La Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos llevó a cabo en 2013 un operativo por el cual tuvo acceso a SMS, llamadas telefónicas y actividades de internet de diversos funcionarios, que fue destapado en 2013 por Edward Snowden, ex empleado de la NSA. Hay sospechas de que la inteligencia danesa facilitaba a EE.UU acceso a los cables de Internet del país en lo que se denominaba la “Operación Dunhammer” tras filtraciones de la televisión pública danesa Danmarks Radio (DR) y el diario alemán Süddeutsche Zeitung. Entre los funcionarios que habrían sido espiados se encuentran Frank-Walter Steinmeier, Peer Steinbrueck y la canciller alemana Angela Merkel.
En un conferencia de prensa realizada el día lunes 31 de mayo, el presidente francés Emmanuel Macron y Angela Merkel pidieron explicaciones a EE.UU y declararon que esperan “total claridad” sobre las revelaciones de que la NSA recibió ayuda de Dinamarca para espiar a políticos europeos. Macron destacó que “no es aceptable entre socios y menos entre compañeros europeos” lo que ha sucedido. Merkel expresó su acuerdo con la postura del mandatario francés y aclaró que confía en que el gobierno danés esclarezca la situación, que “es una buena oportunidad para aclarar los hechos y establecer relaciones de confianza”.
Tras la publicación de la investigación que realizó la DR, el mismo Edward Snowden se pronunció al respecto vía twitter, donde acusó al actual presidente de EE.UU y ex vicepresidente de la gestión Obama, Joe Biden, de estar “profundamente involucrado en este escándalo”.
Thomas Ahrenkiel, jefe del Servicio de Inteligencia de Defensa de Dinamarca (FE), comenzó a investigar si Estados Unidos llevaba tiempo abusando de su acuerdo de colaboración en asuntos de espionaje con Dinamarca. Tras un año de investigación, logró demostrar en 2015 que ese espionaje fue real y sucedió entre 2012 y 2014. Sin embargo, según la investigación develada el pasado domingo, los sucesivos gobiernos conocían la Operación Dunhammer desde hace tiempo, sobre todo el Ministerio de Defensa, aunque en 2019 la ministra de Defensa haya declarado que “la escucha sistemática de aliados cercanos es inaceptable”.
Ante la problemática destapada este domingo, la presidenta del brazo ejecutivo de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, aclaró que “los asuntos de los servicios nacionales de inteligencia son una competencia nacional, corresponde a las autoridades nacionales supervisar a sus propios servicios”. Queda por ver si el gobierno estadounidense y el danés esclarecen la situación tras los pedidos de Alemania y Francia, a los que se sumaron también Suecia y Noruega.