En el día de ayer, Guillermo Lasso ganó el ballotage frente al correísta Andrés Arauz y será, a partir del 25 de mayo, el nuevo presidente del Ecuador. Fue un resultado sumamente reñido y ajustado, que, con poco más del 98% de las actas escrutadas, está 52,5% a 47,5%, donde el banquero de Guayaquil siempre se mantuvo arriba, llegando a alcanzar una diferencia de hasta 10 puntos porcentuales, resultado que se fue achicando a medida que terminaba el escrutinio pero que no le alcanzó a Arauz para dar vuelta la tendencia.
Lasso alcanzó la presidencia luego de sendos intentos fallidos en 2013 y 2017. En esta última ocasión, perdió con el candidato “heredero” de Correa, Lenin Moreno, que luego llevó a cabo una de las grandes traiciones políticas memorables, dando un claro giro a la derecha, acudiendo al Fondo Monetario Internacional y persiguiendo tanto a su “padre político” Rafael Correa como a otros referentes de la Revolución Ciudadana, incluido su vicepresidente, Jorge Glas. Además, una vez efectuado el “giro neoliberal”, Moreno gobernó en base a una alianza con el ahora electo Lasso, lo que permitió primero avanzar en reformas promercado y segundo, llegar al final de su mandato. El candidato del Movimiento CREO triunfó en 17 provincias (especialmente de la Sierra y de la Amazonia) mientras que el presidenciable por UNES se impuso en las restantes 7, preferentemente en la Costa.
Se puede hacer un análisis rápido de lo que significa para Ecuador y para la región este resultado. La elección Lasso va sin lugar a duda a profundizar el camino que comenzó Moreno, de desregulación de la economía, de acuerdos con el FMI, de alineamiento con los Estados Unidos y de promoción de los tratados de libre comercio en detrimento de la integración regional. Además, será clave todo lo que pueda suceder en las próximas semanas, las últimas con Moreno en el poder, ya que muchas decisiones estaban a la espera de lo que sucediese en el día de ayer, como el cierre de varias empresas públicas y, quizás la más importante, la privatización del Banco Central del Ecuador.
Desde la confirmación de que finalmente iba a ser Lasso quien compitiera en el ballotage, luego de todo lo que significó la novela de recuentos y no recuentos de votos pedidos expresamente por el indigenista Yaku Pérez, ambos candidatos intentaron hacer lo posible para captar el voto que les faltaba. A partir de la actividad en las redes sociales y especialmente en Tik Tok, intentaron llegar a los votantes del que fue conocido como “el candidato tiktoker”, Xavier Hervas, y acercarse hacia propuestas plurinacionales y ambientalistas para simpatizar a los adherentes del Movimiento Indígena.
Si bien Hervas manifestó públicamente su voto a Lasso, su partido, Izquierda Democrática, emitió un comunicado donde no llamaba a votar por ninguno de los finalistas. A su vez, el Movimiento Indígena, articulado en la CONAIE, dejó ver sus rispideces internas cuando, luego de no llegar a un acuerdo con Lasso para el recuento de votos, Pérez salió a fomentar el voto nulo ideológico en el ballotage. Sin embargo, miembros muy importantes de la CONAIE, como su presidente Jaime Vargas, se mostró públicamente y apoyó a Arauz, mientras que quien fuese candidata a la vicepresidencia junto a Yaku, la bióloga Virma Cedeño, se manifestó por Lasso. Ambos fueron expulsados de la Confederación Indígena.
Dados los resultados, Lasso logró captar gran parte del voto de Hervas, lo cual parecía un poco difícil dado el perfil netamente conservador del candidato de CREO. Del electorado de Pérez, es muy posible que muchos hayan ido a ese poco más de millón y medio de votos nulos y el resto se haya dividido entre ambos candidatos. Lo que queda bien claro es que Lasso, gran colaborador del gobierno de Moreno, supo despegarse a tiempo del actual presidente, que ha tenido un gobierno sumamente regresivo, principalmente en el plano económico y que esto además evidencia una incapacidad o ciertos errores en la campaña de Arauz para asociar a Lasso con Moreno.
En su discurso victorioso, pasadas las 21 horas en Ecuador, Lasso agradeció primeramente a Dios (es miembro del Opus Dei) y a sus padres, seguidamente de darle las gracias y enviarle un saludo a un personaje que bien conocemos en nuestra tierra, a Jaime Durán Barba. Habló del Ecuador del Encuentro (muy similar al “unir a los argentinos” de Macri) y ratificó su compromiso con “cerrar la SENESCYT”, que es la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación, por su propuesta de hacer autárquicas (tal como es en nuestro país) las universidades públicas del país, en pos de que “los jóvenes ecuatorianos puedan estudiar lo que quieran, y no lo que les diga el Estado”.
Arauz, por su parte, hablando al mismo tiempo que Lasso, reconoció la derrota diciendo “Hoy no es el final, es el comienzo de una nueva etapa de reconstrucción del poder popular, arduamente necesaria para nuestro país”. Tanto él como Correa, desde Twitter, felicitaron al presidente electo, y pidieron que “cese el lawfare, que destruye vidas y familias”. Vale aclarar que la jornada se desarrolló en una gran tranquilidad y no existieron denuncias de fraude de ninguno de los dos bandos.
¿Cómo queda el panorama en Ecuador con estos resultados? En el plano legislativo, el presidente electo tendrá un desafío importante. Su Movimiento CREO solo obtuvo 12 escaños en la Asamblea Nacional (de 137 lugares) aunque es seguro que la alianza electoral que llevó a cabo con el Partido Social Cristiano de Jaime Nebot para su candidatura presidencial se extienda a una alianza de gobierno en donde la coalición CREO+PSC tendría 30 bancas. El correísmo, por su lado, queda como primera minoría con 49 lugares, y parece inminente un acuerdo legislativo entre Izquierda Democrática y Pachakutik, bancada que sumado sus escaños quedaría con 45 lugares. En resumen, ningún bloque alcanzaría la mayoría propia (de 69 legisladores) por lo que la gobernabilidad dependerá de amplios consensos legislativos entre estos bloques o de las anexiones de partidos pequeños y regionales, muchos monobloques, que suman, entre todos, trece asientos. Será de sumo interés cómo Lasso hará para continuar aglutinando, más allá de la elección, al espectro anticorreista, lo que parece difícil pero no imposible dados los recientes resultados. Posiblemente deba avanzar en algunas concesiones, por ejemplo ambientalistas, para contención del Movimiento Indígena. En ese sentido, su propuesta de fomentar la inversión extranjera para incrementar la producción de petróleo le puede traer conflictos con Pachakutik, como sucedió en su momento con Correa.
En el plano económico, durante toda la campaña Lasso aclaró que mantendría y reconocería el acuerdo con el FMI, excepto un punto de este: se comprometió a no subir el IVA. Vale recordar que Ecuador es el único más de América del Sur que llevó a cabo un proceso de dolarización de su economía luego de lo que representó el feriado bancario y la enorme crisis de principios de siglo. Este cambio en la moneda legal se ha vuelto muy popular en el país, principalmente, entienden muchos, porque da una sensación de seguridad, en contraposición a la inestabilidad vivida antes de su implementación. De hecho, uno de los caballitos de batalla de Lasso durante la campaña hacia el ballotage fue acusar a Arauz reiteradas veces de querer acabar con la dolarización, cosa que el correista negó reiteradas ocasiones.
Para finalizar este análisis provisorio, vale hacer una mirada regional. La victoria de Lasso pone un alto a la nueva marea de progresismo que parece (o parecía) estar asomando en Latinoamérica. Un triunfo de Arauz se habría sumado a los anteriores de López Obrador, Alberto Fernández y Luis Arce. Además, la candidata de la integración latinoamericana en Perú, Veronika Mendoza, tampoco parece haber accedido al ballotage, y los resultados preliminares de las segundas vueltas en las subnacionales de Bolivia parecen dar un escenario oscuro para el Movimiento al Socialismo. Restará ver, de aquí en adelante, como se reconfigura el mapa de la política regional.