¡Muy buenos días!
Viernes de #SakeMundial. Entre una cosa y otra, llegamos al décimo mes del año. Un tentempié antes de arrancar: entre las efemérides que tiene este 1º de octubre, se destacan el aniversario N.º 75 de la finalización de los Juicios de Núremberg y los 82 años que pasaron desde que Mao Tse Tung proclama la República Popular China. No obstante, además del esperado resultado de las elecciones en Alemania, la perla de la semana fue que el FC Sheriff, equipo de Transnistria, le ganó a un tal Real Madrid por la Champions League. David versus Goliat. Acá pueden leer sobre su historia. Ahora sí, nos zambullimos en el mundo de la política internacional.
En primer lugar, esta semana leí un artículo del economista Jim O’Neill que me pareció muy interesante sobre el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), un grupo que, después de algunas reuniones, en 2008 comenzó a desarrollar enfoques comunes y en 2010 se ensamblaron los 5 países producto de compartir un potencial de crecimiento único. Hoy les traigo una revisión sobre el BRICS sobre ello.
En segundo lugar, el drama social de la migración en América no da tregua. Esta vez, nos ubicamos en el país trasandino gobernado por Sebastián Piñera. El fin de semana pasado se desató un enfrentamiento violento, cargado de xenofobia e intolerancia hacia los migrantes que dejó en evidencia, una vez más, lo lejos que estamos del “de la pandemia salimos mejores”.
Por último, tenemos que hablar del horizonte nórdico, ese permanente faro anhelado por las sociedades en vías de desarrollo. Está vez, de un hecho particularmente interesante, que trata de que en los 5 países serán gobernadas por la Socialdemocracia, un suceso cuya renovación se configura como inédito. O no tanto.
Qué será (del BRICS), que será 🎶
Dos décadas transcurrieron desde que Brasil, Rusia, India y China encajaron para Jim O’Neill como naciones de potencial crecimiento único. En ese sentido, durante los años subsiguientes, el actual miembro de la Cámara de los Lores escribió en varias ocasiones sus proyecciones de las perspectivas en términos económicos de estos países, sujeto principalmente al ritmo de crecimiento económico y a la población de cada país. El calibre de sus pronósticos ahondaba sobre el hecho de tener un lugar entre las mayores economías del mundo, al tiempo de que al proyectar el devenir de la globalización, no iba poder ser sostenida solamente por los Estados Unidos. Y lo cierto es que la primera década fue, a grandes rasgos, exitosa en cuanto al crecimiento.
Sin embargo, los destellos de las cumbres (la primera como club político fue en 2009 y recién en el 2011 se produjo la inclusión de Sudáfrica) para sentar una agenda común, cierta institucionalización o periodicidad, lejos están de reflejar una unión interregional como fuerza global significativa ni de haber incidido en la economía global. Lo que es más, al estelar salto de la economía china en la segunda década del siglo XXI, se le contrapuso la caída de Rusia y Brasil a niveles de principio del siglo.
Ello nos lleva a preguntarnos, a día de hoy ¿Qué es el BRIC? Una respuesta tentativa, para la internacionalista Silvina Ruiz Boyadjian, es ser un reflejo del escenario internacional, aquel en el que avistados una gran asimetría de poder y que ciertos países en desarrollo adquieren cierta relevancia como actores internacionales, persiguiendo la intención de dejar de ser “periféricos”.
Ahora bien, si nos retrotraemos a la perspectiva del economista británico, su suposición versó sobre algunas cuestiones que hacen compatibles a los países. En primera instancia, albergar una importancia geoeconómica y política en el escenario mundial. En segundo lugar, la enorme extensión territorial (Rusia, con 17 millones de kilómetros cuadrados; China, con 9,3 millones; Brasil, con 8,8 millones, e India, con 3,2 millones), lo que también se traduce en que el BRIC representa el 40% de la población mundial. En tercer lugar, los cuatro países cuentan con recursos naturales y energéticos claves. En cuarto lugar, los cuatro países comparten una posición no tan favorable en el Índice de Desarrollo Humano que realiza el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Brasil ocupa el 70o lugar, seguido de Rusia (73), China (94) y la India (123).
“Necesitamos asegurarnos que los BRICS sean más productivos en los próximos 15 años.” Esas fueron las palabras del primer ministro Narendra Modri en la última cumbre del grupo, su decimotercera, que se llevó a cabo en formato virtual. Sin dudas, después de una segunda década del siglo en curso penosa para el bloque, existe un grado de consenso colectivo en que los líderes pueden revivir en el futuro próximo el tipo de ganancias económicas logradas en la primera década, lo cual impactaría positivamente en el resto de los actores internacionales. Asimismo, una eventual mejora entre estas naciones servida de la cooperación serviría para construir una impresión más sólida de su utilidad con el G20, siendo de gran aporte para las reformas sustantivas que beneficiarían la gobernanza global.
Por último y para cerrar, O’Neill concluye su artículo de la siguiente manera: “a menos que coloquemos los desafíos de la salud mundial en el centro del diálogo económico y financiero regular, estaremos mal preparados para enfrentarlos. Y como ha demostrado la actual pandemia, los desafíos de la salud mundial también son desafíos económicos y políticos”.
La crueldad que nunca se termina
“No más inmigración ilegal” se escuchaba corear de parte de una turba de personas en la ciudad de Iquique, en Chile. No terminamos de digerir las imágenes de la frontera entre los Estados Unidos y México luego de la detención y expulsión de los haitianos que se repite otra vez el drama socio-cultural.
Esta vez fueron alrededor de 5.000 personas, según lo que informó Carabineros, las que se movilizaron este fin de semana y expresaron su rechazo a la ola migratoria, en el marco de un desalojo a decenas de migrantes en condición de ilegalidad. Para ubicarnos, Iquique está a unos 1.500 kilómetros al norte de Santiago, la capital de Chile, y en los últimos meses ha sido el epicentro de una crisis por la llegada masiva de extranjeros indocumentados por la región de Colchane. Como si fuera poco, la violencia no se hizo esperar y desencadenó una serie de hechos dignos de ser encuadrados en la barbarie (acá pueden apreciar semejante hecho), calificado de xenófobo y que, a su vez, dejó expuesto de manera brutal una peligrosa exteriorización que condensa el aval de la extrema derecha.
Luego se escuchó el “Chile para los chilenos” en clave chauvinista y desafiante. Lo cierto es que la coyuntura internacional refleja que la migración vive tiempos complejos debido al desplazamiento forzado agravado por la pandemia, y Chile no está ajeno a esta realidad. De hecho, según fuentes oficiales, se calcula que un millón y medio de personas en condición de migrantes residen en el país trasandino, conformando el 8 % del total poblacional. Ello devino en un giro en la política migratoria de la gestión del presidente Piñera, reduciendo drásticamente la aprobación de visas para ingresar al país.
Sin lugar a dudas, la coyuntura migratoria se convirtió en un drama social de impacto global, causado por un torrente humano que busca mejores condiciones de vida y un futuro próspero. Solamente para ubicarnos en nuestra región, el caudal más grande de migrantes proviene de Venezuela y un reciente informe de la OEA prevé que el éxodo podría alcanzar la cifra de los 7 millones para 2022, convirtiéndolo en el más grande del mundo, por encima de Siria.
Antes de cerrar el tema, no quiero omitir que la nota no la dieron solo fronteras dentro de Chile. En Bolivia, precisamente en el Departamento de Santa Cruz, hoy gobernado por Luis Fernando Camacho, se dio una situación también repudiable. En un hecho cargado de xenofobia, el gobernador le impidió hacerse de la palabra al vicepresidente David Choquehuanca, de origen aymara. En ese sentido, simpatizantes de Camacho tuvieron la indecencia de bajar una bandera Whipala, aquella que identifica a los pueblos originarios de nuestro continente. ¿En qué quedó toda esta situación? El ministro de Justicia y Transparencia Institucional de Bolivia, Iván Lima, anunció hace unos días que se iniciará un proceso penal por los delitos de racismo y discriminación.
¿Cómo se afectan los sucesos en Chile y en Bolivia? A partir de la reciente reforma constitucional en Bolivia, producto de álgidas movilizaciones, el país se reconoce como Estado Plurinacional. Al respecto, la dirección de Chile en pleno proceso de reforma constitucional busca ser ese, al haber elegido a la mapuche Elisa Loncón como presidenta de la Convención Constituyente. Lo que deja como coronario este escenario es que las derechas siguen poniendo obstáculos para la consecución de estos objetivos. Así lo refleja la violencia desatada en Iquique y en Santa Cruz.
Se alineó la socialdemocracia en los países nórdicos
Con la victoria electoral del laborista Jonas Gahr Støre en Noruega, los cinco países que portan en su bandera la Cruz escandinava tendrán gobiernos de tinte socialdemócrata. Bien sabido es que las naciones nórdicas son un faro de las naciones en desarrollo, en cuya admiración se encuentran los elogiables logros económicos como su vasto bienestar social en el que yacen sus ciudadanos.
Tal es así que se volvió habitual mantener los primeros puestos en la clasificación hecha por el Informe Mundial de la Felicidad. Lejos de pensar que la ausencia de un clima tropical puede afectar negativamente su felicidad, a grosso modo, la calidad de la administración pública, el bajísimo nivel de desigualdad de ingresos y la valoración positiva del grado de regulación del mercado laboral son factores que inciden en el reflejo positivo. Pero eso no queda allí. Las naciones nórdicas también lideran el Índice Global de Movilidad Social, categoría creada por el Foro Económico Mundial para medir el progreso. En definitiva, podríamos seguir enumerando clasificaciones en los que destacan.
Junto con la situación excepcional causada por la pandemia del Covid-19 y el lugar cada vez más preponderante de la mitigación del cambio climático y los flujos migratorios, el virtuoso modelo que nació en la década de 1930 comprende un horizonte hacia el estado de bienestar que promueve la movilidad social y un sistema de negociación colectiva multinivel. Casi un siglo después, no estaríamos errados si decimos que ha resurgido un “espíritu de época” que se alinea con las prerrogativas socialdemócratas.
En este sentido, sin adentrarse en las particularidades que competen a cada país en cuestión, podríamos englobar esta reacción hacia la izquierda como una respuesta hacia el periodo neoliberal y los líderes conservadores que han tenido lugar en Europa. Empero, no se puede evitar mencionar que al ser sistemas de gobierno parlamentarios, en gran parte deben coalicionar sus administraciones con un amplio margen ideológico producto de la estrecha diferencia en su victoria. Debilitamiento socialdemócrata o división de la derecha, el tablero plantea un pseudo resurgimiento con una gran cuota de fragilidad.
Por su parte, el académico finlandés Johan Strang afirma que “el giro a la izquierda es probablemente una reacción a todo esto y una forma de crítica a las políticas que han implementado los gobiernos de derecha“. ¿Es un regreso a las raíces esta homogeneización política? Lejos de caer en la futurología, ese interrogante queda a ser respondido en los próximos meses, a la expectativa de qué tipo de abordaje tendrá la agenda regional.
Hasta acá llegamos. Les agradezco por la lectura y espero, como siempre, sus comentarios. Que tengan un buen fin de semana y nos volveremos a encontrar en una semana.
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