A 35 años del encuentro entre los exmandatarios Raúl Alfonsín y José Sarney en Foz de Iguazú, los presidentes Alberto Fernández y Jair Bolsonaro se encuentran (virtualmente) por primera vez desde la asunción del presidente argentino en diciembre de 2019. En aquel encuentro de 1985, Alfonsín y Sarney sentaron las bases para lo que en un futuro se transformaría en lo que hoy conocemos como el Mercosur y dieron inicio a la tradición integracionista sudamericana liderada por Argentina y Brasil.
El Presidente argentino estuvo acompañado por el ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Felipe Solá; y el embajador argentino ante Brasil, Daniel Scioli. Por parte de Brasil, participaron el titular de la cartera de Relaciones Exteriores, Ernesto Araújo, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Flavio Viana Rocha. En la reunión también estuvo presente el exmandatario carioca Sarney, quien explicó: “Esta fecha fue elegida para recordar el comienzo del Mercosur, donde estábamos en búsqueda de crecer y formar un grupo competitivo a nivel internacional para ampliar la integración de nuestros países”. Sin embargo, muy atrás quedaron esos días, ya que actualmente se puede ver a un Brasil que opta por el aislacionismo con respecto a sus pares sudamericanos y un contexto en donde las diferencias políticas entre los dos socios comerciales más importantes del bloque comercial adquieren cada vez más relevancia.
En cuanto a la cooperación bilateral, Fernández indicó: “Es un día muy importante para Argentina y Brasil y para todo el continente” porque “por primera vez empezó a pensarse en la integración del continente”, y aseguró: “Celebro este encuentro para darle al Mercosur el impulso que está necesitando y es imperioso que Brasil y Argentina lo hagan juntos”. Además, bregó por dejar “las diferencias del pasado y encarar el futuro con las herramientas que funcionen bien entre nosotros” para “potenciar todos los puntos de acuerdo.”, y añadió: “Tenemos oportunidades en el desarrollo para proveer de gas a Argentina y a Brasil”. Por su parte, Bolsonaro reconoció que “el Mercosur es nuestro principal pilar de integración”, al tiempo que pidió generar “mecanismos más agiles y menos burocráticos” en el marco del organismo multilateral. También expresó su voluntad de avanzar en áreas de interés común, “en especial, en el ámbito del turismo”. A su vez, agregó: “Nuestras fuerzas armadas tienen una excelente integración. Fortaleceremos nuestra integración en las industrias de la defensa y avanzaremos en la lucha contra el narcotráfico y el crimen trasnacional”.Anuncios
Sin embargo, cabe destacar que el Día de la Amistad entre los gigantes del Cono Sur se vio marcado por un claro silencio por parte del Planalto, quien ni siquiera incluyó la reunión en la agenda oficial del Planalto, dando a entender que la importancia del encuentro es menor. Ante esto, la oficina de prensa argentina compartió fotografías, así también como los resultados de la reunión. Este silencio de radio carioca debe ser entendido contextualmente, con un Bolsonaro cada vez más aislado políticamente hablando. Tras las elecciones municipales en donde el claro ganador fueron los partidos que componen el Centrão, el bolsonarismo se vio fuertemente debilitado, ya que de los 16 candidatos apoyados por el presidente solo uno de ellos llegó a segunda vuelta en la ciudad de origen de Jair (Río de Janeiro), quien perdió de todos modos ante el candidato del DEM.
A su vez, la tendencia aislacionista de Brasil no es novedad y tampoco se abstiene solamente a cuestiones nacionales. Más bien, su política exterior de los últimos años se tiñó cada vez más de este carácter. Abandonando el UNASUR, dejando de lado el Mercosur y restando la importancia del rendimiento de la OEA, Brasil perdió ese “trampolín” con el que contaba para poder proyectar su poder a nivel internacional al mismo tiempo que dejó un vacío de poder en la región que ahora se disputan por llenarlo tanto China como Estados Unidos.
Entonces, ante un Brasil debilitado y una Argentina en eterna crisis, no hay mejor momento para recordar las palabras de aquellos mandatarios inmortalizados en el inciso 8 de la Declaración de Foz de Iguazú que reza: […] en cuanto a la urgente necesidad de que América Latina refuerce su poder de negociación con el resto del mundo, ampliando su autonomía de decisión y evitando que los países de la región continúen vulnerables a los efectos de políticas adoptadas sin su participación. Por ello, resolvieron conjugar y coordinar los esfuerzos de los respectivos gobiernos para la revitalización de las políticas de cooperación e integración entre las naciones latinoamericanas.