La conflictividad es un factor presente a lo largo de toda la historia de los territorios que actualmente conforman el Estado de Ucrania. Esas tierras han sufrido durante siglos el dominio de los mongoles, turcos, polacos, alemanes, pero fundamentalmente de los rusos. La geografía del territorio se caracteriza por ser una llanura sumamente fértil atravesada por ríos. En el sur se destaca la península de Crimea, lugar de gran relevancia geoestratégica.
Desde 1991 Ucrania ha sido un país independiente. Sin embargo, la conflictividad en estos territorios no ha cesado, más allá de que han existido algunos momentos de distensión. Por otro lado, la pandemia de la COVID-19 ha profundizado los problemas preexistentes. A su vez el carácter multinacional y étnico del país es una característica clave: eslavos y tártaros, rusos, húngaros, polacos y ucraniano, cristianos ortodoxos de Kiev y cristianos ortodoxos de Moscú. Estas son algunas de las fracturas identitarias a las que se enfrenta Ucrania, sumado al debate político: pro-europeo (o mejor dicho pro- Unión Europea) y pro-ruso.
Desde 2014 en Ucrania se vive un conflicto armado abierto. Tras los estallidos del euromaidan y el golpe de Estado a Yanukovich, el Óblast de Crimea se autoproclamó república independiente en un referéndum de dudosa legalidad y luego decidió su adhesión a Rusia. Un mes después, en abril de 2014, los óblast de Lugansk y Donetsk hicieron lo mismo. La diferencia es que aquí el Kremlin no reconoció la independencia de estas repúblicas separatistas, así como tampoco mostraba la voluntad de adherirse. Kiev no iba a permitir nuevos desprendimientos y se inició el denominado conflicto bélico del Este de Ucrania, un conflicto que finalizó recién este 21 de febrero para dar paso a uno más grande.
El conflicto se fue profundizando y el número de víctimas aumentó durante todo el 2014. El derribo del vuelo MH-17 de Malaysia Airlines, que tuvo como mayor consecuencia la muerte de 298 personas entre pasajeros y tripulación, marcó un punto de inflexión. Tras los fracasos de los acuerdos de Ginebra y de Minsk I en 2014, se lograron los acuerdos de Minsk II en febrero de 2015 bajo el liderazgo del tándem franco – alemán. Los mismos fueron sumamente
ambiciosos y no se cumplieron completamente. Sin embargo, la importancia de los acuerdos
yace en la disminución de la escalada de tensiones. En otras palabras, el conflicto se congeló.
Los puntos centrales del acuerdo son: el cese al fuego, la retirada de armas pesados de la línea roja que divide a los separatistas de las fuerzas ucranianas, la garantía de un futuro indulto y amnistía, el compromiso al diálogo, intercambio de rehenes, la entrega de alimentos, la retirada de todas las fuerzas extranjeras del territorio, el otorgamiento de más autonomía a los Oblast de Donetsk y Lugansk y el monitoreo por parte de OSCE (Package of measures for the Implementation of the Minsk agreements, 2015). Sin embargo, las víctimas siguieron aumentando y la violencia persistió, pero no a un ritmo acelerado como antes (Arena y Berardo; 2021: 8). Posterior a estos acuerdos – que nunca fueron cumplidos completamente- se vivieron momentos de mayor tensión y distensión, como fue el incidente del estrecho de Kerch (2018 – 2019) que desató la crisis del mar de Azov (2018 – presente).
A esta situación se le añade ahora la pandemia generada por la COVID-19. Desde el año 2014 en la región existe un claro vacío de poder, ni los rebeldes separatistas pro-rusos ni el gobierno ucraniano logran ejercer un control efectivo sobre el territorio. Es por eso que los datos que se obtienen de la región son poco confiables. Por su parte, organizaciones no gubernamentales y grupos de la sociedad civil buscan paliar la situación. Por ejemplo, UNICEF ha enviado ayuda a los hospitales del este, los cuales poseen una infraestructura colapsada y enteramente abocada a atender las necesidades generadas por el conflicto en sí mismo. Entre la ayuda se envió: 30 respiradores y 47.400 litros de agua potable a 9 hospitales del Donbass. Esto se realizó con el fin de cubrir las necesidades mensuales de agua potable de 1.814 miembros del personal sanitario y pacientes. También se realizó una entrega de 6.600 litros de agua potable para 18 jardines de infantes en el Oblast de Donetsk como también kits de higiene para 911 familias que poseen niños vulnerables o con discapacidades (Arena, 2020).
En abril de 2021 las presiones aumentaron lentamente y para noviembre, los medios internacionales volvieron a cubrir el conflicto luego de ignorarlo por años. Tras meses de escalada de tensión y el aumento de las presiones mutuas entre la OTAN y Rusia, el pasado 21 de febrero Vladimir Putin por recomendación de la Duma reconoció la existencia e independencia de las repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk. También firmó tratados de cooperación, amistad y ayuda mutua con las repúblicas.
Este reconocimiento da por tierra definitivamente con el Acuerdo de Minsk II y el cuarteto de Normandía, el formato de negociación por excelencia y más eficiente. Si bien los acuerdos fueron violados sistemáticamente por ambas partes, el accionar de Putin es el tiro de gracia para este canal de negociaciones y documentos. A su vez, el mandatario ruso, en su declaración del 21 de febrero hace claras referencias a las fuerzas profundas de la identidad rusa: excepcionalismo ruso, el externalismo (amenazas por fuera de sus fronteras, principalmente Occidente), su nacionalismo, su extensión territorial, historia, cultura y posición en el sistema internacional.
Instantáneamente Occidente y Kiev condenaron fuertemente esta decisión, considerándola una clara violación a la integridad territorial y soberanía ucraniana. En ese momento, el Kremlin contempló un accionar militar en las regiones separatistas. El ministro de relaciones exteriores de Rusia, Seguiev Lavrov, reconoce las fronteras de los Óblast de Lugansk y Donetsk como frontera de estos “Estados” y no las zonas efectivamente controladas por los separatistas. Para Moscú, la línea de contacto desapareció y Ucrania era un virtual, o más bien ya real, invasor de las repúblicas.
Ante esto, Europa reaccionó y los diferentes países miembro de la UE aconsejaron (e implantaron) diferentes sanciones. Alemania suspende temporalmente la certificación del gasoducto Nord Stream II, lo cual genera un gran revés energético para la seguridad y economía europea y fundamentalmente alemana. La UE impuso sanciones individuales para los 351 legisladores de la duma, 27 ciudadanos y entidades rusas cuyos activos en la UE se verán congelados. Bruselas ha bloqueado la compra de deuda soberana rusa desde los mercados europeos. Por su parte, EEUU también sancionó a individuos y a la banca rusa. De igual modo Francia describe a estas sanciones como limitadas.
Como respuesta rusa se puede nombrar la de Dimitri Medvéded (ex presidente de Rusia, ex primer ministro y presidente del partido Rusia Unida). El exmandatario ironizó sobre la crisis energética que sufrirá Europa y la brusca subida de precios que atravesará. Ahorax el concepto de seguridad energética europeo y la transición justa parecen un plan irrealizable. En la memoria colectiva de Europa y el mundo aparecen los recuerdos de las “guerras del gas” del 2006 y 2009.
En las primeras horas del 24 de febrero, mientras sesionaba el Consejo Seguridad (CS) de las Naciones Unidas, se iniciaron los rumores sobre bombardeos en el Donbass. Esto se extiende a las ciudades bajo control efectivo de Ucrania de Mariupol, luego Járkov, Odessa y hasta Kiev.
Momento luego, Putin declaró que Rusia está llevando a cabo una operación militar, confirmando los ataques. En su discurso, hizo referencia a que los ataques son contra objetivos militares y no civiles. Plantea esto como una operación militar especial que tiene como objetivo la desmilitarización y desnazificación de Ucrania. El Kremlin tildó al gobierno de Zelenski de neonazi, agregando que ejecuto un genocidio contra la población rusofílica del Donbass. Vale aclarar que todo esto se produció mientras sesionaba el CS; en la noche neoyorquina y la madrugada ucraniana.
Casi por inercia, los mercados reaccionaron negativamente. El barril de crudo Brent supera los 100 usd, el precio del gas se disparó. En Rusia se decreta un feriado cambiario, la bolsa de Moscú se cerró. El rublo se desploma y devalúa. Zelenski decreta la ley marcial en Ucrania. Kiev no encuentra más alternativa que recurrir al apoyo de Occidente tanto en términos armamentísticos, como diplomáticos y de financiamiento. Ucrania ha roto relaciones diplomáticas con Rusia y piensa en entregar armas a todo aquel ciudadano que pueda hacer uso de las mismas.
Ahora bien, un punto central y clave a considerar es el rol de China. Si bien en Beijing reina la prudencia, es posible que se re-interpreten los principios de coexistencia pacífica, desarrollo pacífico y los lineamientos generales de política exterior ejecutados por Xi Jinping en beneficio de la alianza líquida con Rusia. Es importante siempre considerar la cuestión de Taiwán a la hora de analizar el futuro accionar chino.
En estos momentos es muy difícil plantear posibles escenarios. Sin embargo, podemos basarnos en el concepto de política exterior rusa del 2013 como clave para comprender futuros movimientos de Rusia. En este documento se plantea que Rusia actuará de modo tal que pueda garantizar su seguridad, protegiendo su soberanía e integridad territorial. El avance de la OTAN durante los años posteriores a la implosión de la Unión Soviética -léase las ampliaciones de la OTAN y los conceptos estratégicos de la OTAN de 1991, 1999 y 2010- fueron percibidos por Rusia siempre como una amenaza y lo ha dejado en claro en decenas de oportunidades. Esto, de igual modo, no justifica la violación rusa del Derecho Internacional.
Rusia se ha estado preparando durante décadas para este momento. Desde 2008 las Fuerzas Armadas (FFAA) rusas sufren un gran proceso de modernización. La experiencia adquirida tras las intervenciones en Chechenia en los 90`s, Georgia 2008, Crimea 2014, Siria 2015 y Kazajistán 2022 (mediante la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva) permitió que el ejército ruso practique en el campo de batalla.
A modo de conclusión, es importante destacar que la situación está en pleno desarrollo. Ante todo, hay que mantener la cautela. Lo más probable es que la UE, EEUU y Occidente en general recrudezcan las sanciones, mientras se desata una crisis migratoria. Una sola cosa podemos tener en claro, las víctimas de este conflicto es la población civil de los territorios de Ucrania.
Referencias bibliográficas:
Arena, Octavio (2020) “Disputas territoriales en tiempos de Covid-19: Los casos de Crimea y el Donbass”; en “La Federación Rusa y el COVID-19: ¿Oportunidad o Crisis?”; Álvarez, María Victoria (comp), y Novello, María Rocío (comp); Argentina, Santa Fe, Funes; Noviembre.
Arena, Octavio; Berardo, Rocío; “El rol de Angela Merkel en la gestión de crisis europeas (2014 – presente)”; XV Congreso de la Sociedad Argentina de Análisis Político, XIV Congreso Nacional y VII Congreso Internacional sobre Democracia; Rosario; noviembre 2021.
Package of measures for the Implementation of the Minsk agreements; Minsk; 12 February 2015