Mirando a través de las gafas violeta

Se podría llegar a decir que la historia del mundo se rige por la dialéctica, por la lucha entre las contradicciones que en él viven, generando así fenómenos que se encuentran sujetos al perpetuo movimiento y cambio. Dentro de ellos resalta el tan latente feminismo, que no se exceptúa de enfrentamientos dentro de sí.

Al ser este un movimiento y por tanto heterogéneo, no contiene en su interior una doctrina única y, partiendo desde la búsqueda de la liberación de la mujer, se desarrollan diferentes ramas con diversas cosmovisiones. Esto es observable cuando se abren debates, por ejemplo, sobre qué temas conciernen o no al feminismo, como la vertiente interseccional que cree que para hacer un estudio de género de manera exhaustiva, también se deben incluir otras variables al momento de analizar, como son la situación económica, étnica, cultural, pertenencia al grupo LGTBIQ+, entre otras.

Asimismo, la realidad atraviesa al feminismo de manera constante y muchos dichos o hechos por figuras públicas que levantan la bandera del movimiento (sea por convicción o negocio) también infieren en su desarrollo. Como se ha visto durante el inicio del 2020, nuevas posturas se contraposicionaron a raíz de la polémica que causó la campaña publicitaria de Jimena Barón en las redes, al promocionar una canción por medio de afiches similares a los utilizados por proxenetas o trabajadoras sexuales para atraer clientes.

De este modo, el debate entre regulacionismo o abolicionismo de la prostitución se mostró en la agenda una vez más. Quienes sostienen la primera postura alegan que no existe diferencia entre ofrecer mano de obra para cualquier trabajo y ofrecer el cuerpo para el trabajo sexual, por lo que buscan su regulación como cualquier otro empleo y la desestigmatización. Por otra parte, quienes respaldan la posición abolicionista creen que la prostitución es un sistema de explotación que se realiza a través del trabajo forzado y una situación de desigualdad y poder exacerbada entre el putero y la mujer, comprendiendo un límite en aquello que se puede mercantilizar dentro del capitalismo.

Sin embargo, el movimiento no se sostiene solamente a través de las caras visibles, sino que también por medio de los diversos sujetos que a través del anonimato, sin ser personas de renombre, luchan y se involucran día a día por aquello que creen, dándolo todo y a cambio de nada, sin reconocimiento ni glorias públicas, pero siendo la parte fundamental de la estructura. En un mundo cada vez más individualizante deciden resignar su personalismo para involucrarse en algo más grande. Pero ello no debería ser algo sorprendente si se comprende que las injusticias por razones de género llegan a rozar a todas las clases de mujeres, algunas de manera más hostil, otras menos.

Es posible ver esto, en los estratos más altos, a través del llamado “techo de cristal” donde las mujeres pueden acceder hasta cierto punto en ámbitos profesionales, pero después encuentran constantes trabas que no les permiten avanzar. Aunque en la política argentina encontrar mujeres no es tan difícil como en otros lados, estas siguen siendo porcentualmente un número mucho menor. Y en otros países esto se exacerba aún más, por lo que no sería errado admitir que en el mundo como lo conocemos la política es cosa de hombres, no solo por las representaciones, sino también por los tratos que acompañan a las representantes mujeres, las cuales reciben constantes ataques sexistas y machistas. Mientras una actitud imponente por parte de un hombre es vista como alguien que tiene agallas, cuando ese mismo acto es expresado por una identidad femenina se la desacredita y trata como “loca” o “autoritaria”.

Perseguidas por la prensa, amenazadas constantemente, las militantes y políticas se encuentran de algún modo u otro en una situación de peligro. Históricamente, se puede observar el caso de las hermanas Mirabal en la República Dominicana de los años ’60, donde fueron asesinadas por ser activistas políticas de izquierda. Sin embargo, las mariposas comenzaron una insurrección y es por ello que se las conmemora el 25 de noviembre en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.

Por tanto, al poder también se lo debe estudiar en clave feminista, pues no hay ámbito en la realidad patriarcal que no esté atravesado por este mismo. El Ciclo de género y poder, con su primer encuentro a fines de noviembre del 2020 y titulado “Reflexiones en torno a lo político”, el cual fue impulsado por el Área de Género de Politólogos al Whisky junto al Área de Géneros del Centro de Estudios de Política Internacional (CEPI) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), es un ejemplo de este intercambio necesario dentro de la academia para que la política deje de ser un ámbito hostil para las mujeres e identidades disidentes.

En las antípodas de esta realidad inmiscuida en el poder que concierne a una clase principalmente pudiente y occidental, se encuentran las niñas y mujeres sometidas a la mutilación genital femenina, o más comúnmente conocida como ablación, aún hoy en el siglo XXI. Cierto tipo de culturas identifican a la MGF como símbolo de pureza, belleza y castidad, o como rito de transición a la adultez siendo un requisito para poder acceder al matrimonio y a la herencia. Así, la tradición se mezcla con problemáticas propias de los países emergentes donde se suele practicar, ya que la región africana y de Oriente Medio representan los porcentajes más altos a nivel mundial con Guinea, Etiopía y Yibuti a la cabeza.

Aunque estos hechos datan de largos años, no siempre se les ha prestado su debida atención. Hoy en día, gracias a la fuerte presencia del streaming, es mucho más fácil acceder a estas realidades desconocidas a través de series que retratan estos diversos contextos. Tal es el caso de la serie “Poco ortodoxa” y también de “Califato”, ambas disponibles en la plataforma Netflix. A través de una obra audiovisual puede acercarse a un tipo de entretenimiento que, si bien es informativo, no se debe dejar de pensar que lo que buscan es atraer audiencia.

Sin embargo, estos dos lanzamientos nos permiten cuestionarnos la disputa entre fundamentalismos y feminismos por medio de la pantalla. Es menester comprender que cualquier práctica que suprima el libre desarrollo de las mujeres dentro de las sociedades de culto merece un análisis en profundidad para poder evaluar el impacto que generan en sus vidas, más allá de las justificaciones de tradición o míticas sin lógica.

Todos estos debates y reflexiones que son llevados a cabo dentro del movimiento, a través de diferentes disciplinas y por medio de la sociedad civil, no siempre captan el foco de los medios de comunicación, por lo que lleva a asumir a quienes no están asociados con el ámbito que el feminismo es solamente una moda y que el único reclamo que ha tenido en la actualidad es la búsqueda de la legalización del aborto, la cual a través de una media sanción lograda luego de más de 20 horas de debate, culminó en la obtención de la legalización de la IVE y la bienvenida a la Ley Dora a fines del año pasado.

La realidad se contrapone al discurso y se puede ver que los prejuicios esbozados no son ciertos: el feminismo se ha concebido en el pasado y todavía prevalece problematizando todo aquello que sea posible.

Hoy, una vez más, las mujeres se enfrentan a un nuevo 8 de marzo conmemorando a las mujeres trabajadoras, luchadoras y decoloniales. A las mujeres, así en plural, pues no existe un solo modelo de ser mujer. Es a través de esta heterogeneidad que se impulsa la fuerza necesaria para llevar adelante todas las demandas y superar todos los obstáculos. Hoy, 8 de marzo, se vuelve a recordar la lucha de todas ellas y se celebra su unión.

“Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las otras mujeres, de aquellas que no conocí, pero que forjaron un suelo común, de aquellas que amé, aunque no me amaron, de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel suave y tierno corazón guerrero.”

-Alejandra Pizarnik

Escrito por

Estudiante de Sociología (UBA). Feminista, entre otras cosas.

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