Mientras el diputado nacional Javier Milei crece en las encuestas, aumenta la preocupación por el futuro democrático de la Argentina. La serie de medidas que propone generan polémica en la sociedad civil y en la dirigencia política; y hacen dudar a su vez a los sectores empresariales sobre su capacidad política. ¿Por qué tanta controversia?
Luego de un breve pero intenso recorrido como comentarista televisivo, el político libertario irrumpió en la escena política como líder de la coalición La Libertad Avanza en 2021, donde compitió por primera vez en elecciones legislativas y se consagró como diputado nacional. En ese momento, la estrategia política para posicionarse en la elección fue proponer la eliminación del gasto “improductivo” del Estado, la reducción de impuestos, el refuerzo de las fuerzas de seguridad y la eliminación del Banco Central de la República Argentina (BCRA) como medida para “combatir la inflación”. En rasgos generales, el planteo de Milei durante su campaña legislativa se basó en una reducción de la intervención estatal.
En términos discursivos, su estrategia consistió en una retórica “anti política”, que venía a combatir a lo que denomina “la casta”, argumento que trajo controversias en su carrera hacia la legislatura nacional ya que, justamente, se encontraba en la búsqueda de una banca en la Cámara Baja. Ante esta polémica, desde su partido salieron a aclarar que Milei no era “anti-política”, sino “anti-privilegios” de la política, por lo que su intención de convertirse en diputado se justificaba en poder llevar sus iniciativas contra la corrupción al Congreso Nacional. No obstante, a pesar de haber conseguido su propósito al ser electo, Milei no ha presentado ni un solo proyecto a la Cámara de Diputados hasta el momento. El líder de La Libertad Avanza no ha demostrado gran interés en su labor legislativa; sin embargo, va un paso más allá y ahora quiere convertirse en presidente de la Nación.
En 2022 confirmó su candidatura y, a tres meses de las Primarias Abiertas Seguras y Obligatorias (PASO), adelanta su plan de gobierno. Como primera medida, en caso de ganar las elecciones generales, sostiene que llevará a cabo una reforma estatal: Un achicamiento del Estado para disminuir los impuestos; una flexibilización laboral y una apertura económica. Cabe destacar, que esto es algo que ya se ha intentado en los 90 bajo la presidencia de Carlos Menem, cuyas consecuencias recayeron en la economía, en la industria argentina y, asimismo, en la sociedad civil, dejando altos niveles de desempleo y desigualdad.
En otro orden, propone la disminución de la jerarquía de las áreas de salud, algo que se implementó durante el gobierno de Mauricio Macri. Milei planea absorber al Ministerio de Salud y al Ministerio de Educación bajo la órbita del “Ministerio de Acción Social”. Esto, bajo el lema de “integrar las áreas para encarar los problemas” implicaría, en realidad, una disminución de los recursos que se le otorgan a estos organismos lo que podría dificultar la tarea de que lleven adelante políticas públicas efectivas.

Como hemos señalado, Milei propone medidas que ya se han implementado y no resultaron del todo exitosas, pero también pone sobre la mesa cuestiones que nadie más ha intentado debatir. El economista más de una vez ha puesto en duda la Ley de Trasplante de Órganos, Tejidos y Células – Ley Justina, y ha declarado estar a favor de la venta de órganos ya que la solución a la falta de donantes, según él, puede estar dada por los mecanismos del mercado. Asimismo, se ha mostrado de acuerdo sobre la venta de niños y la libre portación de armas. Si bien esto no forma parte oficial de su promesa de campaña; ha dicho que son opiniones personales, pero que se podrían debatir bajo su presidencia.
También ha demostrado estar en contra de algunos organismos de derechos humanos y de la agenda transfeminista. Milei afirmó que en caso de ganar cerraría el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad y, sobre los desaparecidos bajo la última dictadura cívico militar, prolifera un discurso negacionista que señala que “no fueron 30.000” y que a ese número “hay que eliminarlo”. Por otra parte, advierte que bajo su gestión la educación dejará de ser gratuita y, en su lugar, plantea un sistema de vouchers para que estudien “los que quieran estudiar”, dejando entrever que también se despedirá de la obligatoriedad de la educación.
Todas sus declaraciones han sido fuertemente criticadas; sin embargo, el precandidato a presidente dobla su apuesta y continúa con sus polémicas propuestas. La más reciente tiene relación con la situación económica donde, en un contexto de crisis, Milei propone la dolarización de la economía. Varios economistas salieron a rechazar la viabilidad de dicha medida, teniendo en cuenta la escasez de reservas. Incluso la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en su última intervención desde La Plata criticó la posibilidad de dolarizar la economía, y procedió a mostrar los resultados fallidos de los países latinoamericanos que eligieron el camino de la dolarización.
El establishment tampoco se encuentra convencido por completo del plan económico de Milei. En abril de este año el líder libertario realizó una exposición en el Foro Llao Llao, donde fue escuchado por el sector empresarial. Luego de las presentaciones, se le realizó una encuesta a los participantes del foro en el que se les preguntó por su inclinación en las próximas elecciones: De 100 votos, Milei solo obtuvo 3.
A pesar de que su partido se posiciona como la tercera fuerza en las encuestas, parece ser que la ciudadanía tampoco está muy de acuerdo con las ideas del precandidato de ultraderecha. La encuesta nacional de abril de Zuban Córdobademuestra una contradicción en la sociedad civil, ya que el 61,7% de los encuestados no está de acuerdo con dolarizar la economía. Asimismo, tampoco demuestran estar de acuerdo con otras de sus propuestas: El rechazo a legalizar la libre portación de armas es del 77,3%; el desacuerdo con privatizar YPF es del 68,2%; el de privatizar la educación es del 84,3%; y la eliminación de subsidios y planes sociales alcanza el 49,2%.
El plan de gobierno de Milei, a pesar de parecer disruptivo, está anclado a un modelo conservador donde la igualdad de derechos es soslayada por la libertad individual, por lo que el ascenso al poder de un gobierno de derecha podría demostrar un debilitamiento del sistema democrático.