#NosArmamosEnManada Nº4 – Otro 8M

¡Feliz nuevo mes a todos y a todas! Algunos dicen que se arranca con el año recién ahora… yo les creo. Les proponemos un nuevo encuentro mediante esta herramienta que es el newsletter de PAW. Se viene el mes de Marzo, y con él, el tan esperado por todo el colectivo de mujeres y disidencias como es el 8 de marzo. No porque sea solo este día donde se lucha por mejores condiciones de vida y oportunidades, sino porque es este día en el que más se visibiliza la lucha cotidiana.

Los avances y la perseverancia en materia de igualdad de género son importantes dado que es, por derecho propio, un objetivo fundamental de desarrollo. Promover una mayor igualdad de género es, también, una medida acertada desde el punto de vista económico, que aumenta la productividad y mejora otros resultados de desarrollo, incluidas las perspectivas para generaciones futuras y para la calidad de las políticas y las instituciones sociales. Ninguna sociedad se puede desarrollar de manera sostenible si no cambia la distribución de las oportunidades, los recursos y las opciones para hombres y mujeres de modo que ambos tengan la misma capacidad de dirigir sus propias vidas y contribuir a sus familias, comunidades y países.

En el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 (ODS 5) del Banco Mundial, se proclama “la igualdad de género no solo es un derecho humano fundamental, sino que es uno de los fundamentos esenciales para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible”.

En las últimas dos décadas, se ha reducido la brecha entre hombres y mujeres a nivel mundial, en particular en la educación primaria y la salud. Pero parece no ser suficiente. Muchas niñas en todo el mundo siguen viviendo situaciones de invisibilidad, falta de oportunidades y violencia por parte de sucirculo más primario. Ni hablar de lo que se sane de las sociedades en general.

Los avances en numerosos frentes han sido escasos. Los principales desafíos (desde el cambio climático, la migración forzada y las pandemias hasta la desaceleración del crecimiento de las inversiones, el aumento de las tasas de pobreza y el flagelo de la violencia de género) amenazan con ampliar las brechas de género o consolidar las desigualdades ya existentes. En particular, la actual pandemia de COVID-19 podría revertir los logros obtenidos con mucho esfuerzo en el área de la igualdad de género.


 Salud 

A nivel mundial, se han realizado avances para mejorar el acceso a servicios de salud de calidad para las mujeres y las niñas; sin embargo, aún queda mucho por hacer. La mortalidad materna disminuyó de 342 muertes por cada 100.000 nacidos vivos en 2000 a 211 muertes en 2017. Casi todas las muertes maternas se pueden evitar, como lo demuestran las grandes disparidades que se registran entre las regiones y entre los países ricos y pobres. Dos regiones, África subsahariana y Asia meridional, representan el 86 % de las muertes maternas en todo el mundo. En África subsahariana, las mujeres sufren la tasa de mortalidad materna más alta: 533 muertes por cada 100.000 nacidos vivos, o 200.000 muertes maternas al año. Esta cifra representa más de dos terceras partes (el 68 %) de todas las muertes maternas que se registran cada año en todo el mundo.

En todo el mundo, los nacimientos asistidos por personal de salud capacitado han aumentado del 63 % en 2000 al 81 % en 2018. Sin embargo, las cifras son aún más bajas, si bien están mejorando, en Asia meridional y África subsahariana. En Asia meridional han aumentado del 41 % en 2000 al 61 % en 2018, y en África subsahariana del 36 % en 2000 al 76 % en 2018. Asimismo, aunque las mujeres representan el 70 % de la fuerza de trabajo mundial de las áreas de salud y asistencia social, sólo ocupan alrededor del 25 % de los puestos donde se toman decisiones.

Con 1200 millones de adolescentes en el mundo, que tienen intereses, necesidades e inquietudes diferentes, se han logrado mejoras concretas en algunos aspectos de su salud sexual y reproductiva y sus derechos. Muchos adolescentes comienzan a tener actividad sexual a una edad mayor que la de los adolescentes del pasado. Es menos probable que tengan sexo con una pareja con la que no están casados o con la que no conviven, y es más probable que utilicen preservativos cuando están activos sexualmente. En el caso de las niñas, es menos probable que se casen y tengan hijos antes de los 18 años, y es más probable que utilicen métodos anticonceptivos y obtengan servicios de atención de salud materna. Además, es menos probable que sufran mutilación genital femenina, que está reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos.

A pesar del mayor conocimiento de las necesidades de los adolescentes en materia de salud sexual y reproductiva, algunas cuestiones importantes no han mejorado. En muchos contextos, la menstruación todavía es un tema tabú. Los adolescentes es el único grupo etario en el que las muertes relacionadas con el VIH no están disminuyendo y, teniendo en cuenta los escasos datos disponibles, sus niveles de otras enfermedades de transmisión sexual son elevados y van en aumento. Una proporción inaceptablemente alta de las adolescentes ha padecido violencia física o sexual a manos de su pareja. Todavía se carece de datos adecuados sobre los niveles de aborto inseguro entre las adolescentes, y del riesgo de mortalidad y morbilidad resultante.


 Educación 

Hoy en día, muchos países registran tasas similares de matrícula en la educación primaria y secundaria de los niños y las niñas. Dos tercios de todas las naciones han alcanzado la paridad de género en la matriculación en la escuela primaria. A nivel mundial, sin embargo, las niñas siguen muy rezagadas respecto de los niños en las tasas de finalización de la escuela secundaria. Además, el sesgo de género en el sistema educativo refuerza la discriminación laboral. Cuando los estereotipos de género se transmiten a través del diseño de entornos de aprendizaje en el aula o a través de conductas de los docentes, el personal y los pares, tiene impactos perdurables en el desempeño académico y en el campo de estudio, especialmente en el ámbito de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.

La pobreza sigue siendo el factor más importante para el acceso a la educación de las niñas. Una investigación reciente, que abarcó un análisis de los datos de 24 países de ingreso bajo, permitió establecer que, en promedio, solo el 34 % de las niñas de los hogares del quintil más pobre de dichos países termina la escuela primaria, en comparación con el 72 % de las niñas de los hogares del quintil más rico. Los estudios confirman sistemáticamente que las niñas más rezagadas son aquellas que enfrentan numerosas desventajas, tales como el nivel de ingresos, la ubicación, discapacidades o la pertenencia a una minoría etnolingüística.

La educación de las niñas va más allá de lograr que asistan a la escuela. También se trata de garantizar que aprendan y se sientan seguras mientras están en la escuela; tengan la posibilidad de completar todos los niveles de educación; adquieran las habilidades y los conocimientos necesarios para competir en el mercado laboral; aprendan las habilidades socioemocionales y de preparación para la vida activa necesarias para desenvolverse y adaptarse a un mundo que cambia constantemente; toman decisiones sobre su propia vida, y contribuyan a sus comunidades y al mundo en general. Las mujeres mejor educadas tienden a estar más informadas sobre nutrición y atención médica, tienen menos hijos, se casan a una edad más avanzada y, si deciden ser madres, sus hijos suelen ser más sanos. Es más probable que participen en el mercado laboral formal y obtengan ingresos más altos. La combinación de todos estos factores puede ayudar a sacar de la pobreza a familias, comunidades y naciones enteras.

Desafíos relacionados con la educación de las niñas: los números describen el panorama.

  • A nivel mundial, hay más de 129 millones de niñas que no están escolarizadas: alrededor de 32 millones en edad de asistir a la escuela primaria y 97 millones a la escuela secundaria. En Asia meridional, el número de niñas en edad de asistir a la escuela primaria y secundaria que no están escolarizadas asciende a unos 45,6 millones. En África subsahariana, la cifra llega a 52 millones.
  • Si bien las tasas de finalización de la escuela primaria son similares a nivel mundial (el 89,9 % de los niños y el 89 % de las niñas), en los países de ingreso bajo la tasa de finalización de las niñas es menor, el 63 % en comparación con el 67 % de los niños en el nivel primario.
  • En contextos afectados por situaciones de fragilidad, conflicto y violencia, la probabilidad de que las niñas no asistan a la escuela es 2,5 veces más alta y, en el nivel secundario, es un 90 % más alta que la de las niñas que no viven en dichos contextos.
  • Se ha calculado que dos tercios de la población analfabeta del mundo son mujeres. La tasa de alfabetización de las mujeres (mayores de 15 años) es de tan solo el 83 %, en comparación con la de los varones, que asciende al 90 %.
  • La brecha de género en la participación en la fuerza de trabajo es amplia, especialmente en Asia meridional, donde se registra la menor participación femenina (24 %).
  • Tanto las niñas como los niños se ven enfrentados a una crisis del aprendizaje. La pobreza de aprendizajes mide la proporción de niños que no saben leer con soltura a los 10 años. Si bien las niñas tienen en promedio 4 puntos porcentuales menos de pobreza de aprendizaje que los niños, las tasas siguen siendo muy altas para ambos grupos. La pobreza de aprendizajes en los países de ingreso bajo y mediano asciende, en promedio, al 59 % en el caso de los niños y al 54,9 % entre las niñas. La brecha es menor en los países de ingreso bajo, donde la pobreza de aprendizajes alcanza un promedio de alrededor del 93 % tanto para los niños como para las niñas.

 Oportunidades económicas y laborales 

En materia de oportunidades laborales, las mujeres han estado rezagadas respecto de los hombres, como lo demuestra la gran brecha en la participación en la fuerza de trabajo en la mayoría de los países, así como las brechas salariales y la discriminación laboral por sexo, que empujan a las mujeres hacia empleos de menor productividad. En India (i), por ejemplo, el empleo femenino sigue concentrado en industrias relacionadas con el saneamiento, la educación, los productos químicos y el tabaco, mientras que en los sectores de mayor valor, como la investigación y el desarrollo, la computación y el transporte, se registran las tasas más bajas de participación femenina. La eliminación de las restricciones legales respecto de los empleos que las mujeres pueden ocupar permitiría reducir la discriminación laboral y la brecha salarial de género.  

En todos los países, las mujeres enfrentan brechas salariales. En el informe La mujer, la empresa y el derecho 2021 del Banco Mundial se estableció que en solo el 90 % de las economías de todo el mundo se exige legalmente igual remuneración por trabajo de igual valor, en consonancia con las normas internacionales.

Las mujeres que trabajan como agricultoras o empresarias son, a menudo, menos productivas que sus contrapartes masculinas. En muchos países de África, la productividad de las mujeres que se dedican a la agricultura es más baja debido a que tienen menos acceso a recursos productivos, como los fertilizantes y las semillas. 

A pesar de las dificultades, las empresas dirigidas por mujeres están respondiendo a la crisis provocada por la COVID-19 con resiliencia e innovación. Una encuesta realizada a 45.000 empresas en países de ingreso bajo y mediano permitió establecer que la probabilidad de que las microempresas y las pequeñas empresas dirigidas por mujeres utilizaran en mayor medida las plataformas digitales era mucho más alta que en el caso de las dirigidas por hombres.


 Cuidados 

Las mujeres dedican tres veces más tiempo que los hombres a la prestación de cuidados sin remuneración, destinando entre 1 y 5 horas más al día a realizar trabajos no remunerados, como tareas domésticas y atención de los niños y otros miembros de la familia. Las responsabilidades relacionadas con la prestación de cuidados han aumentado durante la COVID-19 debido al cierre de las escuelas, el confinamiento de los ancianos y el aumento de la cantidad de miembros de la familia infectados. El acceso a servicios de cuidado infantil asequibles, confiables y de buena calidad y el transporte seguro pueden mejorar los resultados laborales y de otro tipo tanto en el caso de las mujeres como en el de los hombres. A fin de mejorar las oportunidades de empleo para las mujeres no solo se requieren políticas, programas e inversiones públicas, también es necesario lograr que participe el sector privado.


 Violencia de género 

La violencia de género afecta a más de una de cada tres mujeres en el transcurso de su vida. La violencia contra las mujeres y las niñas tiene graves efectos no solo en su bienestar, sino también en sus familias a través de generaciones y en la sociedad en su conjunto. Se estima que, en algunos países, este tipo de violencia representa hasta el 3,7 % del producto interno bruto (PIB). Sin embargo, 32 países no cuentan con leyes específicas contra la violencia doméstica, y 49 países aún carecen de leyes estrictas que prohíben y penan los casos de acoso sexual en el empleo.


 Activos 

De acuerdo con el informe La mujer, la empresa y el derecho 2021 del Banco Mundial, el 40 % de los países de todo el mundo establecen límites a los derechos de propiedad de las mujeres. En 19 países, las mujeres no tienen los mismos derechos de propiedad sobre los bienes inmuebles. En 43 países, cuando el cónyuge sobreviviente es una mujer no tiene los mismos derechos de herencia sobre los activos que tendría si fuese hombre, y en 41 países, las hijas no tienen los mismos derechos hereditarios que los hijos. En 10 economías, los esposos ejercen el control administrativo de los bienes gananciales. No obstante, la evidencia indica que los derechos de propiedad son esenciales para el desarrollo económico. Por lo general, en los países con regímenes legales más igualitarios desde la perspectiva del género se registran niveles más altos de propiedad entre las mujeres. Cuando las mujeres tienen acceso a activos, las comunidades prosperan. El hecho de poseer activos aumenta su capacidad para iniciar y desarrollar actividades comerciales, dado que los pueden dar en garantía para obtener crédito. Les permite invertir en sus familias y así modificar los resultados que lograrán sus hijos. Lo más importante, tal vez, es que les brinda la posibilidad de vivir con libertad y dignidad.


 Identificación 

En el mundo actual, sin igualdad de género en el acceso a la identificación, los Gobiernos enfrentarán dificultades para garantizar el acceso universal a los servicios básicos, las oportunidades económicas y el cumplimiento de los derechos y protecciones, y para empoderar a las mujeres de modo que puedan participar plenamente en la economía digital. Los datos de 2020 consignados en el informe La mujer, la empresa y el derecho del Banco Mundial indican que en nueve países, las mujeres no pueden obtener un documento nacional de identidad como lo hacen los hombres. 


 Leyes y reglamentaciones 

Los países continúan avanzando lentamente hacia una mayor equidad de género; sin embargo, las mujeres en todo el mundo se enfrentan a leyes y regulaciones que limitan sus oportunidades económicas, especialmente frente a los nuevos desafíos causados por la pandemia de COVID-19 en materia de salud, seguridad, y protección económica. Las reformas adoptadas para eliminar los obstáculos a la inclusión económica de las mujeres han sido lentas en muchas regiones y desiguales dentro de ellas. En promedio, las mujeres tienen solo las tres cuartas partes de los derechos legales reconocidos a los hombres. Las mujeres ya se encontraban en desventaja antes de la pandemia, y las iniciativas gubernamentales para atenuar algunos efectos de la crisis, si bien innovadoras, han sido limitadas en muchos países. Las leyes que promueven un aumento de la igualdad de género conllevan una mayor participación femenina en la fuerza de trabajo, una menor brecha salarial entre hombres y mujeres, y mejores resultados en términos de desarrollo, como la salud y la educación de las mujeres.


 COVID-19 

Todos los países están trabajando para contener la propagación y el impacto de la COVID-19 (coronavirus). La evidencia que se desprende de brotes similares a la COVID-19 indica que las mujeres y las niñas se ven afectadas de forma particular y, en algunas zonas, enfrentan impactos más negativos que los hombres. De hecho, existe el riesgo de que las brechas de género aumenten durante y después de la pandemia, y de que los avances en materia de capital humano, empoderamiento económico, y participación y capacidad de acción y decisión logrados por las mujeres y las niñas en las últimas décadas se puedan revertir.

Si bien la mortalidad masculina ha sido más alta y existe el mismo riesgo de que los niños y las niñas no regresen a la escuela una vez que finalicen los confinamientos, la pandemia afecta a las mujeres y las niñas de una manera desproporcionada por varias razones, a saber:

  • las alteraciones en los principales servicios sanitarios, entre ellos los relacionados con la salud reproductiva, materna y adolescente;
  • la mayor exposición a contagios y estrés mental debido a que las mujeres están sobrerrepresentadas en el sector de salud y también es más probable que se encarguen de proporcionar cuidados en el hogar;
  • el ritmo de pérdida de empleos en el sector femenino ha sido más rápido que en el masculino, y los efectos en las microempresas y las pequeñas y medianas empresas (pymes) de propiedad de mujeres o dirigidas por ellas también han sido más graves;
  • las labores domésticas y las responsabilidades en materia de cuidados han aumentado;
  • las redes de protección social inadecuadas, en particular en el caso de las personas que se desempeñan en el sector informal, donde las mujeres están sobrerrepresentadas;
  • las brechas de género en el acceso, y en el uso, de las tecnologías digitales;
  • el marcado aumento de la violencia de género.

Es responsabilidad de todos y todas saber que todos estos datos tienen nombre y apellido y lugar en el mundo. Con la consecuente obligación de saber que se puede cambiar la situación de muchas niñas, adolescentes y adultas en todo el mundo. Es una responsabilidad no solo de un día, sino de una lucha de generaciones por mejorar las condiciones de vida, y más aún, en contextos como los que vivimos hace 3 años en todo el mundo.

¡Espero encontrarlos pronto por estos lados! Gracias por leer.

Escrito por

Analista política y futura politóloga. Feminismo y relaciones internacionales. Cofundadora de @molunenas

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