¡Hola!
Aparezco… después de muchos meses a traerles una nueva entrega de “El Comodín”. Ya promediando el año el infierno se desata a nuestro alrededor: nos encontramos a fin de mes, cierre de cuatrimestre, época de finales, todos los males que nos hacen perder un poquito más de pelo todos los días. Pero acá no venimos a ser fatalistas, acá venimos a escapar de la realidad. Por eso, en los próximos 10 minutos voy a llenarte de contenido y muchos extras para que puedas desconectar, aunque sea por un ratito. El tema que propongo hoy es: el drag y sus implicancias políticas.
Siendo junio el mes del orgullo, me pareció apropiado hablar de un tema como este, siempre partiendo de la base de que lo que se desconoce, se prejuzga, y el prejuicio es peligroso por las consecuencias que conlleva. Sin dar mas vueltas, vamos a meternos de lleno en este tema.
Arranquemos con una definición: ¿qué es el drag? “Drag es una forma de arte que ‘dobla’ el género en la que una persona se viste con ropa y maquillaje destinados a exagerar una identidad de género específica” (MasterClass, 2020). Esta definición muestra un enorme proceso de evolución que el drag ha atravesado desde sus inicios. Si bien originalmente se concebía al drag como hombres personificando mujeres, esta percepción se ha ido modificando. Hoy en día, el drag es entendido como una forma de arte que no solo es llevada a cabo por hombres interpretando mujeres, sino por personas de cualquier género que deciden personificar una identidad de género particular (que puede o no ser la misma con la que se identifican). Este representa uno de los grandes debates que ha atravesado la comunidad drag, que se ha decantado mayoritariamente por la inclusión de todas las identidades de género dentro de esta forma de expresión y la no restricción a concepciones binarias del género.
Lo que quiero destacar es cómo esta forma de arte interpela las concepciones clásicas del género entendido de forma binaria como hombre/mujer. Al buscar traspasar estas barreras socialmente establecidas y plantear las múltiples formas que la identidad de género puede tomar en cada persona, el drag se constituye como un acto político en sí mismo (indistintamente de si se realiza con fines activistas o para el entretenimiento). En palabras de Judith Butler (1990), el drag ”expone la fragilidad de la ‘realidad’ del género para contrarrestar la violencia ejercida por las normas de género”.
Es muy probable que conozcas el reality show “Rupaul’s Drag Race”, camino mediante el cual muchas personas han tenido su primer contacto con el mundo del drag (me incluyo en ese grupo). Sin embargo, si nos adentramos un poco más en el tema, descubrimos que hay un universo entero que merece ser conocido y debatido. Hagamos un poco de historia (política):
La palabra “drag” es un acrónimo de la expresión “dressed as a girl” (vestido de mujer). Se utilizaba para hacer referencia a los hombres que representaban mujeres en obras de teatro (cuando a las mujeres no se les permitía formar parte de esta forma de arte, en la antigua Grecia y hasta la Edad Moderna). Ya para fines del siglo XIX y principios del siglo XX el drag comenzó a tomar una forma más cercana a lo que conocemos hoy en día: una expresión artística mayormente destinada al entretenimiento en la vida nocturna en algunas partes del mundo. Poniendo a Estados Unidos como el ejemplo más característico, esta forma de arte era llevada a cabo casi en la ilegalidad, dado que por muchísimos años el “disfrazarse con ropa del género opuesto” era considerado un delito allí y en muchas otras partes del mundo. Si te interesa saber más sobre estas leyes discriminatorias y cómo fueron combatidas durante años por la comunidad LGBTIQ+, te recomiendo esta nota de Hugh Ryan.
Esto nos lleva a un punto importantísimo de la historia del drag y de toda la comunidad LGBTIQ+ en general: los disturbios de Stonewall (levantamientos ocurridos en Estados Unidos en 1969 en contra de la discriminación y violencia sufrida por toda la comunidad desde el Estado). Te dejo esta nota de Amnistía Internacional y este video de Lady Bunny, Sasha Velour y Peppermint (tres drag queens muy reconocidas) por si querés adentrarte más en lo que pasó allí.
Gran parte de la persecución policial en estos disturbios estuvo dirigida a las personas que hacían drag, quienes tuvieron un rol fundamental en Stonewall y comenzaron a posicionarse como grandes defensoras de los derechos de la comunidad LGBTIQ+. Algunas pioneras en esta lucha fueron Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera, dos activistas trans que estuvieron a la cabeza de los disturbios de Stonewall en 1969 y actualmente son recordadas como figuras icónicas en la comunidad. Te dejo un poco de sus biografías ancladas a cada uno de sus nombres.
Desde ese momento en adelante, el drag comenzó a colarse (a los empujones) mucho más en la esfera pública. La lucha por la ampliación de derechos de la comunidad LGBTIQ+, por ponerle un freno al racismo tanto social como estructural, por encontrar una solución y cura la epidemia de VIH-SIDA y al estigma y exclusión que la comunidad LGBTIQ+ sufría a partir de ello, por terminar con la discriminación hacia cualquier identidad de género, por denunciar la violencia sexual (principalmente dentro del movimiento “Me Too”), por el matrimonio igualitario, por la posibilidad de que cualquier pareja pueda adoptar sin importar su género ni sexualidad, son todas luchas en donde las personas que hacen drag han jugado un papel fundamental a lo largo de la historia y hasta la actualidad. Todos estos son ejemplos de cómo el drag, más allá de ser un acto político trasgresor en sí mismo, puede ser utilizado como forma de activismo para lograr cambios en la sociedad.
Para poner algunos ejemplos de distintas partes del mundo, las personas que hacen drag han luchado por la no discriminación, el reconocimiento y la ampliación de derechos en India, Hungría, Filipinas, Rusia y demás partes del mundo. La bandera común alrededor del globo es la eliminación de los discursos de odio hacia toda la comunidad LGBTIQ+, sumada a las luchas pendientes por conquistar en cada uno de sus países. También en Argentina la comunidad drag es una gran pionera de la ampliación de derechos. Por traerles un ejemplo, desde hace unos meses tenemos en Salta “Juego de Reinas”, el primer reality drag en el país. Mas allá de los fines artísticos de este programa, está en su esencia transgredir los valores conservadores que predominan en gran parte de la provincia y mostrar lo que es hacer drag en un lugar en donde apenas existe salida laboral para esta expresión artística. Si les interesa, pueden ver todos los capítulos en su canal de YouTube, la verdad está muy buena.
Para ir cerrando quiero retomar una idea que me parece central y que quiero que se lleven de esta entrega: el drag como acto político. Creo que Miz Cracker (2015) lo pone en palabras mejor de lo que yo puedo hacerlo:
“En el mejor de los casos, el drag utiliza un humor impactante e irreverente para parodiar ideas sobre lo masculino y lo femenino, la sexualidad, la raza y la sociedad. El drag es un arma para la autoexpresión, el disenso y la crítica de diversos artistas, incluyendo drag queens, drag kings, reinas femeninas, personas trans y personas de todas las etnias, orígenes y tipos de cuerpo. Cuando artistas drag hacen bromas o causan incomodidad en torno a las normas sociales, lo hacen con un propósito y están haciendo su arte con orgullo”.
Recomiendo leer la nota completa, donde esta drag queen explica en profundidad cuál cree que es el propósito del drag. Coincido con ella cuando plantea que el incomodar a la gente es el punto principal de esta forma de expresión, porque permite cuestionarse y debatir acerca de las normas sociales preestablecidas y las prácticas discriminatorias que lleva a cabo la sociedad en su conjunto desde un arte en donde se busca que predomine la inclusión. Me despido con esta frase de Tristan Harris (2018) que expresa todo lo que opino sobre el drag como expresión artística y política:
“El drag como forma de arte refleja la aceptación de la frivolidad y el humor de la comunidad LGBTIQ+ a la luz de la opresión. El hecho de que el drag sea divertido y entretenido no socava su papel inmensamente crucial en desafiar las normas culturales en torno a la sexualidad y el género. El drag como forma de arte está destinado a provocar y desafiar, aunque sus actos políticos pueden no siempre ser ordenados. La belleza del drag es que se presenta más como una pregunta que como una respuesta”.
Nos vemos en unos meses.
Ahhh pero antes de irme les dejo algunas cositas piola para que chusmeen:
- Primero, y súper relacionado con el news de hoy, vean “Paris is Burning”. Es un documental de los 90 que muestra un poco cómo era la cultura drag en Nueva York en los 80, los bailes, las problemáticas que atraviesan, todo. Véanlo, Stremio siempre nos hace la segunda. Si quieren algo similar y un poquito más nuevo, también pueden ver “Pose”, es una serie con una temática similar y esta sí está en Netflix.
- Ahora les traigo una recomendación musical. Se llama “Venganza”, de Nicki Nicole y No Te Va Gustar. Es un poco fuerte, pero vale la pena.
- Por último, esta es una recomendación poco convencional. A lo largo de todo el país, en todos los pueblos, todas las ciudades, siempre hay un grupo de rescatistas que dedican su vida a sacar perritos de la calle, curarlos y buscarles una familia. Mi recomendación de hoy es que ¡las ayuden! Como puedan, con lo que puedan, siempre todo es bienvenido. Pueden donar mantas, remedios, comida, dinero y, si les gusta, también pueden meterse a ayudar. Es un mundo hermoso, hablo con conocimiento de causa. Les dejo algunas con las que suelo contribuir, pueden buscarlas en redes: Patitas al Rescate, Unidas por Cielo, Cuatro Patitas en mi Alma, Perritos del Casino Mar del Plata, Patitas Glew, Todos por Rubio (Pioneros).