Ayuso, Iglesias y dos apuestas de todo o nada

Nota escrita en conjunto por Nicolás Álvarez Masi y Karim Kadhim.

Luego de que el Partido Socialista (PSOE) y Ciudadanos se aliaron para votar una moción de censura contra el PP en Murcia el 25 de marzo de este año, Ayuso encendió todas las alarmas. Su alianza de gobierno con Ciudadanos en la Comunidad de Madrid podría estar pendiendo de un hilo, por lo que, anticipándose a las mociones de censura en su contra, disolvió el Congreso y llamó a elecciones anticipadas: una gran decisión política del Partido Popular (PP) que podía marcar el comienzo del fin de Ciudadanos, pero también una apuesta de todo o nada para Isabel Diaz Ayuso, presidenta del gobierno de Madrid.

Dicha apuesta terminó el 4 de mayo en España y los resultados fueron irreversibles. De ser la segunda mayoría en 2019 con 30 escaños, el PP obtiene una mayoría de 65 diputados electos, a 4 diputados de alcanzar la mayoría absoluta de la legislatura. Ayuso se lleva casi todo. Sin embargo, estas elecciones no solo sirvieron para definir el nuevo gobierno de la Comunidad, sino también han desatado una tormenta sobre el sistema partidario madrileño, con fuerza para también trastocar al español.

Dos cuestiones fueron claves durante los últimos días de campaña: el porcentaje de participación electoral y el hecho de votar un día laborable. Desde las fuerzas de la izquierda se hizo mucho énfasis en el hecho de asistir a votar, principalmente de los barrios del sur de la comunidad, más propensos a votar por sus partidos y también guiados en la teoría de que a más participación, mejoran los resultados de la izquierda porque “votan los que no siempre votan”. Esto parece no haber resultado así. El hecho de que se vote en día laborable no afectó el nivel de participación, que incluso llegó al 76,25% (12 puntos más que en 2019) y representó el porcentaje más alto desde el regreso de la democracia. Una variable que parece haber afectado de forma más certera y positiva a este aumento de la participación, en contra del hecho que se vote en día laborable, puede haber sido el alto nivel de polarización con discursos en contra del “fascismo”, del “comunismo” y donde las amenazas de muerte no estuvieron ausentes. Esta nota sirve para ilustrarlo.

El PP tuvo un espectacular avance en relación con tan solo dos años antes, aumentando un 22,5% de votos y creciendo 35 escaños, absorbiendo los votos de Ciudadanos y hasta robándole votos al PSOE. Además, el haber obtenido más votos que el bloque de Unidas Podemos (UP), Más Madrid (MM) y el PSOE le permite no depender del voto de Vox para su investidura, ya que le bastaría que estos se abstengan para formar gobierno.

Es importante observar cómo, si bien desde 1991 Madrid ha sido ininterrumpidamente el bastión del PP, en 2019 éste pasó a ser segunda mayoría ante el PSOE, luego de pasar de 72 diputados en 2011 a 48 en 2015 y luego 30 en 2019. Si bien en 2019 Ayuso logra formar un gobierno de coalición con Ciudadanos, es inevitable reconocer que el desempeño electoral del PP venía en picada, y que esta apuesta de elecciones adelantadas con 65 diputados ganados ha sido un repunte formidable para el PP.

El partido de Rocío Monasterio logró sumar un escaño en relación con 2019, quedándose con 13. Puede decirse que no logró su objetivo de “ser necesario para la victoria del PP”, pero sin dudas se continúa consolidando en el espectro de la ultra derecha y, evidentemente, la llegada de Iglesias a la lucha por Madrid le sirvió para polarizar su discurso. Mientras tanto, Ciudadanos perdió todos sus escaños (26), una caída anticipada pero estrepitosa del partido de Albert Rivera. Aquí, una nota contextualizar su caída hacia su posible desaparición.

Mientras el centro desaparece y Ayuso y Vox construyen puentes, las elecciones dictan sentencia sobre las izquierdas y sus desempeños en los últimos años. El PSOE, quien habría apostado al veterano socialista de 72 años Ángel Gabilondo en la cabecera de su lista, habría visto descender su respaldo electoral en 10,46 puntos, perdiendo 13 diputados respecto al 2019 y empatando con Más Madrid en 24 escaños. Ésto último puede ser entendido como un voto castigo para el partido que ejerce hoy el Ejecutivo Nacional, interpretación que ha estado sosteniendo el líder de PP, Pablo Casado, para quien “Madrid ha hecho una moción de censura al sanchismo”

Por otro lado, Más Madrid y Unidas Podemos (UP) cosechan algunas victorias. El Partido de Manuela Carmena y Íñigo Errejón, escisión de UP y con un discurso moderno y vanguardista, aparece como la izquierda mejor parada en estos comicios. Si bien su respaldo electoral sólo aumentó 2,28 puntos, logró conseguir cuatro diputados más que en 2019. En una elección donde la alta participación y polarización fueron relevantes, la decisión de Más País en marzo de rechazar una candidatura unitaria con UP no parece traerle factura alguna. El precio, sin embargo, lo parece haber pagado Pablo Iglesias, pues si bien UP logró aumentar 1,61 puntos su respaldo electoral y anotarse otros 3 diputados respecto a los 7 obtenidos en 2019, la reciente decisión de Iglesias de retirarse de la política, incluyendo con ello no asumir su recién obtenido escaño, da bastante que hablar.

Unidas Podemos habría pasado de ostentar 27 diputados en 2015, a sólo 7 en 2019, año en que Más Madrid debuta en la Comunidad llevándose sus primeros 20 diputados. A nivel nacional también ha sido marcada la caída de los diputados electos por UP, comenzando con 42 en 2015, luego 45 en 2016, para en las elecciones de abril del 2019 conseguir 33 diputados, y 26 en noviembre del mismo año. Todo apunta a un declive de la popularidad del partido que, si bien logró formar gobierno con el PSOE a nivel nacional, cuando el centro no le daba espacio, sentía el peligro de desaparecer en Madrid si el entonces vicepresidente, Pablo Iglesias, no jugaba su propia apuesta a todo o nada y se postulaba en estas elecciones locales. Si tenía éxito y recuperaba la movilización que había perdido en Madrid, podría haberse posicionado como nuevo líder de izquierdas. No fue el caso. Su estrategia solo consiguió 3 diputados más, una victoria que salva a UP de su posible desaparición, pero clara evidencia de que Iglesias estuvo más cerca de llevarse nada que llevárselo todo. Su reacción fue inmediata: renuncia a la política, confía en Yolanda Díaz, actual vicepresidenta de España, para servirle de relevo, se hace a un lado y afirma retirarse de la política, aunque con 42 años el socialista posee juventud para aspirar a nuevas candidaturas en el futuro y es poco probable una jubilación tan pronta. Si se retira de lo partidario y lo institucional específicamente, no resta la posibilidad de otras reapariciones suyas en otros ámbitos de la vida pública, a la espera de un nuevo momentum.

Estas elecciones han servido para dar un atisbo no solo de lo que puede pensarse como un replanteamiento del sistema partidario, más centrífugo y más polarizado, sino de lo que puede ser un relevamiento de liderazgos, donde además las mujeres asumen el protagonismo. Empezando por Ayuso, cuya exitosa apuesta en Madrid le puede servir de impulso para aspirar a un rol en la política nacional, incluso retar el liderazgo de Casado. Luego, Rocío Monasterio, cabeza de lista de Vox, quien no solo respalda a Ayuso, sino que, como bien recuerda este artículo de El País, tiene la certeza de que formará parte de su nuevo gobierno en Madrid, y difícilmente podrá ser una diputada obviable en esta legislatura. Finalmente, la cabeza de lista de Más País, Mónica García, en cuyos hombros recae el liderazgo de un partido que aspira a continuar su crecimiento electoral. Si esto se cierra con el relevo de Pablo Iglesias por Yolanda Díaz en el Ejecutivo Nacional, estas elecciones parecen una clara victoria para los liderazgos femeninos.

Escrito por

Soy estudiante de Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires. Interesado en política latinoamericana y procesos de emancipación regionales.

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