Hace 60 años, Francia perdió la mayoría de su poderío en el continente africano: 13 colonias consiguieron su independencia el mismo año. Nada de esto sería posible sin Guinea, quien dio el puntapié inicial en 1958 junto al movimiento panafricanista, para que dos años más tarde lo que se denominaba África Ecuatorial Francesa, se libere de su estatus colonial como parte de lo que Huntington (1994) llamó la “segunda ola de democratización” *. Pero ¿Qué tanto prosperaron estos estados en términos democráticos?
Cuando hablamos de África Ecuatorial Francesa, hacemos referencia a los actuales territorios de Chad, República Centroafricana, Congo y Gabón. Entre ellos, tienen más elementos en común que su pasado bajo una misma administración: economías deterioradas, escasa libertad de prensa, fuertes autoritarismos disfrazados de democracia y, por consiguiente, presidencias que parecen hoy ser vitalicias. Según el índice brindado por Freedom House, todos ellos clasifican como “no libres”. Pero antes de analizar cada caso en particular, cabe repasar brevemente su independencia.
Terminaba septiembre de 1958 cuando se firma un referéndum entre las colonias para constituir la Comunidad Francesa, pero Guinea se negó de la mano de Sékou Touré. Este hecho no pasó desapercibido y fue seguido de fuertes represalias y hostilidad por parte de la potencia europea. Si bien la comunidad ya gozaba de autonomía interna y pequeñas participaciones en la política colonial, en 1960 Francia otorgó su independencia a estas cuatro naciones con dos días de diferencia entre sí, conmemorando así, “El año de África”.
El primero en declararse autónomo fue Chad el 11 de agosto de 1960, que previo a esto gozaba del estatus de “territorio de ultramar”, lo que le permitía la creación de una asamblea propia. Su diversidad étnica dividía al país en un norte musulmán y un sur de etnia Sara. Las consecuencias de este contraste actualmente se traducen en conflictos étnicos y un bilingüismo inconcluso (Le Monde Afrique, 2020). En la arena política, es el tercer país más autoritario de África Occidental según el Democracy Index 2019 de The Economist, entrando en la categoría de autoritarismo, con niveles altos de corrupción e incluso antecedentes de asesinato a candidatos presidenciales. Su actual jefe de gobierno, Idriss Déby, se encuentra en el poder hace tres décadas y las próximas elecciones presidenciales están pactadas para 2021. Esto no es un hecho asegurado, ya que estos comicios fueron aplazados ya cinco veces. Su economía actualmente se ve directamente afectada por la caída del precio del petróleo y la pandemia de COVID-19, para la cual la escasa infraestructura sanitaria impide el correcto conteo de infectados y víctimas oficiales.
Dos días después, la actual República Centroafricana (RCA) logra su independencia. Un puesto más abajo que Chad en el Democracy Index anteriormente mencionado, sus cortos años de autonomía comenzaron con un sistema de partido único para luego girar en torno a la democracia en los ’90. Esta prosperidad duró poco, porque los años que le siguieron contaron con dos golpes de Estado e incluso con una guerra civil. Recién en febrero de 2019 pactaron un Acuerdo de Paz y Reconciliación entre el gobierno y los 14 grupos armados en el país; el cual les permite participación política. A su vez, incluye reformas en torno a seguridad, desarme, desmovilización, y repatriación de protagonistas exiliados del golpe sufrido en 2013. No obstante, las violaciones a los derechos humanos continúan a pesar del tratado de paz. La pandemia no es una alerta solo en torno a la economía (afectada también por ser dependiente del petróleo), si no que al traer como medida de prevención el cierre total y parcial de escuelas en algunas zonas, se teme por los jóvenes que son vulnerables al tráfico y reclutamiento por parte de grupos armados (Human Rights Council, 2020). Sus próximas elecciones están pactadas para fin de año, en tela de juicio una vez más por la pandemia actual.
República del Congo fue el siguiente (no debe confundirse con República Dem. Del Congo, antes llamado Zaire), actualmente entre los 10 peores índices democráticos de África Subsahariana. Su actual presidente se encuentra en el poder hace 23 años y antes estuvo al frente 13 años más. En 2016 había agotado sus mandatos consecutivos, pero pudo volver a postularse gracias a una reforma en la constitución (Carta Fundamental) y asumió con el 60% de los comicios. Su economía no es más próspera que la del resto, debido a que incluso los sectores no dependientes del petróleo se ven afectados por la caída de precios.
Por último, Gabón, en sus 60 años de independencia tan sólo tuvo 3 presidentes distintos y, al igual que Chad y la RCA, comenzó teniendo un sistema de partido único hasta los ’90, acompañado con limitación en la libertad de expresión y prensa. El actual mandatario, Ali Bongo asumió en 2009 cuando se llamó a elecciones debido a la muerte de su predecesor, su padre. La buena noticia, es que se encuentra en el top 10 de países con mayor IDH del continente (2019), justo por debajo de Sudáfrica.
Los años de autonomía son pocos en relación con la mayoría de los actuales Estados independientes, por lo que aún tienen claros problemas de consolidación democrática. Algunos patrones se repiten en estos cuatro casos: autoritarismos, conflictos armados, deudas con organismos internacionales, economías en decadencia. Los altos índices de pobreza y amenazas terroristas no dan un panorama optimista. La dependencia del petróleo y la pandemia actual – sumada a las otras que sobrellevan históricamente – empeoran la situación aún más.
Los comicios aún así son celebrados, pero lejos están de ser considerados libres y competitivos. Cabe resaltar que durante este período, la retirada francesa no fue total, ya que continuó brindando, principalmente militar, a quienes en su momento lo respaldaron en la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día, es un aliado en la lucha contra el terrorismo en el territorio. Haber salido del estado colonial fue el primer paso para que comiencen a escribir su propia historia, lo resaltable es que al menos hoy, la ayuda francesa es una elección y ya no un deber.
* Samuel P. Huntington (1994) La tercera ola, Buenos Aires: Paidós (Edición original en inglés, 1991).