Fragmenté, désorienté, rivalisé

Francia completó el cuarteto de citas electorales que tenía agendadas para 2022. La doble vuelta presidencial confirmó a Emmanuel Macron como presidente por otros cinco años, mientras que las legislativas consolidaron una tendencia de hiper fragmentación política. De 12 candidatos presidenciales a 3 grandes fuerzas, con un cuarto jugador que puede pendular entre el centro y el extremo derecho para decidir el futuro del país.

La sociedad francesa ha vuelto a poner su voto de confianza en el centrista que emergió en 2017 para romper el dominio de los partidos tradicionales. La crisis de liderazgos que se expresó por derecha en varios países del mundo, como EEUU y Brasil, en Francia se ha ido hacia el centro. Aunque hoy la brújula parece no tener una dirección concreta.


Asamblea Nacional en 2017: Mayoría absoluta (289) de LREM, gran presencia de los aliados de LR como segunda fuerza. La izquierda alcanzaba 58 lugares y el Frente Nacional, solo 8.
Asamblea Nacional en 2022: Mayoría relativa de LREM (245), frente a la oposición de NUPES a la izquierda. A la derecha, crecimiento de FN sobre LR, ahora cuarta fuerza y posible aliada.

Fuente: Europe Elects.

Con una abstención electoral record, la sociedad expresa su descontento con la política, con los políticos y con la situación del país a la salida de la pandemia que, si bien no es crítica, promete complicarse a partir de las esquirlas económicas de la guerra rusoucraniana, la inflación, la pérdida de poder adquisitivo, la problemática migratoria y la posición de Francia frente a la batalla contra el cambio climático.

Del 73% inicial que colocó a Macron y Le Pen en el balotaje, se visibilizó una tendencia de desinterés y descontento con estos protagonistas. A pesar de ser una cita decisiva, la segunda vuelta decayó al 71% con tres millones menos de votos. En los sufragios legislativos sucedió de la misma manera, la caída del 47,5% al 46,3% significó una ausencia de más de dos millones de franceses entre una cita y otra.

Sin duda que el proceso 2022-2027 será muy relevante tanto para Francia como para Europa y el mundo. Con Macron como el gran líder de la UE, el futuro de la Unión y las tendencias nacionalistas pueden depender de cómo se dé este proceso. Acercar o no a la sociedad a ideas integracionistas, reunir a la política con el pueblo como herramienta para dirimir instancias claves de la vida de una nación y contener a grupos peligrosos para la democracia, resulta un gran desafío para la V República en un momento crítico de su existencia en un país acostumbrado a las revoluciones y las reformas republicanas. ¿Resistirá?

Fragmenté

Luego de la reelección de Emmanuel Macron para la presidencia francesa por sobre Marine Le Pen, se largó la carrera por la conformación legislativa. El tercero en discordia de abril, Jean Luc Mélenchon, partió con ventaja para comenzar a trabajar en la “tercera vuelta” luego de haber estado a menos de medio millón de votos del balotaje.

La gran coalición de izquierdas se anidó bajo el ala de Mélenchon, el mentor de una unión firmada a regañadientes por algunos miembros de los partidos integrados: socialismo, ecologismo y comunismo. Los dos últimos fueron los primeros en unirse a Francia Insumisa, con algunos contrapuntos pero sin demasiada dificultad, dado que Mélenchon fue parte del PCF, partido además cercano a los verdes.

Si bien el ecologista y ex candidato presidencial Yannick Jadot no se mostró completamente a favor, fue Julien Bayou, secretario del partido quien rubricó el primer acuerdo, al que se sumó luego el comunismo. La presión sobre el socialismo hizo aún más notoria su división.

Fue el secretario del PS, Olivier Faure, quien inclinó la balanza hacia la alianza. Con Anne Hidalgo, François Hollande y otros pesos pesados más cerca de Macron, el secretario general cargaba con el fastidio de haber sido borrado de este mitin clave ante el declive venidero. Con el ex presidente Hollande en contra, el Partido Socialista consolidaba a los cuatro grandes partidos de izquierda en una alianza sin precedentes, cimentando un paredón a la izquierda del centrista Macron.

La batalla por la Asamblea, que se concentró en la disputa de Macron y Mélenchon, con la obsesión del segundo por alcanzar la cohabitación con una mayoría parlamentaria, terminó por olvidar a la extrema derecha de Marine Le Pen. El resultado, finalmente, arrojó que -de haber un ganador- sin duda se erige como tal el Frente Nacional, que borró a Zemmour del panorama de la extrema derecha -ni siquiera él entró al parlamento- y sobrepasa la derecha tradicional de Los Republicanos.

Desorienté

El descuido de la estrategia oficialista al apuntar todos los cañones en contra de la amenaza de izquierda, corrompió el cordón republicano que contenía al lepenismo como un fenómeno que alcanzaba un segundo puesto presidencial pero que no contaba con una fuerte representación parlamentaria. De hecho, Marine contó con un tercio de los votos en las presidenciales de 2017, pero sobrevivió un lustro a la sombra de Macron con apenas 8 diputados.

Macron asumió su primer mandato como el gran armador de centro, en contra de la “mentira de izquierda y derecha”. El populismo centrista disfrutó de unos cómodos 5 años de gobierno automático, incluso con buenos resultados ante la pandemia, pero con un gran golpe como la movilización de los chalecos amarillos -de las más grandes en la Europa del Siglo XXI-.

Rápidamente, el ascenso macronista, debilitó a los tradicionales partidos socialista y republicano. Luego de una pésima elección presidencial para ambos, vemos que solo el PR sigue en pie con 61 lugares en la Asamblea, mientras que el PS se unió a la NUPES para formar parte de la coalición de izquierdas en el Congreso.

Con el cordón sanitario a la extrema derecha ya debilitado y la izquierda fortalecida en Mélenchon, Macron afrontará un lustro dependiendo de LR para aprobar sus propuestas sin mayores problemas. El gobierno del gran centro fue asediado a ambos lados, con una sola vía de escape hacia la centro derecha, que además empieza a ver cada vez más cerca a su prima radical al comando de una Marine Le Pen normalizada en la política francesa. ¿La gran enemiga? ¿Aliada en algunos puntos del programa? ¿Gobierno de centro o de derecha si es necesario?

Rivalisé

Emmanuel Macron, con un perfil a base de poder, negociación y -no menor- algo de soberbia ha captado la confianza de los franceses en 2017. Aquel gran apoyo que consiguió, rompió con más de tres décadas de dominio socialista-republicano, lo que a la postre de sus primeros cinco años se transformó en una fragmentación acelerada.

Derechas moderadas en LR y UDI, extremas derechas en Le Pen y su histórico Frente Nacional y el emergente Eric Zemmour que, a pesar de su fracaso, trajo con Reconquista una nueva visión social de Francia bajo la premisa del Gran Reemplazo. La izquierda se agrupó bajo Mélenchon y su posición más radical, por lo que a Macron solo le quedaron las resinas del socialismo y una relación cordial con los republicanos.

En abril, tras su triunfo, el desafío principal de Macron se constituía en suturar y volver a unir a una Francia fragmentada. No solo parece haber perdido a la izquierda con el ascenso de Mélenchon; su perfil liberal, medidas pro mercado y alejamiento de las bases populares, consolidan un perfil elitista sobre el que ha machacado hasta la misma Marine Le Pen.

Ha perdido el campo, zonas rurales del centro/norte y la costa mediterránea a manos del Frente Nacional, el voto de los adultos de la Francia olvidada y movilizados en 2019 por los impuestos al carbón. También decayó el apoyo de los ecologistas, gracias a la alianza EELV-LFI y un programa que parece cuadrar más en Mélenchon que en Macron para los votantes jóvenes. La juventud urbana, y sobre todo parisina, encuentra en el perfil del líder insumiso a su votante ideal. 

Y todavía no parece atraer completamente a los conservadores de derecha. El histórico LR conserva buena presencia en el sureste, el oeste de París y algunas zonas atlánticas pero no se ha entregado por completo a una coalición con el presidente, afirmando que su apoyo dependerá del punto a tratar y no en un acompañamiento incondicional y permanente.

A esta altura, la rivalidad entre fuerzas es tal, que por primera vez en la historia de la V República Francesa se piensa en la dificultad que tendrá la Asamblea para legislar en conjunto con el presidente de manera ordenada y fluida. Por ejemplo, puede estar de acuerdo con los conservadores en el cambio del límite jubilatorio -de 62 a 65- y en concordancia con la izquierda para fortalecer las leyes de acceso al aborto ante retrocesos conservadores como el estallado en EEUU esta semana.

¿En qué puede acordar entonces con el otro gran actor, la extrema derecha? En Francia, el cordón sanitario ha sido fuerte casi como en ningún otro lugar. Que Macron pueda recurrir a la alta suma de representantes del FN indicaría la extinción de esta contención, no solo haciendo crecer a la fragmentación sino a la desorientación de la sociedad francesa para con el discurso político del peligro que representa la extrema derecha. No sería extraño que en cualquier medida que impacte sobre la agroindustria, como lo fue el impuesto al carbón, o una posible legislación sobre la cuestión migratoria, Macron se acerque a su rival Le Pen.

Segundo capítulo ¿Más progresismo o consolidación hacia la centroderecha?

El nuevo gabinete trae como novedades a Elisabeth Bourne al mando, una figura que ha pasado la prueba de fuego en las legislativas y -aunque es blanco de ataques de todos los bandos- se conforma como la Primera Ministra de un gobierno que Macron tratará de hacer más social, una de sus principales debilidades. De marcado perfil tecnócrata, tiene recorrido socialdemócrata y ecologista.

Otro destacado es Bruno Le Maire, proveniente del republicanismo y la centroderecha, como Ministro de Economía y Finanzas. Le Maire ha chocado fuertemente contra Mélenchon, graficando así como podría ser el enfoque económico del gobierno. El economista podría buscar el camino de Macron, quien desde ese mismo ministerio saltó a la presidencia en 2017, considerando que ya no puede ser reelecto y que el camino hacia la transición aún es incierto.

Por último, el otro guiño progresista de Macron está en el Ministerio de Educación, vieja casa de Mélenchon. Pap Ndiaye es un historiador, director del Museo de Inmigracion, y afrodescendiente. Tanto Le Pen como otros sectores minoritarios de la ultraderecha han sido muy críticos de esta decisión, dada la ascendencia, trabajo y carrera de Ndiaye. Entre el acercamiento a las minorías y la lucha contra otras, Macron apuesta por diversificar el repertorio de un gobierno que necesitará escuchar mucho antes de actuar. El perfil negociador de Macron deberá ganarle a su contraparte soberbia.

Otros integrantes del gabinete fueron derrotados en las legislativas, lo que los deja fuera del gobierno en esta prueba que se acostumbra a tener en Francia desde que las elecciones legislativas suceden luego de las presidenciales. Por otro lado, Damien Abad, de la corriente centroderechista, ha suscitado polemicas por sus denuncias de abuso sexual, en un caso que aún no es resuelto pero que no le valió la renuncia ni el despido del ministro por parte del presidente. La consolidación final aún está en tratativas.

Con el Congreso conformado y el gabinete en últimas definiciones, la última pregunta gira en torno a cuál será el destino de este segundo mandato macronista. Con un gran centro construido desde su personalidad y las bases republicanas y socialistas a una gran división. La descomposición de los partidos tradicionales redunda en una nueva alianza de izquierdas que lo presionará como fuerza mayoritaria, pero Macron sólo encontrará un aliado confiable en la centroderecha, que a su vez está cada vez más cerca de su prima radical.

Se potencia el desafío para recomponer y reunir a Francia de cara a 2027, entre izquierda y derecha, urbano y rural, conservadurismo y progresismo, pobres y ricos, extremos y moderados. La Unión Europea, en vilo ante el devenir de su gran líder, su relación con Alemania y otros importantes miembros.

La fortaleza centrista de Macron comienza a sufrir serios asedios. Su futuro: entre la Bastilla de 1789 o la resistencia.

Escrito por

Casi Planificador Comunicacional y Profesor en Comunicación Social por la UNLP. Especializándome en Marketing y Comunicación Política. Fanático del mapamundi.

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