La tecnología espacial cobró especial importancia durante la guerra fría y continúa hasta el día de hoy mostrando un crecimiento en el desarrollo de nuevas tecnologías satelitales, de cohetes y vectores cada vez más eficientes y de mayor capacidad. En especial los últimos 20 años, estuvieron marcados por el ascenso específicamente del sector privado, con empresas como SpaceX, Blue Origin, Boeing etc.  En este sentido, los avances espaciales han permitido revolucionar y acelerar la forma de obtener información, el rápido desarrollo de otras disciplinas, y el uso de productos capaces de mejorar la vida del hombre.

En la década de los ‘90, Carlos Escudé (1992) desarrolla el Realismo Periférico como una teoría que nace desde la perspectiva de los países latinoamericanos, considerados países periféricos, aquellos Estados sin capacidades ni desarrollo económico. Según este autor, el sistema internacional no es anárquico como así asegurar los realistas convencionales, sino que es imperfectamente jerarquizado. Para el autor existen tres tipos de Estados: los que crean las normas; los países que las acatan; y los países parias, aquellos que deciden no seguir con estas normas establecidas. Por lo tanto, aquellos Estados periféricos deben utilizar su autonomía sabiamente y de manera pragmática para mejorar su limitado margen de acción. Estas fueron las bases que tomó Argentina en su política exterior. Con la desactivación del proyector Cóndor, debido a las fuertes presiones internacionales en 1991 se crearía la CONAE (Comisión Nacional de Actividades Espaciales), que reemplazó a la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE). 

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En 2003, el Kirchnerismo heredaba un programa espacial marcado por esta reformulación de la política exterior argentina. Entendiendo la importancia estratégica de la tecnología espacial, se reactivaría el interés por el programa espacial, el cual vería importantes logros, no solo en cooperación con otros países sino también la creación de satélites nacionales, como el ARSAT-1 y ARSAT-2, entre otros. Si bien hubo estrecha colaboración con la NASA, y empresas como SpaceX, quien fue la que ha lanzado los satélites argentinos al espacio, se buscó el desarrollo de estas tecnologías en pos de lograr mayor interdependencia con las potencias mundiales, específicamente con los Estados Unidos, lo cual se concretó tanto por vías propias como por la cooperación multilateral con países como Italia, China y Brasil. A pesar de que Argentina forma parte de todos los tratados de no proliferación y ha demostrado confianza en el desarrollo de tecnologías, no ha estado exento de presiones por parte de Estados Unidos, el temor norteamericano por el desarrollo de cohetes espaciales, como lo fue el proyecto cóndor,  sigue siendo algo de importancia en los desarrollos tecnológicos. 

Con el gobierno de Mauricio Macri, la actividad espacial se vio reducida, debido a que se determinó que había áreas de mayor importancia. A su vez, hubo un importante recorte presupuestario, que terminó con la producción del futuro ARSAT-3 y del cohete Tronador.  Sin embargo y a pesar de esto, se logró lanzar un satélite que se había empezado a producir los años anteriores, el SAOCOM 1A. 

Durante el presente año, bajo la presidencia de Alberto Fernández, se lanzó el SAOCOM 1B, lanzado desde los Estados Unidos desde un cohete de SpaceX. Con este nuevo gobierno, parece ser que el campo espacial tecnológico vuelve a tener importancia. El programa espacial argentino tiene proyectados ya la producción del Arsat III, Sabia-Mar y el Satélite Latinoamericano de Meteorología.

Argentina pertenece a un grupo privilegiado de países que poseen las capacidades para diseñar sus propios satélites. A pesar de ser un país periférico y de su situación económico-social, las capacidades espaciales de Argentina podrían (y deberían) seguir creciendo. El siguiente paso lógico es dejar de depender de empresas como SpaceX y otros países para poder lanzar  los satélites propios y poder brindar este servicio a otros Estados.  El desarrollo de cohetes como el Tronador es esencial en el plano estratégico para generar interdependencia, pero las tecnologías de cohetes poseen uso dual, esto significa que el cohete se puede utilizar tanto para fines civiles como militares.  Y es aquí donde la posición argentina en el campo de las relaciones internacionales se ve limitado por el lugar que ocupa, a esto se le suma su pasado militar y el desarrollo del Proyecto Cóndor. 

Estados Unidos, el principal impulsor de esta “nueva carrera” al espacio, sigue mostrando signos de preocupación ante este tipo de desarrollos. Para acomplejar más la situación, los competidores en este campo ya provienen tanto del sector privado como de los propios Estados, tales los casos de China e India, entre otros. La idea de que un país con menores capacidades posea la libertad de cooperación con más de un socio expande su campo de acción, pero a la vez la complejiza. En línea del Realismo Periférico, esta autonomía no se ve como la capacidad de tener mayor libertad, sino como los costos de utilizar esa libertad. En 2017 se terminó en Neuquén la Estación de Espacio Lejano china, la cual es manejada por militares chinos y por lo tanto, no ha estado exenta de disputas. Ante la falta de transparencia y conocimiento de los fines verdaderos, Estados Unidos y algunos países europeos han mostrado su descontento, alegando que no solo se utiliza para fines civiles. 

En este sentido, Argentina se encuentra en lo que se podría denominar como doble periferia (Battaleme, 2016), ya que se encuentra entre una potencia establecida como son los Estados Unidos y la otra en ascenso como es China. Esto hace que los cálculos estratégicos de costo-beneficios que debe hacer Argentina sean más complejos. Así, las posibilidades para seguir creciendo como potencia espacial regional están al alcance del país sudamericano, pero para ello Argentina tendrá que acudir a la diversificación y las relaciones multilaterales sin buscar confrontaciones innecesarias.

Referencias bibliográficas

BATTALEME, J. (2016). Realismo Periférico Y Dobles Periferias: La Política De Seguridad Internacional De Chile Y Argentina Frente Al Ascenso De Brasil Y La Preponderancia Norteamericana. POSTData: Revista de Reflexión y Análisis Político, 21(1), 11-42. ISSN: 1151-209X. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=522/52247505001

ESCUDÉ, C. (1992). Realismo Periférico: fundamentos para la nueva política exterior argentina. Planeta.

Una respuesta a “La periferia espacial argentina”

  1. […] En materia de opinión pública, este año Argentina no se quedó atrás, comenzando con los sucesos de Devoto: motín nuevo, debate viejo y en el mes de marzo poniendo el foco de atención en Los discursos de odio y la paradoja de la libre expresión que deja en conclusión que se debe seguir luchando en contra de Negar la verdad y en pos a tener en cuenta El pasado y el presente para construir el futuro. Con la llegada de la pandemia al país se dio La resignificación de las Fuerzas Armadas en tiempos de pandemia en un primer momento para luego poner el ojo en la Deuda, ¿hay acuerdo con los acreedores? que afectó directa o indirectamente a la discusión sobre el Presupuesto: una conversación de pocos, que nos afecta a todxs. Y es que la legislación argentina no se tomó descanso ni el 30 de noviembre: Día Nacional del mate, y promulgó la Ley de Economía del Conocimiento: ¿Es suficiente? sabiendo que aún queda como debate importante La periferia espacial argentina. […]

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