Por Emiliano Guerra
Son días de luto en Reino Unido y en las naciones que conforman el Commonwealth. La noticia acerca del fallecimiento de la Reina Elizabeth II ha sacudido al mundo. La muerte de la monarca más longeva en el trono de Gran Bretaña ha desencadenado diferentes reacciones o manifestaciones. Lo que resulta unánime e innegable es que la Reina Elizabeth II dió la vida por su nación y será recordada como un símbolo de unidad en la pluralidad. Fue una auténtica soberana hasta el final.
The London Bridge is down
Tras el fallecimiento de la Reina, su secretario privado informó a la Primera Ministra, Liz Truss, con las palabras “The London Bridge is down”, que significa “ha caído el Puente de Londres”. Este anuncio dió lugar a una extensa cadena telefónica con el fin de dar a conocer la noticia a determinados personajes con la petición de mantener la máxima discreción. Primero se informó al Gobierno, luego a los ministros y secretarios de Estado. A continuación el anuncio fue a la prensa. A los pocos minutos, todas las banderas de las dependencias públicas fueron colocadas a media asta.
Como la Reina falleció mientras se encontraba en el Castillo de Balmoral, ubicado en Escocia, inmediatamente se puso en funcionamiento el Operativo Unicornio, dicho operativo consiste en el traslado del féretro de la Reina Elizabeth II desde Escocia a Londres, un viaje que en un principio se realizaría en el tren real, pero en las últimas horas trascendió por parte de la Casa Real que el traslado sería por vía aérea. Luego de esto se procederá con el resto del Operativo “London Bridge is down”.
Previo a dar a conocer la noticia al público, se suspendieron todas las actividades y las sesiones parlamentarias en Westminster, en el Parlamento Escocés, el Senedd de Gales y la Asamblea de Irlanda del Norte para preparar el funeral de Estado.

Opinión pública dividida
La muerte de la Reina ha desencadenado un sin fin de reacciones en la sociedad británica, que se ha articulado fundamentalmente en torno a dos polos antagónicos, monarquistas y antimonarquistas.
Los antimonarquistas alcanzan solamente un 27% de la sociedad británica. Es importante destacar que el sentimiento “anti” se presenta en mayor medida en los sectores más jóvenes de la sociedad. Su argumento se centra fundamentalmente en el gasto que ocasiona mantener a la institución monárquica. El dinero para dar continuidad y dinamismo a la monarquía emana fundamentalmente de los impuestos que se recaudan del pueblo britanico. Los sectores más radicalizados en contra de la monarquía lo ven como a estar manteniendo a un grupo “selecto de ricos”. A su vez, el discurso anti-monarquía se encolumna detrás de la idea de lo costoso de este funeral y de la asunción de Charles III. Será necesario la quita de circulación de las monedas y billetes con la cara de la Reina para emitir nuevos con la cara del nuevo Rey. Esto se ejecutaría en medio de una coyuntura crítica del país donde la inflación al consumidor alcanzará un 18,6%, nueve veces más alta que la estimada por el Banco de Inglaterra, y la más alta desde 1976.
Los sentimientos a favor de la monarquía alcanzan a la gran mayoría de la sociedad británica. Para este sector la monarquía es una institución histórica que da unidad a una nación de carácter plurinacional o pluricultural. Esta situación se manifiesta no solo al interior del Reino Unido sino también que se extiende a las comunidades del Commonwealth. La monarquía es el símbolo de unidad de una nación que a su interior aloja múltiples identidades, pero que encuentra en dicha institución el fundamento para la vida en común.

El último “God Save the Queen”
El himno nacional será otro de los cambios que la sucesión del trono implicará. Será transformado en “God Save the King”, que se traduce como Dios salve al Rey. El himno que muchísimas generaciones de británicos y habitantes del Commonwealth crecieron cantando y escuchando quedará por ahora impreso en sus memorias.
Murió la monarca más longeva del Reino Unido. Elizabeth II fue una mujer que se puso al servicio y dió la vida por su nación. Atravesó estando en el trono episodios muy sombríos de la historia de la humanidad.
Hasta su último aliento cumplió con su tarea de soberana. Horas antes de morir, el Lunes 6 de Septiembre, y a pesar de que su salud era muy endeble, recibió a la reciente nombrada Primera Ministra, Liz Truss, y le dijo “usted debe gobernar en mi nombre”, dando lugar a un nuevo gobierno de Su Majestad.
