolítica envidiada por otros continentes. Tal vez esta declaración tiene su razón, después de todo mientras hoy encontramos ejemplos de conflictos entre Estados en distintos rincones del mundo, tenemos que remontarnos hasta 1995 para rastrear la última guerra latinoamericana.

Sin embargo, no puede decirse lo mismo respecto a las inestabilidades cíclicas que presentan los Estados de esta región, y quizás el mejor ejemplo de la realidad actual es Venezuela. Según datos de ACNUR hay casi 8 millones de refugiados venezolanos en todo el mundo, de los cuales según R4V 6,5 millones se encuentran en América Latina y el Caribe. Ciertamente esta enorme movilización humana no vino sin sus impactos regionales.
La crisis de refugiados venezolanos tus comienzos a principios de la década de 2010, pero fue en 2018 cuando esta situación comenzó a sentirse fuertemente en el norte de Brasil, más específicamente en la ciudad de Boa Vista. Según datos de ese mismo año la población de esta ciudad capital de un estado fronterizo con Venezuela estaba compuesta en un 7,5% por refugiados venezolanos. La situación llegó a tal punto que el entonces presidente de Brasil, Michel Temer, lanzó la Operación Acogida liderada por el Ejército Brasileño donde también intervienen organismos internacionales.
Las bases de esta operación se pueden sintetizar en brindar educación, salud y protección social a los migrantes que llegan diariamente. Este primer recibimiento humanitario funciona como filtro para evitarles condiciones de desamparo a los migrantes. Allí se les provee alimentos, vacunas, medicamentos, educación sobre sus derechos, ayuda legal para acelerar los procesos de ciudadanía, y hogares temporales. La asistencia que Brasil provee a los migrantes venezolanos lo convierte en un faro humanitario en la región y ejemplo de la necesidad existente de redes de contención ante la crisis de refugiados.
Podríamos sintetizar el objetivo final de la Operación Acogida en insertar socialmente a los refugiados en Brasil. Esto implica, además de la ayuda primaria mencionada, que los migrantes puedan ser parte activa de la sociedad y cultura a la que arribaron. En este sentido, luego de 5 años de trabajo humanitario, la IOM calcula que más de 100.000 venezolanos han logrado integrarse a la sociedad brasileña y un 80% de estos tenía empleo estable. Este número representa una cuarta parte del total de refugiados en ese país.
Los datos no solo demuestran el éxito alcanzado por la Operación Acogida, sino también la necesidad de mantener la operación en funcionamiento. Actualmente existen dos grandes amenazas a la continuación de la ayuda humanitaria en Boa Vista: la falta de financiación y el recambio generacional migratorio. Respecto al segundo punto, hay escasos datos, pero existe una tendencia creciente de más adultos mayores migrantes, sin estudios y de escasos recursos llegando a Boa Vista. Además de una tendencia en el sentido contrario respecto a jóvenes profesionales de clase media, quienes compusieron las primeras oleadas migratorias.
A la combinación de los riesgos mencionados se debe sumar la falta de información respecto de estos temas. Muchas veces la agenda internacional está ocupada en el seguimiento de acontecimientos bélicos que se llevan la atención principal, mientras crisis humanitarias están sucediendo a pocos kilómetros de nuestros hogares.




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