A lo largo de la historia, los modernos Juegos Olímpicos se han desarrollado bajo el presupuesto de su integridad deportiva y la competencia pacífica entre las naciones. Sin embargo, difícilmente se pueda pensar en que un evento de esta magnitud quede exento de emular las rivalidades políticas o estar mediado por entidades con un cariz relacionado a la política. Ello lleva a tratar de buscar una respuesta al interrogante: ¿en qué medida la política incide sobre los eventos deportivos, particularmente sobre los Juegos Olímpicos?
Al respecto, el siglo XX ilustra el pasaje desde la instauración moderna de los juegos, el pasaje por el periodo signado por la Guerra Fría hasta la posmodernidad que implicó el final del siglo y la entrada al siglo XXI. En ese sentido, dos ejemplos ilustran la relación que se analiza: en 1936, Adolf Hitler utilizó el evento desarrollado en Berlín para dar a conocer al III Reich y, con ello, demostrar con sus triunfos superioridad de la raza aria que defendía; y en Montreal 1976, 33 países y cerca de 300 atletas abandonaron las Olimpiadas para protestar porque el Comité Olímpico Internacional (COI) no había sancionado a Nueva Zelanda cuya escuadra de rugby había jugado en Sudáfrica, país excluido del movimiento olímpico por su política de segregación racial. Por mencionar uno más, en Moscú 1980, en un período signado por la Guerra Fría, Estados Unidos decidió boicotear a la organización soviética y no acudió a las Olimpiadas con el pretexto de que para cambiar su decisión debían retirar las tropas soviéticas en Afganistán. ¿En qué resultó? La petición no fue correspondida y 50 delegaciones se abstuvieron de participar.
Ahora bien, el propósito de este escrito estriba en abordar el interrogante planteado en relación a los Juegos Olímpicos en transcurso, #Tokio2020. En ese sentido, se abordarán algunos casos ejemplificadores, que demuestran la puja de la política en los eventos deportivos, extraídos de las 200 naciones que participarán en esta atípica edición, aplazada un año por la pandemia del coronavirus. Cabe mencionar que bajo este escenario dos delegaciones no se hicieron presentes: Corea del Norte, que anunció el pasado mes de abril su ausencia (1ª vez que no participa en unos JJ.OO de Verano desde 1988), y Guinea (3ª ausencia en JJ.OO, luego de 1972 y 1976) que se retiró la semana previa al inicio de la competición.
Escape en la delegación ugandesa
Previo al inicio del torneo, la villa olímpica tuvo un revuelo particular. El pesista ugandés, Julius Ssekitoleko (20 años), abandonó el lugar, dejando una nota que decía “Quiero trabajar en Japón“. Una historia que, lejos de encajar como descabellada, tiene el trasfondo del propio atleta en buscar mejores condiciones de vida.

¿Los agravantes? No solo se ausentó a la muestra para las pruebas PCR en Izumisano y fue hallado por la prefectura en la ciudad de Yokkaichi, sino que la delegación de Uganda había tenido uno de los primeros positivos de Covid-19. Ello resultó en que la delegación diplomática ugandesa haya tramitado la repatriación del joven atleta.
No fue la primera vez. En los Juegos de la Mancomunidad en Australia (2018) hubo atletas que pidieron asilo al Gobierno local tras terminar de competir, algo que fue rechazado. A su vez, cuatro años antes, en la edición en Escocia, habían desaparecido dos jugadores de rugby ugandeses, quienes sí pudieron quedarse bajo esa condición.
Sin la adhesión popular, los patrocinadores también dieron un paso al costado
Otro caso polémico a mencionar es la ausencia de Toyota como patrocinador de los #Tokio2020. ¿El motivo? Alinearse con el descontento general que hay en el país asiático con respecto a la realización de los Juegos. Las últimas encuestas habían dado entre un 70 y un 80% de rechazo a su realización, por la situación económica y la capacidad de control del estado sanitario. Ello conllevó a unas 60 empresas japonesas (quienes pagaron más de 3.000 millones de dólares por los derechos de patrocinio de los pospuestos JJ.OO de 2020) al dilema de vincular o no sus marcas a un evento que hasta ahora no ha conseguido un fuerte respaldo popular.
Y para no subestimar la actividad política nipona, previo a la ceremonia inaugural, manifestantes obstaculizaron una de las rutas más transitadas de Tokio (Harajuku). Ante lo cual, la policía tuvo que desplazar a los transeúntes para que dejaran el paso a los manifestantes y normalizaran el tránsito.
¿Por qué se lee ROC y no RUS?
Para evitar falsas conjeturas, la sigla ROC se refiere al nombre con el que compiten los atletas rusos en Tokio. Son las siglas de Russian Olympic Committee (Comité Olímpico Ruso). Además, no van a poder usar la bandera oficial, por lo que llevarán una simbólica, manteniendo los colores y la adición de los anillos olímpicos.

Ahora bien, ¿cuál es la razón por la que se dispuso de esta manera? Se debe a la sanción de cuatro años impuesta en 2019 por la Agencia Mundial Antidopaje por el caso de dopaje de Estado, esto es, por adulterar pruebas antidoping. Este suceso se destapó en el informe del doctor Richard McLaren, que finalmente el TAS redujo a dos años.
¿Y el himno, en caso de llegar al oro olímpico? En lugar de sonar el Himno Estatal de la Federación Rusa, sonará la música del Concierto para Piano número 1 del compositor ruso Piotr Tchaikovsky. Por último, ni los uniformes ni la ropa deportiva de equipo pueden llevar escudo ni bandera rusa, sino que deben ir siempre con el emblema del ROC. Es más, si en alguna ocasión no fuera posible eliminar el nombre completo, tienen que incluirse en igualdad de tamaño y relevancia, las palabras: “atleta neutral”.
Segunda presentación del Equipo Olímpico de Refugiados
Momento de hablar de los 29 atletas que desfilaron en la ceremonia inaugural flameando la bandera olímpica. Integran el Equipo Olímpico de Refugiados y participarán en doce disciplinas. Será su segunda participación, luego de su debut como equipo en Río 2016.
¿Su procedencia? nueve son de origen sirio, cinco de Irán, cuatro de Sudán del Sur y tres de Afganistán, mientras que otros proceden de zonas en conflicto (Irak, Camerún, la República del Congo, la República Democrática del Congo y Eritrea). Además, una gran parte de ellos se acogieron en países europeos, mientras que la residencia de otros fue en países como Brasil, Israel o Canadá. Su participación se traduce en símbolo de esperanza para los refugiados de todo el mundo (más de 82 millones) y es un llamado a la atención mundial sobre la magnitud de la crisis de los refugiados.

El conflicto israelí-palestino presente en los Juegos Olímpicos
El argelino Fethi Nourine fue noticia en el Judo, no por un Ippon, sino por retirarse de #Tokio2020 en su categoría, debido a que se negó a enfrentarse contra el israelí Tohar Butbul. La decisión ha sido respaldada por su equipo y fue bien vista por la opinión pública, ya que Argelia sostiene con firmeza el rechazo a la normalización de relaciones con Israel de todo el mundo arabo-islámico. Sin embargo, hace pocos días se dio a conocer la suspensión del judoka por la Federación Internacional de Judo.
En el campeonato mundial de 2019 se había retirado por la misma razón. En esta ocasión, las palabras de su entrenador fueron: “la causa palestina es más grande que todo esto. Nosotros rechazamos la normalización de las relaciones con Israel“.

Una atleta activista de Estados Unidos
Gwen Berry, que participará en lanzamiento de martillo este domingo, se manifestó hace algunas semanas en la prueba clasificatoria para los Juegos Olímpicos en protesta contra el racismo sistemático. Al subir al podio para recibir la medalla de bronce, no solo dio la espalda a la bandera de los Estados Unidos, sino que mostró una remera con la leyenda ‘Atleta activista’.

En este marco, su presencia en estos JJOO (segunda vez que participa) será para visibilizar y concientizar las injusticias que vive en su país. “Estoy acá para representar a aquellos (…) que murieron debido al racismo sistémico”, afirmó. Tal es así que, la acción de la atleta hizo eco en el gobierno estadounidense. Jen Psaki, portavoz de la Casa Blanca, declaró que el presidente Joe Biden respetaba el derecho de los atletas a protestar.
Un dato adicional: en el 2020, el Comité Olímpico Internacional (COI) aplicó una modificación a su regla 50, restringiendo cualquier tipo de manifestación o alusión política, ideológica o racial en las sedes olímpicas. No obstante, días antes del comienzo de los Juegos, introdujo una nueva modificación a la regla, otorgando el derecho a expresarse libremente, siempre y cuando no suceda en instancia de premiación o himnos. La decisión sobre la norma tiene la intención de evitar que se repitan casos como los del etíope Feyisa Lilesa, que celebró su medalla de plata en el maratón de los Juegos Olímpicos de Río 2016 cruzando los brazos en alto al entrar en meta para protestar contra la represión del gobierno de su país.
Limitación política
En diciembre del 2020, el Comité Ejecutivo de la Comisión Olímpica Internacional decidió, por medio de su presidente, Thomas Bach, impedir la presencia en Tokio de Alexander Lukashenko, presidente de Bielorrusia. Esta suspensión se suma a las medidas adoptadas contra el Comité Olímpico Nacional de Bielorrusia “por no proteger a sus atletas de las interferencias políticas”.
Los miembros electos del Comité Olímpico Bielorruso, dentro de los cuáles el hijo de Alexander es su presidente, han sido suspendidos también para todos los eventos y actividades del COI, incluidos los Juegos Olímpicos. Por lo que, el Ejecutivo del COI dejó en claro su seguimiento al tema y se reserva el derecho a adoptar nuevas medidas o levantar las actuales en función de los acontecimientos.
¿Qué sensación tuvo el mandatario después de ver a la delegación bielorrusa en competencia? Lo siguiente: “¿saben por qué a veces no ganamos en el deporte? Algunos dicen que hay problemas en la educación. Pero lo que sucede es que no pasan hambre“.
Carrera deportiva: Estados Unidos, China y Rusia
La lectura de los Juegos Olímpicos de Tokio desde la geopolítica permite hacer una analogía trasladada a la disputa que involucra a China y Estados Unidos como superpotencias globales en el medallero, a la que se suma la Federación Rusa (en estos juegos como ROC). Lejos quedó la primera medalla que obtuvo la nación asiática en 1984, llegando en Beijing 2008 a ocupar el histórico primer lugar y relegando a la nación norteamericana al segundo puesto, lo que refleja su gigantesco ascenso. De todos modos, en Londres 2012 y Río 2016 la delegación de los Estados Unidos volvió a predominar sobre el resto de las naciones.
Por su parte, la Federación Rusa continuó la fortísima tradición deportiva heredada del periodo soviético y como es la república de mayor población de todas las independizadas, heredó también la mayor cantidad de atletas. Esto se traduce en que, desde su primera participación como Federación en Atlanta 1996 hasta Río 2016, siempre han terminado en el podio del medallero olímpico, excepto en 2016, donde finalizaron en el 4to lugar.
De este modo, estos juegos tendrán esa carrera deportiva, que se impregna del elemento azaroso producto del condicionante pandémico, pero sin dudas tendrá a estas dos naciones, más el país que alberga el evento y el Comité Olímpico Ruso con toda su trayectoria y destaque, entre las delegaciones que protagonizarán el desarrollo de las competencias.
A modo de cierre
Como se pudo observar, la política es más bien un elemento intrínseco a los JJ. OO. En ello tiene su faceta que, mediante la acción de cada nación, destina recursos a elevar el potencial competitivo y la calidad deportiva, al tiempo que son un espacio de generación de oportunidades económicas y culturales. Empero, su faceta menos dichosa alberga la intervención de los medios de poder o el dinero mismo sobre la competencia, o mismo la utilización de los Juegos por los gobiernos como un elemento para solapar su realidad económica y social.
La política tiene un rol omnipresente en los eventos deportivos. Esto no implica necesariamente que exista un sesgo y se desvirtúe la naturaleza de los mismos. Pero sí, pensando puntualmente en los Juegos Olímpicos, que son un reflejo de la época que transcurre, haciendo visible muchos de los elementos que configuran la realidad, desde las relaciones de poder vigentes hasta la evolución de las diferentes culturas. Para bien, como lo demuestra la nueva participación del Equipo Olímpico de Refugiados y, no así cuando las causas sobre un histórico e irresuelto conflicto como el que tienen Israel y Palestina deviene en el perjuicio de la competencia. Ambos carriles evidencian la magnitud de su simbolismo popular y de las actitudes que se tomen durante su desarrollo.
Un comentario en “Los Juegos Olímpicos y la política: Caminos cruzados”