Con la llegada de Sergio Massa al área energética nacional se vuelve a poner el foco en reanudar la esperanza de explotar uno de los recursos más codiciados geopolíticamente. Este artículo se propone abordar la situación actual del gas como recurso energético en Argentina y su posible impacto en el mundo.

El gas en el mundo
Desde el 2021 se vienen exponiendo récords en el consumo de energía, la cual mundialmente aún se sustenta en un 80% de combustibles fósiles. Dentro de estos porcentajes, se puede identificar al Gas Natural casi pisándoles los talones al carbón (26,9%) y al petróleo (31%), con un porcentaje aproximado del 24,4%, lo que se traduciría en una clara tendencia a un mundo gasificado.
De acuerdo a informes de la empresa británica líder en gas y petróleo BP, el gas es uno de los recursos energéticos que más crecimiento presenta interanualmente, ya que su uso no se limita simplemente a lo doméstico, sino que además es una fuente cada vez más elegida por las industrias y así también como combustible de los transportes.

La guerra
Como bien se viene mencionando desde el comienzo de la guerra entre Rusia y Ucrania, el gigante ruso es el mayor exportador y proveedor de gas en el mundo. Hasta 2015, aproximadamente el 100% del gas europeo dependía de los gasoductos rusos, sin embargo, este porcentaje ha ido disminuyendo a la mitad para el 2021. Como se expone en la imagen a continuación, los gasoductos rusos suministran y alcanzan a casi la totalidad del continente europeo.

A raíz del conflicto desarrollado, Rusia comenzó a utilizar el gas como un arma geopolítica, desabasteciendo a sus principales consumidores: los países de la Unión Europea, los cuales se abastecen en un 40% aproximadamente de gas ruso.
El desabastecimiento europeo produjo un incremento en los precios de gas debido a que dichos países se vieron obligados a comenzar a buscar otros proveedores de este recurso a cualquier costo.
¿Y Argentina?
El país cuenta con varias cuencas de donde se extrae gas, entre ellas se destaca la cuenca neuquina conocida como Vaca Muerta, representando la mitad de la producción de gas total en el país. Dicha región tiene el tamaño aproximado de Bélgica y posee la particularidad de que la concentración de gas se encuentra a un nivel de profundidad bajo el suelo que requiere de maquinaria y técnicas especiales para su extracción. Esto conlleva a que dichos métodos no convencionales de extracción sean por ende más difíciles de costear que los convencionales.
No es menor que Argentina sea el segundo país a nivel mundial con más gas en su suelo, sin embargo, en los últimos meses ha necesitado recurrir a la importación de gas por parte de Bolivia. ¿Por qué? Aunque el país ocupa el segundo lugar en el mundo con más gas como recurso, se encuentra en el puesto 37 como reserva de gas. La diferenciación radica básicamente en que el gas se convierte en reserva cuando puede ser explotado y utilizado, lo que al parecer en Argentina está bastante bloqueado, teniendo más gas del que puede exportar.
Adicionalmente, en las últimas semanas Bolivia parece haber llegado a un límite en la producción de gas, deviniendo en una caída del mismo. Fue por esto que se abrieron las puertas europeas al gas argentino, lo que podría representar una “lluvia de exportaciones” y un crecimiento exponencial para Argentina si tan solo tuviera la infraestructura para aprovechar el gas en su terreno.
Idas y venidas…
Inusualmente, algo en lo que coinciden los tres últimos presidentes de Argentina es en que el gas es una oportunidad para salir de la crisis, pudiéndose exportar y asegurar la entrada de dólares, sin embargo, ¿por qué no se avanzó en la explotación de gas argentino si todos coinciden en que hay que hacerlo? Pues la problemática se centra en quién estaría a cargo de la explotación del gas de Vaca Muerta y los costos que conllevaría esta colaboración público-privada.
Vaca Muerta supone, como se mencionó, métodos no convencionales difíciles de costear para su aprovechamiento y para ello en los últimos tres mandatos se han intentado diferentes maniobras para lograrlo, repasando algunas de ellas:
- La estatización de YPF en el gobierno de Cristina Kirchner y su convenio con la gigante petrolera Chevron con la promesa de explotar en conjunto el gas argentino, que causó polémica en su momento por supuestas cláusulas de confidencialidad.
- El gobierno de Mauricio Macri, por otro lado, apostó por la reducción de costos laborales con la esperanza de que el sector privado se recompusiera e invirtiera en la infraestructura de Vaca Muerta. En conjunto con ello, también se incentivó a una reducción del consumo de energía por parte de la población argentina en miras de achicar los subsidios a la energía como un guiño al sector privado para su prometida inversión.
- En la gestión corriente, con la asunción de Massa al frente de la gestión de la energía y economía argentinas, se estima la llevada a cabo del tan esperado (primordialmente por el sector privado) recorte de subsidios a las tarifas energéticas como una medida que fomentaria el acercamiento a la construcción de la infraestructura necesaria para la explotación de Vaca Muerta.
Lo cierto es que, a pesar de las medidas económicas, el trasfondo que más ha retrasado la construcción del gasoducto que permitiría la extracción del gas ha sido la constante prórroga de licitaciones para su construcción. Las propuestas de licitaciones han pasado desde 2019 por empresas privadas, incapaces de hacerse cargo de los costos de invertir en la región, hasta llegar a julio de 2022 con una nueva propuesta.
Esta vez la licitación se dividiría en dos, siendo la primera parte financiada por TECHINT, empresa a cargo de proveer los caños especiales necesarios para el gasoducto y que causó revuelo en las últimas semanas por rumores de “corrupción” en su negociación con el gobierno nacional. La segunda, por su lado, supone una mayor cantidad de empresas privadas interesadas y se encuentra en pleno proceso impulsado por la nueva gestión de Sergio Massa.
El golden ticket
Como se ha expuesto, el mundo estaría girando al gas, divisando un exponencial crecimiento en su utilización. En conjunto con este crecimiento, se han dado discusiones sobre el impacto ambiental de dicho recurso, que ha sido nombrado por numerosos Estados como “energía verde”, lo que alimentó su atractivo para consumo.
En Argentina, el gobierno de Alberto Fernández se propuso construir el gasoducto necesario, o al menos la primera parte de este, para el 2023. La propuesta de este año radica en la financiación de esta obra a partir del impuesto a las grandes fortunas, impulsado por el oficialismo en conjunto con las inversiones mencionadas.
Indudablemente, si esto se lograse, la producción y exportación de gas argentino sería una oportunidad, en las manos correctas, no solo para el ingreso de divisas, sino también para la reinversión en desarrollo y valor agregado doméstico. Dicho esto, sin dudas, Argentina tiene la posibilidad no solo de construir un futuro productivo, sino también de elegir qué tipo de futuro quiere construir: uno que se acabe en la exportación de energía y centrado solamente en el ingreso de divisas o uno que se retroalimente invirtiendo en el desarrollo local.
Fuentes:
BBC News. (2022). 3 preguntas para entender por qué Rusia cortó el gas a Polonia y Bulgaria y qué consecuencias puede tener la medida – BBC News Mundo. BBC News Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-61249670.
Rapier, R. (2022). Highlights From The BP Statistical Review Of World Energy 2021. Forbes. https://www.forbes.com/sites/rrapier/2021/07/11/highlights-from-the-bp-statistical-review-of-world-energy-2021/.
Guthmann, N. (2022). GAS en VACA MUERTA: La ESPERANZA de ARGENTINA [Video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=Q1ZHBoiL0XY