Argentina y el BRICS: Vientos que vienen de Beijing

Es un hecho. China dio la bienvenida a la Argentina al bloque de países BRICS, llamado así por las iniciales de sus variados integrantes: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. La  incorporación de Argentina al bloque, situación que ya se venía hablando desde la visita del presidente Alberto Fernández a China a inicios de este año, abre la puerta a un mundo de posibilidades para el país rioplatense. Por lo tanto, es importante hacer un vistazo general de la situación geopolítica actual para poder hacer un análisis en profundidad de los efectos internos de dicho suceso en nuestro país.

La llegada de la Argentina al BRICS es una noticia que confirma el proceso de revitalización de una entidad que atravesaba un periodo de cierto abandono antes del inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania.

La guerra, de hecho, puede que sea uno de principales detonantes de la nueva puesta en marcha del bloque. Los bloqueos económicos que atraviesa el Kremlin por parte de las potencias occidentales lo obligan a ir en búsqueda de nuevos mercados por dos motivos. En primer lugar, para proveerse: debido a las enormes limitaciones tecnológicas e industriales que está atravesando la economía rusa al romper definitivamente su relación comercial con Europa y Estados Unidos, es vital para el gobierno de Putin encontrar países que lo provean de nuevos insumos y tecnologías, con el objeto de restaurar las cadenas de suministros a un nivel mínimamente funcional. En segundo lugar, para vender: la economía de Rusia se sustenta principalmente por la venta de materias primas como el petróleo y el gas. La necesidad de encontrar mercados donde insertar estas exportaciones después del fin de las relaciones comerciales con Europa, su principal comprador, es menester para el mantener la solvencia economía del estado ruso.

Es por esto que, más allá de la inclusión de la Argentina, también se habla de otros países como Irán, que atraviesa las mismas dificultades económicas que Rusia dado los enormes bloqueos económicos por parte de occidente que también recibe el régimen del Ayatolá.

Se puede declarar, en forma simplista, que Rusia al verse divorciado económicamente de Europa y Estados Unidos, busca crear un flujo de capitales alternativo utilizando el BRICS como plataforma para independizarse económicamente de las potencias occidentales.

Sin embargo, es fundamental señalar que el verdadero poder económico del bloque no está en Moscú, sino en Beijing. De hecho, no solo China es una economía mayor que la de Rusia, cosa evidente dado el status del país asiático como segunda potencia económica mundial, también India (quinto país con mayor PIB) y Brasil (onceavo) superan a la economía Rusa, la cual ocupaba un puesto 12 en los países del mundo por PIB antes de la guerra, la cual seguramente hará al país eslavo bajar varios escalones más.

Es aquí donde radica la verdadera importancia para la Argentina, pues, en realidad, hay pocos intereses que puedan compartir la economía rusa y la argentina dado que ambos son países exportadores de materias primas. Las relaciones económicas entre países suelen funcionar mejor entre países desarrollados, generalmente industrializados, y países exportadores de materias primas (como señala por ejemplo la teoría de la periferia-centro).

Entonces ¿cuál es el interés de China? Existe una palabra muy importante para definir esto. Influencia. Desde que Xi Jinping reemplazo a Hu Jintao en la cabeza del gobierno chino trajo con ello una serie de cambios en la forma en la que el gigante asiático encara sus relaciones bilaterales. La política de “Ascenso Pacifico de China” que fungía con la iniciativa de plantear el emerger a potencia del gigante asiático como algo beneficioso y deseable para los países del mundo, construyendo consensos desde un perfil más bajo y conciliador, fue remplazado por la denominada “Diplomacia del Lobo Guerrero” de naturaleza más agresiva y proactiva.

La idea de instalar a China en el escenario mundial es ahora la idea de imponerla como la potencia preponderante en el gran teatro de la política internacional. Tanto Xi Jinping como su ejército de diplomáticos salen abiertamente a declarar el sueño de un mundo con China como personaje principal y a denunciar constantemente los excesos y falencias del poder estadounidense. Esto se pudo ver en el Foro Económico Mundial de Davos a inicios de año, donde el propio Xi Jinping velo por “abandonar la mentalidad de guerra fría” y plantear “una economía mundial abierta” en contra del proteccionismo.

Con todos sus esfuerzos, China quiere crear una imagen de defensora del comercio internacional y coexistencia pacífica de las naciones, buscando diferenciarse de la tendencia conflictiva de los Estados Unidos y Rusia.

Es por esto que China mantiene un enorme interés sobre la Argentina. Xi Jinping entiende que un elemento fundamental de las superpotencias a lo largo de la historia, desde la Roma de los Césares hasta la Inglaterra victoriana, es su capacidad de influir en las demás naciones y continentes, elemento que siempre le ha faltado a la Rusia de Vladimir Putin dada su capacidad militar pero incapacidad económica.

Argentina en su condición de potencia regional, junto a Brasil que ya está incluido en el bloque, puede consolidar a Sudamérica como un enclave valioso para las aspiraciones geopolíticas de China si logra utilizar esta influencia para debilitar la presencia estadounidense en el Cono Sur.

Sin embargo, esta meta tiene una serie de problemas. En primer lugar, las excelentes relaciones que ha mantenido Brasil a lo largo de su historia con los Estados Unidos (tanto Lula como Bolsonaro tienen planeado continuar con esto). En segundo, la situación de debilidad de Argentina por sus problemas de deuda. Desde el 2015, bajo el gobierno de Mauricio Macri, Argentina dio un giro en su política internacional para empezar a mantener buenas relaciones con Estados Unidos, lo cual continuo Alberto Fernández al verse condicionado por los problemas de deuda externa que atraviesa el país rioplatense.

No obstante, aquí puede existir una ventaja imprevista para los intereses argentinos. China suele usar la deuda como una trampa, convirtiéndose el principal prestamista de un país con el objeto de asegurar su influencia en el mismo, situación ampliamente repetida en países subdesarrollados como los de África y también en la Argentina.

Sin embargo, el hecho de que Argentina también esté en condiciones delicadas frente al organismos de crédito arraigados a occidente como el Fondo Monetario Internacional y el Club de Paris, hace que quizás, Argentina se encuentre en una posición privilegiada donde se pueda valer para su desarrollo tanto de capitales estadounidenses como chinos. Quizás esto sea uno de los motivos de la flexibilización del Fondo Monetario Internacional en los acuerdos de deuda que ha tenido con la Argentina, una especie de guiño por parte de Washington que se ha complementado con las numerosas reuniones que tuvo Sergio Massa con capitales extranjeros.

Un apartado importante a mencionar es lo referido a energía y minería. Argentina tiene las condiciones idóneas para volverse un proveedor de energía a nivel mundial. El gasoducto Néstor Kirchner es la enorme promesa de la economía argentina, ya que permitiría por fin sacar réditos de las enormes reservas de gas de Vaca Muerta. El biodiesel es una de las cartas fuertes de la Argentina y todo apunta a que las exportaciones de este combustible serán record en el presente año. Argentina es el cuarto productor mundial de litio y desde la secretaria de energía apuntaron a convertir al país en el máximo exportador mundial de dicho mineral en los próximos dos años.

En un mundo donde Rusia se encuentra bloqueada y aislada de la economía global, cuando era uno de los principales proveedores de energía y minerales, deja el escenario idóneo para la búsqueda de reemplazos donde Argentina funge como el candidato ideal. Las numerosas inversiones en energía que ha hecho China en la Argentina así como las reuniones de Sergio Massa con empresarios de Chevron, Exxon, Shell o Total revelan una posible guerra comercial entre capitales americanos y chinos en donde reluce una contundente consigna: quien controla la energía, controla el juego.

Esto se puede notar en un informe del Eurasia Group donde delata a Argentina como el país en vías de desarrollo que más le debe al Fondo Monetario Internacional y a China a la vez. De esta situación se pueden sacar dos conclusiones: en primer lugar el descuido con el que Argentina ha manejado los mecanismos de crédito publico en los últimos tiempos, y en segundo, que a nadie en el mundo le convendría que Argentina entre en un estado de cesación de pagos (default). Es por esto de las facilidades que ha dado el FMI y la temeridad con la que China ha ofrecido todo tipo de inversiones al país austral. Un default para la Argentina seria entrar en un estado de perder-perder tanto para Estados Unidos como para China, un escenario a evitar.

Con la llegada de Argentina al BRICS podemos decir que China le está sacando metros de ventaja en la carrera a los Estados Unidos. Argentina, en febrero, tras la gira de Alberto Fernández por China, se suscribió al acuerdo de la Franja y se sumó a la Nueva Ruta de la Seda, lo cual ya auguraba una fuerte presencia China en las relaciones comerciales del país rioplatense.

Ahora, con su incorporación al BRICS podrá recibir financiamiento del Nuevo Banco de Desarrollo, institución financiera vinculada a la entidad utilizada para dar pie a inversiones de carácter productivo en países miembros, que pueden servir como chispa para prender la llama del sector energético argentino. Mientras tanto, Massa logró conseguir desembolsos de u$s 5.300 millones de su gira en Estados Unidos por parte del Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo.

Estados Unidos y China siguen en su disputa por la hegemonía económica, y Argentina puede estar en las puertas de convertirse en una especie de niña bonita del escenario mundial. Desde Buenos Aires es posible ver fuegos por Moscú, cartas desde Washington y vientos que vienen desde Beijing.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen exclusivamente a los colaboradores y/o invitados y no necesariamente representan a Politólogos al Whisky

Escrito por

Estudiante de Contador Publico (Universidad Nacional del Chaco Austral).

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