En los últimos días la revuelta mediática alrededor de la asunción de Silvina Batakis como ministra de economía reavivó titulares y editoriales sobre el rol en la política de la mujer. Dichos titulares dieron puntapié a la siguiente nota donde se plasman las repercusiones de la opinión pública argentina que va desde estereotipos simbólicos sobre la feminidad hasta poner el foco puesto en las carteras y prendas utilizadas por las dirigentes políticas.
Corre el 2022 y todos parecen relajarse con la idea de que la participación política femenina es un hecho. Sin embargo, el camino de las mujeres en este ámbito sigue un proceso completamente paralelo y desigual al de los dirigentes políticos hombres. Sin ir más lejos, no hay que hacer la vista gorda a que se necesitaron leyes de cupo y paridad de género para que se les otorgue representatividad a las mujeres en los órganos de poder.
La presencia de mujeres fuertes en los lugares de decisión ha llevado a demostrar que, si bien se avanzó en la garantización de derechos políticos femeninos, aún hay dejos de discriminación simbólica sobre ellas, y los medios de comunicación son los más claros ejemplos para exponer un problema que atraviesa a toda la sociedad.

Entre los titulares de los últimos días, por ejemplo, se ha apuntado a la reciente ministra Batakis como producto de una estrategia del gobierno oficialista, apelando a estereotipos de género tales como la “empatía” o la “sensibilidad” como si las mujeres fuesen los únicos seres sintientes del planeta o incluso como si no pudiesen ser meramente racionales. Este tipo de discursos encajan con una mirada juzgadora sobre las mujeres en política donde siempre se le busca un porqué a cómo llegaron al rol que desempeñan. En este caso, por ejemplo, como una “estrategia”, en otros se ha apuntado a la vida sexual y privada de las mujeres, como si siempre se necesitara de algún medio para desempeñar su carrera política.

Características aún más retrógradas y poco serias sobre las que se ha hecho foco a la hora de juzgar el desempeño político de las dirigentes argentinas han sido sus vestimentas, accesorios e incluso su propio cuerpo. A las mujeres en la política no sólo se les pide que cumplan con sus tareas sino también que luzcan de cierto o tal modo. En algunos casos pareciera que escandaliza más que cartera o que vestimenta usan las dirigentes que sus ideales. Este tipo de señalamientos no sólo se pueden ver en la diaria en los medios de comunicación sino también entre los propios pares de las mujeres en el ámbito político



Titulares como los expuestos son algunos de los que se pueden encontrar sobre las mujeres que hoy protagonizan el escenario político del país. Como se demuestra, la discriminación de género no distingue grieta ni categoría, apuntan desde características emocionales como la sensibilidad hasta lo más superficial como que uñas llevan. Todos estos juicios de valor arremeten contra la igualdad de género, de nada sirve tener un cupo de participación política femenina abundante si se las sigue juzgando por nimiedades superficiales y poniendo en tela de juicio su capacidad para gobernar por seguir perpetuando estereotipos simbólicos de género.
Queda seguir luchando y defendiendo la paridad e igualdad de género hasta que en un futuro no muy lejano los titulares sólo sean sobre los discursos y las medidas tomadas por dirigentes mujeres y no por su aspecto.