HEARD VS DEPP Y EL MOVIMIENTO #METOO: LA DEBILIDAD DE LOS FEMINISMOS INDIVIDUALISTAS

A principios de mes se dio a conocer la sentencia final de la demanda de Johnny Depp contra Amber Heard, volviendo a cerrar uno de los casos de violencia intrafamiliar más mediatizados y escudriñados de la época.  No obstante, la obtención de dicho dictamen no ha sido suficiente para silenciar en estas tres semanas la discusión alrededor de este juicio, ni mucho menos las burlas y cuestionamientos en contra Heard y otras víctimas o los ataques al feminismo. En particular, y especialmente tras la victoria de Depp, más y más críticas han surgido en contra del movimiento #MeToo y la veracidad de los testimonios de quienes han participado en este, lo que significa un amplio retroceso y, a ojos de algunos, el comienzo del fin de una iniciativa impulsada para darle voz a los más vulnerables. Este artículo buscará analizar las causas de este repentino debilitamiento del movimiento #MeToo a fin de determinar las condiciones necesarias para crear un movimiento que proteja y defienda de forma efectiva a las víctimas de violencia sexual y de género.

Para empezar, es necesario contextualizar el juicio. Contrario a lo pensado por el público general, no se trató de un caso de violencia intrafamiliar, cargos por los que el actor fue encontrado culpable en un juicio previo en el Reino Unido. En cambio, Depp demandó a Amber Heard por difamación por un artículo publicado en The Washington Post el año 2018 en el que la actriz habló de su experiencia como figura pública representante del abuso doméstico, pero sin hacer mención explícita de Depp (Donegan, 2022; Heard, 2018). Tras un extenso juicio televisado, el jurado encontró a Heard culpable de difamación al describirse a sí misma como víctima de abuso doméstico. Curiosamente, el mismo jurado encontró igualmente culpable a Depp de difamar a Heard al acusarla de montar una escena de abuso falsa en uno de los accidentes en los que acudió la policía (Donegan, 2022). No obstante, el interés aquí no yace en el fallo en sí, sino en el efecto que tuvo sancionar el presunto abuso de Heard por parte de Depp y de castigar a Heard por hablar de ello. En otras palabras, lo que la sentencia finalmente dictaminó fue el fin de la libertad de les sobrevivientes de abuso de hablar de sus experiencias, generando con ello una virulenta reacción antifeminista cuyos esfuerzos se han centrado en desprestigiar el movimiento que les dio voz inicialmente: #MeToo.

El movimiento #MeToo (originalmente “Me Too”) surgió en el año 1997 como una respuesta de Tarana Burke, sobreviviente de abuso y activista, al testimonio de una niña de 13 años. La idea inicial era empoderar a las personas agredidas sexualmente, con un especial énfasis en aquellas más vulnerables, a fin de traer consciencia sobre cuán amplio era el problema de la violencia sexual y despertar mediante la empatía una respuesta efectiva en contra de la cultura de la violación (Rodino-Colocino, 2018). Fue recién en el año 2006 cuando “Me Too” hizo su primera aparición en las redes sociales con una publicación que la misma Tarana Burke escribió en MySpace. Sin embargo, la idea no ganó su masividad hasta 2017, año en que salieron a  la luz acusaciones de abuso en contra de Harvey Weinstein, lo que llevó a la actriz Alyssa Milano a publicar en Twitter que “si todas las mujeres que han sido acosadas o agredidas sexualmente escribieran ‘yo también’ como estado, podríamos darles a las personas una idea real de la magnitud del problema” (Thorpe, 2017). La publicación tuvo una respuesta inmediata y masiva, y en apenas unos días el hashtag #MeToo había dado vuelta al mundo entero y alcanzado cobertura mediática; iniciando con ello el movimiento que hoy día conocemos.

No obstante, pese a sus inicios y el rápido número de adherentes y defensoras que ganó en cuestión de días, #MeToo nunca estuvo exento de críticas, retrocesos y ataques. Los críticos del movimiento describieron los esfuerzos por poner fin a la violencia sexual como excesivos desde un comienzo, arguyendo que #MeToo había ido demasiado lejos antes de que realmente se pusiera en marcha (Donegan, 2022), y centrando su atención en las posibles futuras víctimas de falsas acusaciones más que en las actuales víctimas de abusos. Ahora, tras el juicio de Depp y Heard dichas críticas han renacido con aun más fuerzas, lo que unido al efecto del juicio en contra la libertad de expresión de les sobrevivientes de abuso pareciera indicar que sí es verdaderamente el final de una época para #MeToo. Este articulo argumentará que los altos y bajos que ha vivido el movimiento #MeToo no es solo consecuencia de los ataques malintencionados de sus detractores, o del mal uso del movimiento para sostener testimonios falsos, ni menos aun del resultado del juicio entre Depp y Heard; sino de sus propias debilidades internas.

En primer lugar, es necesario reconocer que desde su viralización el movimiento #MeToo se ha convertido en un bastión de defensa para y en contra de los más privilegiados. Esto quiere decir, por un lado, que a pesar de que #MeToo ha logrado probar la tendencia de los hombres ricos y poderosos a abusar de las mujeres de su entorno y creado un consenso en torno a la idea de que estos agresores no deben permanecer en posiciones de poder, poco se ha hecho en contra del problema más generalizado de la cultura de la violación, el acoso y la violencia de género (Taub, 2019). Esto deja libre de castigo a aquellos abusadores con menores recursos y visibilidad, y, por ende, indefensas a sus víctimas. Por otro lado, el movimiento #MeToo ha sido mayormente utilizado (fuera de las redes sociales) por mujeres en posiciones de poder (ídem). Esto se evidencia en los casos exitosos en las cortes y discutidos en la prensa: solo las mujeres de cierto estatus financiero, laboral y social se han sentido lo suficientemente seguras, respaldades y capaces de sacar adelante exitosamente sus denuncias, lo que deja desprotegidas a aquellas personas que viven situaciones de opresión y subordinación más severas y que por ende necesitan de más apoyo. En resumen, el movimiento se ha visto debilitado al concentrar sus esfuerzos en círculos de privilegio.

En concordancia con el punto anterior, a pesar de sus orígenes #MeToo nunca fue un movimiento interseccional. En este sentido, la idea detrás del movimiento era hacer frente a un problema sistémico de género, bajo la creencia de que un gran número de mujeres y niñas habían sufrido los mismos abusos y violencias. Sin embargo, esta idea es incorrecta por múltiples motivos. En primer lugar, porque no todas las mujeres viven en las mismas circunstancias: aunque unidas por las diferencias de género, son un grupo diverso que enfrenta diferencias de clase, raza, orientación sexual, entre otras. En este sentido, aunque la experiencia de haber sufrido abuso es común entre las mujeres y niñas, este no es idéntico en sus formas e intensidad, ni tampoco lo son los recursos que cada una posee para hacerle frente, lo que ponen a algunas mujeres en mayor desventaja frente a sus abusadores que otras. En segundo lugar, porque no todas las víctimas de abuso o de violencia de género son mujeres. Esto ha conllevado a que, al menos inconscientemente, el movimiento excluyese desde sus inicios a los hombres trans, personas no binarias y hombres no hegemónicos. En consecuencia, la ausencia de un enfoque interseccional y de espacios destinados especialmente a las mujeres de color, indígenas, personas queer, discapacitadas, transgénero y a las diversidades sexogenéricas (entre otros grupos especialmente desventajados) convirtió a #MeToo en un movimiento poco inclusivo, limitando nuevamente su alcance y fortaleza.

Finalmente, quizás la debilidad más crucial del movimiento es la ausencia de un enfoque holístico que abarcase las desigualdades y violencias como un asunto sistémico. #MeToo surgió desde sus orígenes de los testimonios individuales de les sobrevivientes de abuso y se extendió posteriormente hacia la exposición y (en algunos casos) humillación de sus abusadores ante el ojo público. Esto efectivamente le dio respaldo a quienes tuvieron los recursos para levantar denuncias y acciones legales, e impulsó la remoción de agresores de las posiciones de poder. No obstante, jamás hubo un cuestionamiento o ataque directo a las estructuras sociales y culturales que sostenían dichos abusos se acumulasen en números tan preocupantes. En este sentido, más que visibilizar el problema estructural de la cultura de la violación y la desigualdad de género, #MeToo se limitó solo a la exposición y escrutinio de casos individuales, dejando así al sistema intacto. Esto le quitó toda posibilidad al movimiento de causar cambios significativos en la sociedad, debilitándole enormemente al tener que sostenerse solo en el éxito de denuncias particulares que a veces, como el juicio entre Depp y Heard demostró, pueden no fallar a favor de las (presuntas) víctimas de abuso. En otras palabras, #MeToo no solo no ofrece soluciones a largo plazo, sino que se encuentra construido sobre un castillo de naipes que se sacude ante el menor problema.

De lo anterior se deduce principalmente la necesidad de crear movimientos basados en la colectividad, sustentados teóricamente por un feminismo interseccional y preocupados por la inclusión de les más vulnerables. Por fortuna, esa es la corriente que han seguido los movimientos feministas en Latinoamérica y que se puede ver representado, por dar un ejemplo, en el emblemático caso de Ni Una Menos. Efectivamente, los esfuerzos de los feminismos latinoamericanos se han centrado en denunciar las violencias estructurales que afectan a las mujeres, disidencias y diversidades; enfocándose igualmente en las desventajas específicas de los grupos más marginados y la constitución de espacios dedicados exclusivamente para su representación. Esto permite abordar los problemas de género de forma interseccional y holística, apuntando a cambios sistémicos y culturales. Igualmente es relevante mencionar las formas disruptivas de protesta en la que se sostienen los movimientos latinoamericanos, que les permiten separarse de instituciones con intereses perversos o recursos limitados, y facilitan un trabajo auténticamente colectivo, movilizado y llamativo. En este sentido, pareciese que la región está bien encaminada para combatir el machismo en sus distintas expresiones.

Para dar conclusión a esta reflexión, se deduce del caso de #MeToo que los movimientos feministas deben salir de las lógicas individualistas y centrarse en construir su fortaleza no a través de los números sino de la comunión e inclusión. Pues es solo cuando se abarcan los problemas de género de forma global que cambios reales y duraderos pueden gestarse, y las estructuras que nos oprimen empiezan a sacudirse. En este sentido, y aunque aún queda mucho por aprender y recorrer, es posible anidar una gran esperanza de mano de los movimientos en nuestra región, donde la interseccionalidad y sororidad son el eje central de la lucha contra el machismo y la desigualdad. Si tenemos ambición, quizás a futuro sea el Sur Global quien le enseñe al Norte como verdaderamente crear un mundo equitativo y justo. Por ahora, solo queda seguir adelante en unidad.

Referencias

Donegan, M. (2022). The Amber Heard-Johnny Depp trial was an orgy of misogyny. The Guardian. https://www.theguardian.com/commentisfree/2022/jun/01/amber-heard-johnny-depp-trial-metoo-backlash

Heard, A. (2018). Opinion: I spoke up against sexual violence — and faced our culture’s wrath. That has to change. The Washington Post. https://www.washingtonpost.com/opinions/ive-seen-how-institutions-protect-men-accused-of-abuse-heres-what-we-can-do/2018/12/18/71fd876a-02ed-11e9-b5df-5d3874f1ac36_story.html

Rodino-Colocino, M. (2018). Me too, #MeToo: Countering Cruelty with Empathy. Communication and Critical/Cultural Studies, 15(1), p. 96-100.

Taub, A. (2019). #MeToo Paradox: Movement Topples the Powerful, Not the Ordinary. The New York Times. https://www.nytimes.com/es/2019/02/12/espanol/me-too-oscar-arias-sanchez.html

Thorpe, J. (2017). This Is How Many People Have Posted #MeToo Since October. Bustle. https://www.bustle.com/p/this-is-how-many-people-have-posted-me-too-since-october-according -to-new-data-6753697

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